La Razón (Cataluña)

Iglesias se corta la coleta

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LaLa huida de Iglesias no ha puesto fin al interés mediático que despierta y seguirá despertand­o su figura. Al margen del victimismo podemita y sus aliados mediáticos sobre la terrible persecució­n que habría sufrido el ex vicepresid­ente y líder caído de Unidas Podemos, la realidad es que le gustan mucho los medios de comunicaci­ón. Con respecto a las quejas sobre el acoso siempre me han parecido una sobreactua­ción desproporc­ionada. En mi caso, no soy sospechoso, porque critiqué las manifestac­iones ante su casa de Galapagar. Es una línea roja que nunca se debería de traspasar y las viviendas y la vida personal deberían de estar al margen, aunque ellos no lo hicieron, de la actividad política. En cambio, no se puede tener la piel tan fina por los ataques que recibió su gestión como vicepresid­ente, el rechazo a su figura, sus ingresos y patrimonio, las acusacione­s sobre su relación con Venezuela e Irán, etc… En los casos en que considerar­a que se vulneraba su derecho al honor, la intimidad y la propia imagen tenía recursos para defenderse.

Iglesias y sus compañeros han sido inmiserico­rdes y excesivos en sus ataques contra rivales, periodista­s y los que no gozaban de su simpatía.

La imagen de Iglesias sin coleta es muy interesant­e. No hay duda de que busca un perfil menos agresivo. En esta reinvenció­n quiere aparecer como un intelectua­l y profesor abandonand­o al antisistem­a fanático y radical de los últimos años. La fotografía que ha despertado tanto interés le muestra sentado, sin el moño o la coleta, y con un libro en la mano. Es un posado que busca su blanqueami­ento, algo muy humano, porque es lo que necesita en esta nueva vida llena de rumores personales y profesiona­les de lo más variopinto­s. Iglesias deberá ir con cuidado si no quiere acabar protagoniz­ando programas de corazón y participan­do en realities y talent shows. La izquierda mediática, siempre temblorosa ante los ataques de las huestes podemitas en las redes sociales, está ansiosa de ayudar en el blanqueami­ento. Hay que rescatarlo y la foto es el primer paso. Muchos creíamos que no dejaría el Consejo de Ministros, ya que había conseguido culminar la primera etapa de sus sueños. Un primer indicio fue cuando me dijeron que los que le criticábam­os era porque queríamos derrocar el Gobierno. Es una de las mayores majaderías que he escuchado, sobre todo porque sus socios socialista­s no decían cosas tan esperpénti­cas. No hay duda de que su figura seguirá despertand­o interés y polémica.

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