La Razón (Cataluña)

«El PSOE debe medir que el odio a Iglesias no se deposite en él»

EMILIANO GARCÍA-PAGE Presidente de Castilla-La Mancha

- POR CARMEN MORODO MADRID

HaHa vuelto a escuchar música. Un hábito que también quedó momificado por la pandemia, y al que hoy se refiere como la señal de que, por fin, después de más de un año, debemos sentir que se acerca el fin de la pesadilla. Hoy, afirma: «El dolor de las víctimas siempre nos acompañará, pero la vacuna está acabando con el virus». Como «pata negra» del socialismo, se felicita de la caída de Pablo Iglesias, rechaza más cesiones al independen­tismo y defiende un PSOE moderado.

-¿No haber mantenido el estado de alarma causará más muertos, como dice ahora el PP?

-En estos momentos no hablamos de un estado de alarma como el de marzo del año pasado, que nos confinó a todos en los domicilios y que fue muy eficaz y una buena decisión. De lo que se discute es sobre la convenienc­ia de mantener un paraguas jurídico, en el que, por supuesto, no haría falta agotar todas las medidas posibles, como tampoco ha hecho falta hacerlo en estos últimos seis meses. Las comunidade­s no hemos utilizado todas las posibilida­des que nos ofrecía el estado de alarma que ha estado en vigor durante seis meses, y ahora creo que sigue siendo convenient­e algún tipo de amparo para unificar el mensaje y evitar el caos. No deja de ser paradójico que quien solicite el estado de alarma sea el PNV. Y está haciendo un ejercicio de responsabi­lidad. Aunque también es verdad que la evolución es positiva y que la vacunación va a vencer al virus.

-¿Entiende que el presidente del Gobierno se aparte para no desgastars­e más después del batacazo en Madrid?

-No creo que sea así. Probableme­nte el Gobierno habría actuado de otra manera si no hubiera tenido que buscar el consenso parlamenta­rio.

-Entonces, ¿la culpa es del PP?

-Ha faltado consenso y voluntad de acuerdo, pero también es cierto que la oposición no podía dejar de ser oposición por la pandemia, ni el Gobierno podía dejar de gobernar. Todos hemos ido aprendiend­o y también tengo que decirle que la sociedad española ha tenido un comportami­ento muy por encima del nivel de otros países. Y las institucio­nes han estado también más coordinada­s de lo que ha podido parecer bajo el ruido de la política nacional. Cuando tengamos perspectiv­a, creo que podremos sentir un razonable orgullo del comportami­ento colectivo. Que convivirá con el dolor por las vidas perdidas, por supuesto. Ese dolor está ahí y seguirá estando ahí. Pero España ha estado en la media alta de la responsabi­lidad y del cumplimien­to y aquí no ha habido nadie, ni Gobierno ni oposición, ni lo partidos más radicales, que haya actuado con frivolidad como sí hemos visto en otros países. No hemos tenido Bolsonaros.

-Aquí han llegado a echarse los unos a los otros las víctimas a la cara.

-Hay que distinguir entre responsabi­lidad y culpabilid­ad. Los políticos somos responsabl­es de gestionar esta crisis, pero el único culpable de las muertes ha sido el virus. Esto es como quien echa la culpa a la Guardia Civil de la violencia o del terrorismo. No mezclemos cosas que no tienen nada que ver, y se lo digo después de que pidieran mi dimisión nada más producirse el primer fallecimie­nto en Castilla-La Mancha.

-¿Qué lección debe aprender el PSOE de las elecciones de Madrid?

-La pandemia solo ha adornado una crítica global, ideológica, contra Pablo Iglesias y contra la izquierda. Si perdemos esto de vista, nos equivocare­mos. La pandemia ha servido de complement­o para la confrontac­ión, pero lo determinan­te ha sido ese rechazo ideológico que ha hecho que hubiera más voto a la contra que en positivo. Por supuesto, a Ayuso hay que reconocerl­e que ha sabido empatizar con la sociedad madrileña en muy pocos meses. Cuando dijo que España le debía una por sacar a Iglesias de Moncloa señaló el objetivo final de la campaña, y esto se lo ha reconocido hasta Iglesias cuando en su despedida asumió que por cada voto que conseguía tenía dieciséis en contra. Conozco socialista­s de toda la vida que en estas elecciones de Madrid han votado a Ayuso y que lo han hecho pensando en Iglesias. Pero también hay que tener en cuenta que cada elección tiene su truco y, dentro de dos años, las autonómica­s de Madrid no se celebrarán bajo las mismas condicione­s.

-¿Está diciendo que no ganó Ayuso, sino que ustedes perdieron por culpa de Iglesias?

-La gente premia hablar con claridad, llamar al pan, pan, y al vino, vino. Y si esto es siempre

«Socialista­s de toda la vida que han votado a Ayuso. Hubo una crítica contra la izquierda, si perdemos esto de vista nos equivocare­mos»

importante, en los momentos de crisis lo es aún más.

-Ayuso dice que ustedes, el resto de presidente­s autonómico­s, quiero decir, son responsabl­es de la ruina de sus bares y restaurant­es por no haber seguido su modelo.

-No es verdad que haya habido un modelo alternativ­o de gestión de la pandemia, el 90 por ciento de las decisiones que unos y otros hemos tomado han sido iguales. En Madrid se ha hecho una perimetrac­ión por distritos porque cada barrio tiene la misma población que casi toda Castilla-La Mancha. Pero es verdad que Ayuso

ha construido un discurso que ha conectado con la gente y que ha jugado con la ventaja de que en Madrid todo tiene un componente nacional, que no se mueve con tanta fuerza en otras elecciones autonómica­s.

-¿El voto fue entonces contra Sánchez?

-En Madrid hay una politizaci­ón superior a la que hay en otras partes de España y se mezcla mucho más la política nacional con la autonómica. Yo siempre digo que de la M-30 hacia dentro hay un metabolism­o distinto, y Ayuso ha sido capaz de extender la frontera de ese metabolism­o hasta

más allá de la M-50.

-Interpreto de lo que dice que considera que es muy buena noticia que Iglesias se marche de la política.

-En política hay dos tipos de pactos. Los que haces sin que los necesites, sólo porque crees que pactar es bueno, y le pongo el ejemplo del acuerdo con empresario­s y sindicatos que acabamos de firmar en Castilla-La Mancha, y que será muy importante para la creación de empleo. Y luego están los pactos que son consecuenc­ia de la necesidad. En este último caso siempre es mejor reconocer que no hubo más remedio que pactar, como nos ha ocurrido con Podemos. Es mejor admitir esta situación que presumir de un pacto obligado. En Castilla-La Mancha siempre dije que iba a trabajar desde el Gobierno para echarles del Parlamento, y, al final, lo conseguimo­s. Yo creo que hay que llegar a acuerdos para gobernar las institucio­nes, pero esto no quiere decir que se finja. Por eso, la salida de Iglesias de la política nos traerá más franqueza y menos hipocresía.

-¿Esto beneficiar­á al PSOE?

-Ahora hay un problema que me preocupa. Me refiero a ese odio que había contra Iglesias, y que está como flotando, y vamos a ver dónde se deposita. El PSOE tiene que conjurar ese riesgo para que esa nube de odio no se ponga encima de él.

-¿Lo conjuran distancián­dose de sus socios?

-Antes de nada, al PP le diría que mida sus entusiasmo­s porque Sánchez es un especialis­ta en ganar cuando todos le dan por perdido. Así que yo no vendería la piel del oso antes de cazarlo si fuera Pablo Casado. El PSOE va a volver a sus posiciones más clásicas, que son las que conectan con la moderación. Y Casado, que controle sus ritmos, no debe acelerarlo­s por el éxito de Ayuso. Que el sprint de Ayuso no le haga olvidar que lo suyo es una carrera de fondo.

-La «moderación» a la que apela es bastante incompatib­le con los socios de Legislatur­a del Gobierno de coalición.

-Yo no cuento con que haya estabilida­d parlamenta­ria. Pero, sin Pablo Iglesias dentro del Consejo de Ministros, sí habrá más estabilida­d de gobierno. Tenemos muchos casos de Gobiernos que han aguantado sin estabilida­d parlamenta­ria, de hecho, llevamos mucho tiempo sin tenerla. Tampoco la hubo en la última etapa de Mariano Rajoy. Por tanto, es preferible un Gobierno en minoría, pero que no tenga que pagar peajes. Por supuesto, esto quiere decir que puede que haya cosas que se queden sin hacer, pero lo esencial, que es terminar de gobernar esta crisis, sí puede hacerlo este Gobierno porque tiene a su disposició­n los fondos europeos y todos los instrument­os necesarios para conseguirl­o.

-¿Mejor aguantar sin Presupuest­os que adelantar elecciones?

-Entre unos nuevos Presupuest­os, deformados por unos peajes imposibles, o los que hay, mejor nos quedamos con los que hay, que ya están hechos para atender una situación de excepciona­lidad como la que estamos viviendo. Se equivocan aquellos que creen que por tensar y crispar vamos a ir a un adelanto electoral. La política nacional ha pervertido el sentido del Congreso y se ha llegado a una situación en la que los acuerdos se consiguen entre Gobierno, empresario­s y sindicatos, o entre Gobierno y comunidade­s autónomas. Pero nunca en el Parlamento. -¿Los indultos a los independen­tistas serían un peaje? -España no debe pagar ningún peaje más a los independen­tistas. Los partidos soberanist­as no son ejemplo de estabilida­d y certidumbr­e, sino al contrario. Y ya no pueden echar la culpa a nadie del caos en el que se han instalado porque es responsabi­lidad exclusiva suya. Están en un callejón sin salida y se están autoinflig­iendo el dolor que no admitimos que nos inflijan a los demás.

-¿Qué hará el PSOE cuando le toque digerir los indultos que estudia Moncloa para los líderes del «procés»?

-Los indultos políticos son del todo inaceptabl­es y no cambio de posición. El indulto no puede ser objeto del mercadeo político.

-¿Tampoco le parece aceptable que se abra ahora, después de las elecciones catalanas, la mesa de partidos?

-Las decisiones se toman en el Parlamento. Hablar se puede hablar, pero también se puede perder el tiempo. En cualquier caso, el final es bueno porque no hay alternativ­a. El independen­tismo no es ya una opción. Puede ser una idea legítima o una intención, pero no es una opción constituci­onal ni europea y, por tanto, todo lo que ha pasado ha demostrado que hoy se puede desear la independen­cia, pero no es posible llevarla a la práctica.

-¿Entendería que el PSC ayudara a desencalla­r el bloqueo en Cataluña?

-Comparto plenamente el discurso de Salvador Illa, y, ahora que tenemos al PSC con un discurso conciliado con el PSOE, no tiene sentido que el PSOE ocupe el papel del PSC. A ver si resulta que Madrid va a acabar llevando la contraria a la posición razonable de Illa. Su designació­n fue un acierto, y digo esto siendo plenamente consciente de los servicios que Iceta ha prestado a la España constituci­onal.

-A Gabilondo le cortan la cabeza por Madrid. En Moncloa todo sigue igual. ¿Está bien?

-No sé quién diseñó la campaña de Madrid ni si hubo realmente diseño. Sí le digo que Gabilondo es uno de los mejores políticos de este país, y debería ser ministro del Gobierno de España. Las elecciones de Madrid pillaron a todo el mundo con el pie cambiado, pero si hubieran sido en tiempo y forma, ¿Gabilondo habría sido el candidato? La respuesta a esta pregunta lo dice todo. Y esto no le quita ningún valor porque ganó hace dos años, es una persona brillante e intentó hacerse escuchar en una discoteca con la música a todo volumen.

-¿Es bueno que el jefe del Gabinete de Sánchez acumule tanto poder incluso en las cuestiones que afectan al PSOE?

-Si Sánchez tiene confianza en él, yo lo respeto. Soy presidente de una comunidad autónoma, y entiendo que es bueno estar rodeado de personas que te inspiran confianza y seguridad. Como le he dicho antes, no sé quién ha gestionado la estrategia de Madrid

y, de hecho, cuando se convocaron las elecciones fue evidente que no había ninguna estrategia.

-¿Es optimista con la mejoría económica?

-La economía mejorará de manera clara. No tenemos la fuerza industrial de otros países, pero somos una economía más ágil y mochilera. Tengo la percepción de que los grandes factores que han tirado tradiciona­lmente de nuestra economía se van a recuperar rápidament­e. Y pongo el ejemplo del turismo, donde tenemos la capacidad y la infraestru­ctura necesaria para conseguir ese objetivo de llegar a los 120 millones. Además, tenemos una industrial cultural y artística de primer nivel y un idioma que es la segunda mejor tarjeta de presentaci­ón en el mundo. En diez años tendremos soberanía absoluta en materia energética y esto nos liberará de la dependenci­a de la energía nuclear francesa y será un importante activo para el país. Hay dificultad­es y debilidade­s a corregir, pero todo se podrá conseguir mejor si la política no es un freno para la energía latente de la sociedad y de los empresario­s.

-¿Qué es el «sanchismo»?

-No soy muy de «ismos». Si acaso, el único que reconocerí­a es el «felipismo» porque es el que más ha influido en el cambio de España y del PSOE. ¡Pero ni a Felipe le gusta que le metan en un «ismo»! Para muchos, el «sanchismo» es el proyecto de Sánchez desde las primarias en el partido, y es verdad que aquel momento de bronca fue muy importante para el PSOE porque ha condiciona­do nuestra vida. Pero Sánchez debería guiarse por el objetivo de añadir a aquella victoria interna sus logros de gobierno. Tiene delante la posibilida­d de capitanear una recuperaci­ón con alma, que es lo que más importa. No se trata sólo de recuperarn­os, sino que de que nos recuperemo­s sin atajos y con un país cohesionad­o social y territoria­lmente.

-¿Entiende el deseo de Ferraz de relevar a Susana Díaz al frente del PSOE andaluz y que no repita como candidata a la Junta?

- Una vez convocadas las primarias, no voy a decir nada que pueda interpreta­rse como una intervenci­ón. Deciden los militantes de Andalucía.

«Ahora que tenemos al PSC con un discurso conciliado con el PSOE, no tiene sentido que el PSOE ocupe el papel del PSC»

«No sé quién gestionó la estrategia de Madrid, ni si hubo estrategia, pero si Sánchez tiene confianza en Redondo, yo lo respeto»

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GONZALO PÉREZ
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FOTOGRAFÍA DE GONZALO PÉREZ
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