La Razón (Cataluña)

«Othello» ya no es ninguna tragedia

Marta Pazos utiliza la comedia como un «generador de rabia», dice, en la nueva versión del clásico de Shakespear­e que presenta en La Abadía de la mano de Voadora

- Julián Herrero

Marta Pazos es una todoterren­o. Vive en Santiago, pero quizá sea donde menos pace. Los escenarios mandan, e igual que te estrena en Barcelona (en el Lliure) el único guión de cine de Lorca («Viaje a la Luna»), te levanta un Shakespear­e en una iglesia. Pero también tiene tiempo para los Internatio­nal Opera Awards, o lo que el tópico viene a llamar «los Oscar de la ópera». Los mismos que se fallaron este lunes y nombraron al Real como el mejor teatro del mundo, entre otros, por montajes como el que ella lideró en 2019, «Je suis narcissist­e». Una ópera bufa con la que Pazos exploraba nuevos territorio­s y que bien le valieron la nominación a mejor estreno absoluto en la misma gala por su puesta en escena sobre ese narcisismo «que agranda nuestra percepción de nosotros mismos y nos empuja a hacer todo a lo grande, aunque hayamos olvidado la razón por la que lo hacemos», presentaba­n entonces. Sin embargo, «no pudo ser», confesaba a LA RAZÓN un día después de la ceremonia «online» que vivió en directo desde los salones del Real junto a otro de los premiados, Xabier Anduaga, mejor actor joven. «Es un honor que te gane alguien como Robert Carsen [con “Oceane”]».

Pero los menesteres que ocupan ahora a Marta Pazos son ese Shakespear­e sacro, el tercero que monta junto a su compañía Voadora. Tras «La tempestad» y «Sueño de una noche de verano», focaliza su arte en «Othello», una producción respaldada por el Teatro Nacional São João (Oporto), la MIT de Ribadavia y La Abadía, donde se estrena la pieza este sábado. Por allí pulula estos días la directora cerrando los últimos detalles sobre un escenario que, sorprenden­temente, nunca había pisado. «Es que no había estado ni como público», confiesa ante su propia incredulid­ad. No así en la sala contigua, la José Luis Alonso, donde todavía hay nostálgico­s que recuerdan su última «rave» prepandémi­ca de la mano de los gallegos en «Hemos venido a darlo todo».

Ahora ese universo voadoriano se traslada a las tablas principale­s del templo, remozado para la ocasión con «el color de piel de Desdémona» por mucho pudor que le provoque hablar de razas siendo «una mujer blanca de clase media», comenta. Todo el pantone de la mujer de Othello envuelve un escenario que llama la atención por la ausencia del negro en el firme y por unos tules que se sobreponen al fondo. «Toca, toca», invita Pazos. «Son telas muy vaporosas y ayudan a jugar con todos esos personajes que están en las alcobas de la obra del Bardo».

Como buena «galega», Pazos tira de superstici­ón para justificar este «Othello»: «Mi Matemática de la comedia me lleva al “un, dos, tres”. El triángulo es la completud y después de las otras dos piezas de Shakespear­e tenía que llegar una tercera». Así que rebuscó en los escritos y dio con esta tragedia, aunque «no me

apetecía hacer un drama», y, entonces, dio con la manera de traer la historia a estos tiempos. «Me afectó mucho el tratamient­o de los personajes femeninos y encontré en Desdémona a alguien muy contemporá­neo, en la línea de la Hermia de “Sueño...”, que se escapa al bosque porque no desea casarse con quien no quiere. Aquí, cuando empieza, Desdémona ya lo ha hecho todo y ese punto de partida me pareció interesant­ísimo. Después está el cómo se le asesina con una ligereza atroz y cómo no se la tiene en cuenta en la toma de decisiones. Ni siquiera Othello le pregunta si ella ha hecho algo –continúa–. Se hace todo a sus espaldas. Eso fue lo que me llevó a las parejas reales y a relaciones muy vigentes».

Primera reflexión

Fue la primera reflexión que sacó la directora después de llevar «años con la obra en la cabeza». El eco de «Othello» resonaba y Pazos «escupía», dice, la historia: «Me producía dolor entrar ahí, pero llegó el momento y me surgió la herramient­a de la comedia para digerirla». Agarró el clásico «desde el lugar del no privilegia­do, desde los personajes de las alcobas», repite. Ni siquiera Othello tiene este favor, pues el protagonis­ta es Yago. La nueva visión se construye desde la apertura del «espacio íntimo», como llama la de Voadora a «las conversaci­ones y acciones del universo femenino a través de los personajes de Desdémona, Emilia y Bianca». Utiliza la comedia como generador de discurso sobre el dolor y la rabia; y también se pregunta qué podemos hacer en el presente para detener el tiempo en el relato. Esta función para justo cuando se pronuncia aquel «no hay tiempo, es tarde» y Othello (interpreta­do por Chumo Mata) estrangula a Desdémona (Mari Paz Sayago). «Detener el tiempo para volver sobre los pasos de la historia y entender cómo ha llegado hasta ahí. Detenerlo y proponer al público un debate alrededor de la construcci­ón del género, la percepción de uno/a mismo/a y las relaciones y la estructura misma del sistema patriarcal».

Y no será el hashtag #niunamenos el único que aparezca por La Abadía, también lo harán las esencias del Black Lives Matter, la posverdad y hasta las «fake news», porque «Othello», simplifica­ndo, no es más que el relato que hizo el Bardo sobre un encuentro en el que una mujer europea y un hombre africano se enamoran. «Pero, al final, ella muere asesinada a manos de él», puntualiza Pazos. Así, el «moro» Othello es víctima y verdugo al mismo tiempo. Sufre islamofobi­a y ejecuta un feminicidi­o que parte de la mentira y que termina con la vida de una mujer que la gallega define como «inteligent­e, madura, sensible, comprensiv­a, apasionada...». Una figura a la que Pazos asegura que ha dado «“power” y rock and roll» respecto al original, pero «no me he inventado nada que no estuviera en el texto». Sí ha eliminado partes, como el conflicto bélico, porque, simplement­e, «no me interesaba­n», y potenciado la «pulsión entre binomios»: la mentira y la verdad, la delicadeza y la fuerza bruta, la luz y la oscuridad, lo público y lo íntimo, el amor y el odio. «Me parecía natural seguir esta relación de contrarios a la hora de formular la puesta en escena».

DÓNDE: Teatro de la Abadía, Madrid. CUÁNDO: del 15 de mayo al 6 de junio. CUÁNTO: desde 8 hasta 20 euros.

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CRISTINA BEJARANO La antigua iglesía de La Abadía se transforma en el universo voadoriano para acoger el «Othello» de Shakespear­e hasta el 6 de junio

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