Liz Cheney, expulsada por rebelarse contra Trump
La congresista era la «número tres» republicana en la Cámara Baja
En una sesión histórica, el Partido Republicano desposeyó de sus cargos a la congresista Liz Cheney. La decisión llegó en una junta a puerta cerrada. Cheney estaba condenada desde el momento en que el líder de la minoría republicana en el Congreso, Kevin McCarthy, se desdijo del apoyo que le brindó inicialmente.
A Cheney la han castigado los suyos por haber votado en favor del «impeachment» al ex presidente, Donald Trump, tras el asalto tumultuario al Capitolio del 6 de enero. Cheney unió su voto al de otros republicanos icónicos, como Mitt Romney, Pat Toomey o Susan Collins. Con su voto, sus colegas dejan claro que no cabe posicionarse contra Trump. Ni siquiera cuando eres hija de uno de los otrora referentes del partido, Dick Cheney, proscrito por Trump y los suyos; igual, por cierto, que el ex presidente bajo el que sirvió, George W. Bush. En opinión del ex candidato presidencial Romney, «expulsar a Liz Cheney del liderazgo no le dará al Partido Republicano ni un solo voto adicional, pero nos costará bastantes».
Vientos de guerra en una formación que pretendía sustituir a la díscola Cheney por Elise Stefanik, congresista de Nueva York. Paradójicamente Stefanik luce un historial bastante más moderado que su antecesora. A cambio, eso sí, presenta un intachable currículum de acciones y declaraciones rotundamente leales a Trump. Dicho de otra forma, los principios conservadores puntúan por debajo de la fidelidad al ex presidente. Por si acaso, la congresista ha insistido a sus correligionarios que está lista para posicionarse en contra de mucho de lo que ella misma sostuvo.
Trump reaccionó a la caída de Cheney con un comunicado donde afirma que «es un ser humano amargado y horrible». «La estuve viendo ayer», prosigue, «y comprendí lo mala que es para el Partido Republicano. No tiene personalidad ni nada bueno que tenga que ver con la política o con nuestro país». «Es una belicista cuya familia nos empujó estúpidamente al interminable desastre de Oriente Medio, agotando nuestra riqueza y agotando nuestro gran Ejército». Pronostica que acabará en nómina de la CNN o, incluso, de los demócratas.
Cheney, por su lado, no ha escondido sus intenciones. Tampoco da señales de arrepentimiento. En una comparecencia ante la Prensa, explicó que hará «todo lo
Trump mantiene sus ataques tras la caída: «Es un ser humano amargado y horrible. Su familia nos empujó al desastre de Irak»
que esté en mi mano para asegurarme que Trump nunca más esté cerca del Despacho Oval. Hemos visto las peligrosas consecuencias de sus mensajes, su falta de compromiso y dedicación a la Constitución, y es muy importante que a quien elijamos sea fiel a la Constitución».
En cuanto a la pérdida de favor de McCarthy, cabe añadir que el líder de los republicanos en el Congreso no puede impedir que Cheney conserve su escaño. Por lo demás, durante el asalto al Capitolio, según contó la CNN, McCarthy llamó al ex presidente para suplicarle ayuda policial y militar. Justo en ese momento, le dijo, había delincuentes tratando de entrar en su despacho, Trump, lejos de ofrecerle ayuda, respondió que los manifestantes eran miembros de antifa. Cuando McCarthy le dijo que no, que eran partidarios suyos, Trump zanjó «Bueno, Kevin, supongo que esta gente está más molesta por las elecciones de lo que estás tú». «¿Con quién cojones crees que estás hablando?», le espetó McCarthy. Pero nada cuenta.
Como tampoco importan declaraciones como la del ex líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, que hace apenas tres meses, en un comunicado, definió a la congresista Cheney como a «una líder importante para nuestro partido y nuestra nación. Estoy agradecido por sus servicios y espero continuar trabajando con ella en los problemas cruciales que enfrenta nuestro país».
Hace dos días, la congresista escribió en el diario «The Washington Post» un artículo donde afirmaba que Trump «ha repetido sus afirmaciones de que las elecciones de 2020 fueron un fraude» y que sigue siendo «el presidente legítimo y el presidente Biden, ilegítimo». «Trump repite estas palabras ahora con pleno conocimiento de que exactamente este tipo de lenguaje provocó violencia el 6 de enero. «El partido Republicano», sentenció Cheney, «se encuentra en un punto de inflexión y debe decidir si vamos a optar por la verdad y la fidelidad a la Constitución».