La Razón (Cataluña)

Guerra total entre Israel y Hamás

La aviación israelí derriba la sede en Gaza de medios internacio­nales como AP y Al Jazeera. Su sistema antimisile­s intercepta más de mil misiles

- Ofer Laszewicki

La asimetría militar entre el Ejército israelí y Hamás es incontesta­ble. Pero el arsenal islamista no se limita a misiles Qassam y morteros de corto alcance, que llevan golpeando a las comunidade­s israelíes fronteriza­s desde hace dos décadas. Hamás sigue demostrand­o sus capacidade­s militares. El presidente de EE UU, Joe Biden, intenta calmar las aguas y buscar un alto el fuego. Ayer llamó al «premier» israelí, Benjamin Netanyahu, y -por primera vez- al presidente palestino, Mahmud Abás.

La asimetría militar entre el Ejército israelí y Hamás es incontesta­ble. Pero el arsenal islamista no se limita ya a misiles Qassam y morteros de corto alcance, que llevan golpeando a las comunidade­s israelíes fronteriza­s desde hace dos décadas. A pesar de librar tres guerras entre 2008 y 2014, Hamás sigue demostrand­o que sus capacidade­s militares son más potentes que antaño, con proyectile­s capaces de alcanzar la práctica totalidad del territorio hebreo.

Además de los refugios ubicados en la mayoría de viviendas e infraestru­cturas civiles israelíes, hay un elemento clave que reduce el daño potencial de los proyectile­s: la batería defensiva «Cúpula de Hierro». Su elevado grado de precisión es un salvavidas. Los más de 2.300 proyectile­s lanzados han provocado hasta la fecha 10 bajas israelíes, y más de 560 heridos. La última muerte, ayer al mediodía, cuando un proyectil alcanzó una vivienda en Ramat Gan, suburbio al este de Tel Aviv. La portavocía militar aseguró sólo ayer que la batería antimisile­s derribó 1.000 proyectile­s, y que 380 cayeron dentro de la propia Gaza.

En la franja palestina, el contador de muertos crece por los incesantes bombardeos de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). Ayer, el ministerio de Sanidad palestino informó que ya hay 140 víctimas –39 niños–, así como más de 950 heridos. Según la ONU, se cuentan más de 10.000 desplazado­s internos, muchos de los cuales han buscado refugio en escuelas pertenecie­ntes al ente humanitari­o.

La «Cúpula de Hierro» entró en escena en 2011, con sustancial apoyo técnico y financiero de EE UU. Dispone de dos sistemas diferencia­dos, destinados a neutraliza­r cohetes y misiles de corto y medio-largo alcance. La operativa se basa en un sistema de radares que detecta al instante si hay una amenaza de misil, y lanza de inmediato un «intercepta­dor» si confirma que se dirige a áreas densamente pobladas.

Las intercepci­ones son lanzadas desde unidades fijas o móviles, y producen sonoros estruendos en el cielo que acompañan el retumbar de las alarmas antiaéreas. Testimonio­s desde comunidade­s fronteriza­s mostraron a LA RAZÓN restos de los proyectile­s de intercepci­ón, que en algunos casos son lanzados desde baterías ubicadas junto a sus jardines. Hay analistas que destacan que este sistema llegaría a ser eficaz hasta para detener misiles de crucero, y que ha mitigado la necesidad de incursione­s de tropas de infantería dentro de Gaza. Pero hay quienes critican que pese a que supone un escudo protector, sirve a la larga larga para prolongar el status quo del conflicto, ya que no elimina la motivación y capacidade­s de quienes continúan disparando misiles. Se estima que el coste de cada misil de intercepci­ón ronda los 80.000 dólares.

Ataque a las oficinas de prensa

El suceso más dramático de ayer fue el bombardeo del edificio que albergaba numerosos medios de prensa internacio­nal, como la agencia AP y Al Jazeera. «Israel envió una alerta de que bombardear­á en la próxima hora nuestras oficinas y de otros medios en la ciudad de Gaza. Nuestro equipo

ya ha sido evacuado», tuiteó la productora Linah Alssafin. Desde el inicio de la operación «Guardián de los Muros», Israel bloqueó el acceso a la prensa extranjera a la franja palestina, por lo que la cobertura quedó exclusivam­ente a manos de reporteros locales. Apostados en las alturas de los edificios, pasan incontable­s horas filmando y fotografia­ndo la magnitud de la destrucció­n causada por las bombas israelíes.

Minutos antes del derribo, un oficial israelí mantuvo una conversaci­ón telefónica con el portero del edificio para exigir su evacuación. «Dadnos diez minutos más», exigía el gazatí. «¡No! Evacuad de inmediato», respondía en árabe el oficial hebreo. Según el comunicado posterior de las FDI,

«además de oficinas de inteligenc­ia de la organizaci­ón terrorista, el edificio contenía oficinas civiles y de prensa, en las que Hamas se esconde utilizándo­las como escudos humanos». Pero el presidente de la agencia AP, Gary Pruitt, denunció que «estoy horrorizad­o por el bombardeo del Ejército israelí sobre la sede de AP y otros medios», y exigió respuestas por parte del ejecutivo hebreo.

Analistas destacaban ayer que hubo un cambio en la dinámica de ataque-contraataq­ue, y que en la mañana de ayer, tzahal tomó la iniciativa al bombardear duramente el campo de refugiados de al-Shati, al norte de la franja, donde murieron varios militantes islamistas. Además, se atacó la vivienda de Khalil al-Hayya, alto mando del brazo político islamista. La respuesta no tardó: intensas salvas de misiles sobre todo el centro de Israel.

Entre el viernes y ayer, el Ejército israelí mató a trece manifestan­tes palestinos durante violentos enfrentami­entos en accesos a urbes de Cisjordani­a, donde seguían conmemoran­do el 73 aniversari­o de la Nakba («catástrofe» tras la creación de Israel). «Las influencia­s de Hamás se sienten sobre el terreno en Cisjordani­a, y Abbas teme que se le coman el terreno», comentó el analista Gal Berger, recordando los rifirrafes internos tras la cancelació­n de los comicios palestinos. En Líbano, se renovaron las protestas junto a la frontera con Israel, con decenas de concentrad­os lanzando piedras y cócteles molotov sobre una torre de observació­n de las FDI.

Desde Lod, en el centro de Israel, circularon por redes videos de grupos de colonos judíos armados con rifles M-16, y se preveía otra noche violenta. En Yaffo, dos extremista­s judíos lanzaron un cóctel molotov dentro de una vivienda árabe, e hirieron de gravedad a un niño de 12 años.

Mientras, continúan los esfuerEjér­cito zos internacio­nales para intentar lograr un alto el fuego o al menos, calmar las aguas. Ayer, el presidente estadounid­ense, Joe Biden, dialogó con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y por primera vez con el presidente palestino, Mahmud Abás, en plena escalada de violencia y tras la llegada ayer del enviado de EE UU que intenta mediar un alto al fuego. Según la oficina del propio «premier», Netanyahu le agradeció a Biden «el apoyo incondicio­nal de EE UU» al derecho de Israel a defenderse y enfatizó que el israelí «está haciendo todo lo posible para evitar dañar a los no involucrad­os». En el diálogo con Abás, el presidente estadounid­ense «dijo estar trabajando para calmar la situación».

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REUTERS El edificio de al-Jalaa que alberga las oficinas Associated Press (AP) y Al Jazeera ardiendo tras un ataque aéreo israelí
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Tel Aviv
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El derrumbe de la torre Al Jalaa, sede de Al Jazeera y AP fue capturado en vivo
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FOTOS: REUTERS Y EFE
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