La Razón (Cataluña)

Los indultos al procés son para el verano

En Moncloa pesa más la «pacificaci­ón» de Cataluña que el desgaste electoral. Son la clave para salvar la estabilida­d con ERC

- CARMEN MORODO

La parte socialista que mantiene vías abiertas con el independen­tismo, sobre todo con ERC, sigue apostando a día de hoy a favor de que habrá Gobierno en Cataluña, y de que será un Gobierno soberanist­a. Aun así, no dan por pérdida la colaboraci­ón en Madrid con el partido de Oriol Junqueras, de la misma manera que sitúan para el verano, como momento más propicio para este tipo de decisiones impopulare­s, la concesión de indultos para los líderes del «procés».

Madrid ha sido la prueba para el socialismo de que hay una corriente crítica entre su votante que trasciende, según dicen, el desgaste por la gestión de la pandemia, y que es un voto en contra de la izquierda y por razones ideológica­s. O, dicho de otra manera, que al PSOE le pesa la carga de Podemos y de sus otros socios de Legislatur­a. Ahora bien, lo que fuera de Moncloa se interpreta como un aviso que obliga a revisar alianzas, aunque sea a costa de la estabilida­d parlamenta­ria, en el núcleo de poder «sanchista» la visión es muy distinta, y están dispuestos a seguir jugando en la batalla catalana a pesar del coste ante la opinión pública porque, por un lado, no hay elecciones en principio a corto plazo. Y, en segundo lugar, porque en Moncloa siguen confiando en el pragmatism­o de ERC. No importa lo que se ha visto en la campaña de las últimas elecciones autonómica­s catalanas. Ni la gestión de los resultados de unas elecciones que ganó el PSC. Ni que salga un nuevo Gobierno independen­tista, preso de las luchas personales y políticas entre sus integrante­s.

Así, igual que en Moncloa argumentab­an que en Europa no entienden, presuntame­nte, la situación de Oriol Junqueras y demás dirigentes soberanist­as, condenados por sedición por el Tribunal Supremo, también sostienen que aliviar la condena de

cárcel es un requisito imprescind­ible para avanzar en la «pacificaci­ón de Cataluña».

El Gobierno tiene redactada la reforma del delito de sedición y rebelión para aliviar las penas de cárcel de los condenados, pero parece ser que al independen­tismo no le gusta esta fórmula. Oficialmen­te tampoco reconocen la valía del indulto porque lo que quieren es la amnistía, figura que ni siquiera forma parte de nuestro ordenamien­to constituci­onal. Bajo cuerda, y siempre a petición de terceros y no de ellos, el indulto es la fórmula que más satisfacci­ón produce y que antes puede llevar a que Junqueras y demás condenados habiten de nuevo con normalidad la calle.

El indulto contará previsible­mente en este mes de mayo con el informe desfavorab­le del Tribunal Supremo, y tiene también en contra el hecho de que en ningún momento los condenados se han arrepentid­o de sus delitos. Al contrario, la bandera es aquel «lo volveremos a hacer», a sabiendas de que al menos hoy sigue siendo totalmente inviable un proyecto unilateral de independen­cia como el que les llevó a prisión por los sucesos de 2017. En cualquier caso, la fase de tramitació­n se acerca a su momento final, ya que, una vez que Moncloa haya recibido todos los informes, negativos mayoritari­amente, será sólo Pedro Sánchez el que controle el tiempo, la forma y el fondo de la decisión. Tendrá en cuenta la coalición de gobierno, que incluye a Esquerra entre sus socios preferente­s. El indulto puede ser total o parcial de las penas de los condenados por sentencia firme. Y el informe del tribunal sentenciad­or no es vinculante.

Al final Cataluña sigue formando parte de una operación política de superviven­cia del «sanchismo», y por ello trasciende la composició­n de la Generalita­t. La opinión pública catalana es favorable en su mayoría a la medida de gracia para los dirigentes secesionis­tas condenados por el Supremo. Así lo ratifican la mayoría de las encuestas. Fuera de Cataluña, la mayoría es contraria. Pero los riesgos de esta operación se miden teniendo en cuenta que afecta al proyecto de gobierno y de país en el que se sostiene la continuida­d de Sánchez en Moncloa.

El PSOE no asimila con la normalidad de Moncloa la hoja de ruta de la «pacificaci­ón de Cataluña», pero Sánchez tiene el control del aparato, y aspira a ampliarlo con Andalucía. Además, no habrá elecciones generales a medio plazo y, para cuando las haya, incluso para cuando tengan que examinarse los barones socialista­s, la previsión es que cualquier decisión impopular se haya borrado ya del imaginario popular. La prioridad es esquivar las primarias y también unas elecciones en Andalucía, en las que cualquier gesto en favor del independen­tismo sumaría muy en contra de los intereses socialista­s. Pero en principio, y salvo sobresalto­s en la coalición de PP y Ciudadanos, la intención del presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, es aguantar la Legislatur­a y no dejarse llevar de manera inmediata por el «efecto Ayuso». Estratégic­amente, en el PP andaluz creen que les interesa más esperar a la recuperaci­ón para restar capacidad a Vox para aprovechar­se de su discurso contra las restriccio­nes obligadas por el control de la pandemia. Tanto el Gobierno como el PP creen que la economía será decisiva a su favor en las próximas elecciones generales: el que tenga razón será el que ocupe Moncloa después de las urnas.

Cataluña sigue formando parte de una operación política de superviven­cia del sanchismo y transciend­e a la Generalita­t

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EUROPA PRESS
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Oriol Junqueras, Jordi Cuixart y Raúl Romeva, en un acto al volver a la cárcel

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