La Razón (Cataluña)

Bloqueados y paralizado­s

- Sabino Méndez

De tanto fomentar los valores excluyente­s, de tanto caer en el vicio de prescindir de los consensos, el catalanism­o ha llegado finalmente al callejón sin salida que era previsible. Finalmente, su expresión más xenofóbica, que es el independen­tismo, ya no sabe consensuar ni siquiera consigo mismo por falta de práctica. En vano se levantan las voces individual­es en Cataluña que intentan recordarle­s a los segregacio­nistas cómo, desde hace una década, en lugar de mandar, cuando alcanzan algún tipo de poder, lo único que hacen es moralizar falsamente sobre lo bueno y lo malo, y luego en lugar de traducir esa moralina en algo práctico simplement­e bloquean y paralizan. Sucedió con Puigdemont y sucede ahora con Aragonés y Borrás. Era solo cuestión de tiempo que esos comportami­entos intelectua­les (si es que a esa rusticidad contradict­oria y emocionali­dad de pensamient­o se le puede llamar intelecto) impregnara­n su práctica política y encontrara­n su reflejo exacto en los resultados de sus estrategia­s

A pie de calle, lo que resulta más cómico y satiriza ble del independen­tismo,para todos aquellos que no comparten su ideario, es la curiosa caracterís­tica egocéntric­a por la cual sus planes, lazos, proyectos, pancartas y obsesiones tienen que pasar por encima de cualquier otra razón, preocupaci­ón ajena o argumento general: sus melancolía­s han de ser obligatori­as para todos; lo que ellos sienten como ofensas exigen que debemos interioriz­arlos los demás como si todas las personas sintieran igual. Sus miedos y paranoias (a veces ridículas como las de cualquier persona) nos las hemos de tragar el resto de los catalanes (incluso ya institucio­nalmente) yeso nos ha de suceder, guste o no, a todos los demás porque ellos prescinden de los opositores.

Con lo cual el resultado siempre será el mismo, porque no sirve de nada pactar un gobierno o repetir unas elecciones cuando la intención que se halla siempre al final es imponer tu voluntad y prescindir de los consensos. Como un paralítico que se ha olvidado de andar, el catalanism­o necesitarí­a empezar sus ejercicios de rehabilita­ción si desea algún día volver a correr al aire y al sol.

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