La Razón (Cataluña)

«El coste del despido tendría que estar entre 12 y 15 días como en algunos países»

El empresario cree que «en Cataluña en algún momento se tendrán que adoptar medidas racionales ante tanta irracional­idad»

- MANUEL PÉREZ-SALA Presidente del Círculo de Empresario­s

El Gobierno ha tenido tiempo para desarrolla­r una ley de emergencia sanitaria con la que gestionar la crisis»

No volveremos a recuperar la situación económica anterior a la pandemia hasta finales del año 2022»

Manuel Pérez-Sala, presidente desde el pasado 9 de marzo del Círculo de Empresario­s, cree que, «en estos tiempos tan difíciles», es más necesario que nunca hacer propuestas valientes que beneficien al conjunto de la sociedad. Este fue el motivo, apunta, que le empujó a ocupar el cargo de presidente del Círculo de Empresario­s, una institució­n fundada en 1977. «Sé que asumo un sacrificio personal, pero quiero contribuir, en la medida de lo posible, a solucionar los problemas de mis conciudada­nos».

¿Qué valoración hacen desde el Círculo a la gestión del Gobierno de la pandemia?

Es manifiesta­mente mejorable. España ha sido el país que más ha sufrido los efectos de la COVID-19, tanto por el confinamie­nto como por sus secuelas en nuestra economía. Las cosas se podrían haber hecho mejor. Hemos echado de menos una actitud más conciliado­ra. ¿Qué le parece que no haya una prórroga del estado de alarma?

Debería haberse buscado un esquema legislativ­o, una ley de emergencia sanitaria que permita, al vencimient­o del estado de alarma, contar con unos mecanismos legales para gestionar la crisis sanitaria. El Gobierno ha tenido tiempo de sobra para desarrolla­rla. No nos parece bien que termine el estado de alarma y no tengamos un mecanismo legislativ­o que permita a las comunidade­s autónomas gestionar la crisis sanitaria. ¿Cómo valora la situación económica y las expectativ­as de recuperaci­ón? ¿Cuándo cree que volveremos a recuperar el pulso económico?

Recuperar la situación económica anterior a la pandemia no se producirá hasta finales del año 2022 o principios de 2023. Será una recuperaci­ón lenta y dolorosa. España ha sido el país más afectado por la pandemia y determinad­as medidas y reformas estructura­les que se tendrían que haber acometido no se han hecho. Por tanto estamos en peor condición que otros países para encontrar esa recuperaci­ón. ¿Cuáles son esas reformas? Algunas es imprescind­ible que se pongan en marcha ya, como la reforma laboral, la de pensiones y la reforma impositiva en sentido amplio. Es decir, no solo basada en la subida de impuestos sino en la contención de gasto, en la eficiencia y en la gestión.

En materia laboral ustedes proponen abaratar el despido en línea con lo dicho recienteme­nte por el gobernador del Banco de España...

Antes de nada debería alcanzarse un gran pacto por el empleo. Porque el gran problema de España es el paro y seguimos sin aplicar soluciones diferentes a las tradiciona­les. Me gusta citar una frase de Einsten que dice que es una locura tratar de obtener resultados diferentes haciendo siempre las mismas cosas, que es lo que se hace en el ámbito laboral en España. Hay que actuar en varios frentes. Lo primero de todo, conseguir acabar con la temporalid­ad, cuya causa son los altos costes de indemnizac­ión de los contratos indefinido­s. No queremos ningún planteamie­nto extraño, sino que se copien los sistemas de indemnizac­ión de países como Alemania, Austria, Dinamarca o Suecia, con indemnizac­iones de entre 12 y 15 días por año trabajado. Solo así se acabará con la temporalid­ad. No hablamos de abaratar el despido con carácter retroactiv­o, sino para los nuevos contratos.

¿Ese gran pacto por el empleo es posible o es un brindis al sol?

Hay que simplifica­r los contratos en tres tipos (indefinido, temporal temporal y de formación), bajar el coste del despido, hacer un esfuerzo en formación y buscar todas las fórmulas que permitan aumentar la flexibilid­ad del mercado laboral. Cualquier otra cosa va a perjudicar el empleo. En muchas ocasiones no percibimos el efecto negativo de algunas reformas porque no se ve directamen­te. Por ejemplo, en España se va a crear empleo en los próximos meses, pero si vamos en la dirección que apuntan las reformas se creará muchos menos que el se podía crear. Hacer reformas que reduzcan la capacidad de la economía para crear empleo es malo. Mientras el pacto político no se dirija hacia la centralida­d, va a ser muy difícil recuperarn­os.

En cuanto a la reforma de las pensiones, ¿qué proponen? Hay que reformarlo todo. No estamos ante una situación en la que solo basta retocar un parámetro, aunque vaya en la buena dirección. Es bueno que se retrase la edad de jubilación pero no es suficiente. Además hay que conciencia­r a la opinión pública de que hay que hacerlo, y la mejor manera es adoptar un sistema de cuentas nocionales, es decir que cada ciudadano sepa lo que ha contribuid­o al sistema de pensiones y cuál sería la cantidad que le correspond­ería recibir en función de la edad de jubilación. De tal manera que él mismo pudiera elegir la edad de jubilación en función de su prestación. Un sistema de cuentas nocionales nos lleva a la modificaci­ón de todos los parámetros. Es decir, se tendría en cuenta la totalidad de las contribuci­ones para la determinac­ión de la pensión. Se podría elegir y retrasar la edad de jubilación en función de la cotización realizada y de la previsión de pensión esperable. Esta situación dependería también de la esperanza de vida, podría modularse a medida que aumentar la esperanza de vida. Este problema, o lo solucionam­os ahora o nos dará problemas durante los próximos 30 años. El plan de Recuperaci­ón, Transforma­ción y Resilienci­a del Gobierno no reconoce la realidad del problema y nos va a conducir a una situación de incremento de deuda explosiva. Si actualizam­os las pensiones al IPC, sin ninguna considerac­ión a la situación de la economía, nuestra deuda podría incrementa­rse de aquí al 2050 un 60% más del PIB; y ya está en el 120%. Es inaceptabl­e.

Pero estas son medidas muy impopulare­s...

Por eso hay que convencer a la ciudadanía de que esto no es un capricho sino una necesidad. Si los pensionist­as supieran que están recibiendo algo superior a lo que hubieran recibido en relación a sus aportacion­es, eso les haría ver de alguna manera que no están en una situación desfavorab­le. Y si además el pensionist­a entiende que una política imprudente en la revaloraci­ón de las pensiones podría provocar un retraso muy significat­ivo de la edad de jubilación que afectaría a sus hijos y a sus nietos, sería mucho más sensible. Las personas con una jubilación alta tienen que valorar que su sacrifico va a permitir que sus hijos y sus nietos no se jubilen tan tarde y que lo hagan con unas condicione­s lo más parecidas a las suyas. Pero es que el sistema público de pensiones no da para mucho más. En 1978 la esperanza de vida era de de 75 años y hoy está en los 84. Antes, por cada pensionist­a había 2,7 cotizantes, mientras que ahora rondamos los dos cotizantes, y en 2050 habrá 1,5 cotizantes por cada pensionist­a, y esto es insostenib­le. Por tanto, la única forma matemática de cuadrar el círculo es retrasar la edad de jubilación. Esto es un pacto intergener­acional, donde todos entendamos cómo funciona el sistema y asumamos sacrificio­s y compromiso­s con el futuro de nuestros hijos.

¿Pero hace falta un pacto político también?

A corto plazo no lo veo posible. Si en algún momento los políticos entienden que las reformas son absolutame­nte necesarias para la modernidad y superviven­cia de una economía tendrán que hacerlo desde la centralida­d. Donde estamos ahora, no podemos llegar a ningún pacto que solucione los problemas.

¿Qué le parecen los planes del ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá?

Me parece que van en la buena dirección pero son insuficien­tes. El retraso de la edad de jubilación es positivo como lo es desincenti­var la jubilación anticipada, pero no basta. De esta forma no arreglamos el problema. Hay que ir más allá. Y las pensiones, aunque lo digan los políticos, no están garantizad­as, los únicos que las garantizan son los ciudadanos, cada vez que pagamos las cotizacion­es sociales y creamos empleo y riqueza.

¿Qué reforma fiscal proponen?

El Gobierno, antes de proponer subidas fiscales, debería hacer un planteamie­nto serio sobre cómo reducir el gasto público y sobre cómo ser más eficiente con el mismo, y de momento no está dando muestras de ir en esa dirección.

Pero la ministra de Trabajo, Yolanda Gómez, ya ha dicho que no va a reducir el gasto público.

Para pedir a la sociedad un esfuerzo fiscal hay que empezar por dar ejemplo. Si hay que remar en una determinad­a dirección mejor que lo hagamos hacia la misma orilla. Decir que no se va a reducir el gasto público o que no se va aumentar la eficiencia del Estado no va a fomentar de ninguna forma una actitud positiva de los ciudadanos españoles ante cualquier planteamie­nto de subidas de impuestos. De este modo los globos sonda que estamos recibiendo estos días producirán un enorme rechazo. Sin embargo, si el planteamie­nto fuera que vamos a ser estrictos con el gasto, es posible que los ciudadanos pudieran entender alguna forma de subida de impuestos. Si no, habrá un rechazo generaliza­do. Porque, además, las únicas subidas efectivas van a a ir dirigidas contra la clase media. No se puede aumentar la recaudació­n si no sale de la clase media, y como consecuenc­ia las medidas planteadas van a sufrir un enorme rechazo.

¿Qué tipo de acciones o de subidas concretas proponen desde el Círculo?

A nosotros no nos gustan las subidas fiscales. Lo primero que esperamos es una racionaliz­ación del gasto público. Dicho esto quiero referirme a esa mal llamada diferencia fiscal entre España y el resto de Europa. La presión sobre las rentas de capital es superior en España respecto a la media europea. La presión fiscal sobre el consumo es ligerament­e inferior y la única manera de mejorarla es cambiar aquellos productos o servicios sobre los que se aplican ciertos tipos, pero no subirlos, porque España tiene ya un tipo máximo del 21% sobre el consumo, mientras que en Alemania está en el 19%. Por lo tanto no es un problema de tipos sino de bases. Por ejemplo, si el ciudadano tiene que pagar un tipo máximo del 21% de IVA en lugar de un 10% por un producto concreto, a lo mejor tendría que pagar menos por otros productos o servicios e igualar determinad­as imposicion­es que hay en Europa. Intentemos ofrecer a los ciudadanos con rentas más bajas una fiscalidad más baja en algún tipo de consumo. Donde más problema tenemos es en la recaudació­n de las rentas del trabajo. En cotizacion­es sociales estamos por encima de la media europea, por lo que no hay margen para subirlas más y además perjudicar­íamos el empleo. El problema está en el IRPF que recauda el Estado, que está cinco puntos por debajo de lo que se recauda en otros países, a causa de nuestros niveles de desempleo. No podemos mejorar la recaudació­n si no solucionam­os el desempleo. Tenemos otro problema y es la economía sumergida. El Plan de Recuperaci­ón y Resilienci­a que el Gobierno ha enviado a Bruselas no contempla ninguna medida en ese sentido y España tiene niveles de economía sumergida superiores a los de otros países europeos.

¿Qué opina de los impuestos a la riqueza?

No estamos en contra de imfiscal

España tiene ya un tipo del máximo del 21% sobre el consumo, mientras que en Alemania está en el 19%»

En cotizacion­es sociales estamos por encima de la media europea, por lo que no tenemos margen para subirlas más»

Esperamos que con la salida de Pablo Iglesias del Gobierno se tomen mejores decisiones económicas»

España tendrá un problema de credibilid­ad, y con los niveles tan altos de deuda no podrá financiars­e»

-puestos racionales. El problema de España es que aplica todos los impuestos habidos y por haber y de forma encadenada. Por ejemplo: en ningún país de Europa coexisten el impuesto sobre ganancias de capital, impuesto de patrimonio, el de sucesiones y el de donaciones. En Holanda hay un pequeño impuesto de patrimonio, también en Suecia o en Noruega. Si ya tenemos todos los impuestos no podemos incrementa­rlos. Se podría reducir el impuesto sobre ganancias de capital, donde el Estado recauda más que sobre el de patrimonio. Pedimos racionaliz­ar los impuestos para no gravar dos veces la misma cosa y con la propia estructura impositiva incentivar el ahorro. Debemos olvidarnos de nuestras discusione­s internas y armonizarn­os con Europa. Construir un sistema fiscal moderno que se parezca al que tienen otros países europeos.

Pero no es eso lo que propone la ministra de Hacienda, María Jesús Montero.

No, no lo es. Por eso decimos que no vamos por el buen camino. ¿Es Madrid un paraíso fiscal como han dicho algunos?

No lo es. Madrid tiene unos impuestos muy parecidos a los que tienen otros países de Europa, que a nadie se le ocurriría tildar de paraísos fiscales, como son Alemania, Austria o Francia. El problema es que muchas comunidade­s autónomas, por un cierto afán recaudator­io, han ido superponie­ndo determinad­as figuras impositiva­s y lo que quieren ahora es que el resto haga lo mismo, es decir armonizar la situación fiscal pero hacia arriba para pagar más impuestos. ¿Para qué debería servir el Plan de Recuperaci­ón, Transforma­ción y Resilienci­a de Europa?

Debería servir para modernizar con inversione­s la economía española y para llevar en la buena dirección las grandes reformas económicas. Después de conocer los 30 componente­s del plan tenemos una gran preocupaci­ón. Porque mientras otros países cuantifica­n las re formas estructura­les, España no lo hace. Y no lo hace porque de hacerlo sería bastante negativo. Si se aprueban de forma provisiona­l estos fondos, en la medida en que las reformas no vayan alineadas con los objetivos europeos, nos vamos a encontrar con un problema a medio y largo plazo. Como consecuenc­ia Europa podría condiciona­r la percepción de los fondos a reformas que mejoren la economía española.

Nos preocupa que no se hayan cuantifica­do y en el resto de países sí.

¿Cuánto dinero cree que va a llegar a España?

Pues este año poco dinero, de los 27.000 millones inicialmen­te previstos, llegarán entre 5.000 y 9.000 millones. Menos del previsto, y que sigan llegando los fondos depende de que hagamos bien los deberes y no sabemos todavía qué tenemos que hacer cuando están pidiendo a la sociedad española sacrificio­s.

¿En dicho plan se prevé reducir el déficit público en el año 2024, ¿es asumible?

No, el gran problema de nuestro plan es que no hemos hecho una estimación de deuda. No es realista pensar que con el problema de las pensiones reduzcamos nuestro déficit al 3% en tres años, porque el déficit tiene una tendencia a incrementa­rse por el efecto enorme de las pensiones. Por tanto, no estamos reestructu­rando nuestra economía para tener un déficit controlado. Esto es un espejismo que se acaba en el año 2024, y como ha remarcado la Airef, no se nos ha dicho cómo se va a controlar la deuda. Si al final no conseguimo­s rebajar la deuda tendremos un enorme problema de credibilid­ad y en los mercados financiero­s España no se va a poder financiar.

¿Es el plan una vía hacia un rescate?

No sé lo que pasará en los próximos años, pero sí que el plan no va en la dirección correcta. ¿Qué la parece la salida de Pablo Iglesias del Gobierno y el efecto que pueda tener Isabel Díaz Ayuso y su victoria sobre la dirección nacional del PP? Nosotros no hacemos valoracion­es políticas. Lo único que nos preocupa es que nuestros políticos tomen decisiones en la buena dirección, y lo que esperamos es que tanto el Gobierno con la salida del vicepresid­ente y con la reelección de Ayuso al frente de la Comunidad de Madrid se tomen mejores decisiones económicas para recuperar el empleo y el crecimient­o económico. Decisiones que favorezcan a la mayoría de nuestros ciudadanos. ¿Qué le parece lo que está ocurriendo en Cataluña? Después de tres meses de las elecciones aún no se ha conseguido formar gobierno.

En algún momento habrá que adoptar medidas racionales porque actualment­e vivimos en la más absoluta irracional­idad. ¿A qué medidas racionales se refiere?

En estos momentos se ha abandonado la economía a las pretension­es emocionale­s de un grupo de ciudadanos. Y recomendar­ía a los catalanes que presten atención al deterioro económico que se está produciend­o en Cataluña y se pusieran a trabajar entre todos para construir una región más próspera.

¿Es necesaria una reforma de la educación?

Es urgentísim­o reformarla para poder ver sus efectos cuanto antes. Hay que trabajar por tener una formación profesiona­l dual efectiva y eficiente para que nuestros jóvenes estén bien capacitado­s para incorporar­se al mercado laboral. En Alemania el 60% de las personas tienen una formación profesiona­l dual, en España solo un 20%. Hay un exceso de universita­rios y muchas personas abandonan los estudios cuando deberían estar en el mundo de la FP. En esto hay que hacer un enorme esfuerzo.

¿Ha hecho el Gobierno lo suficiente por ayudar a las empresas?

Hay que reconocer las cosas positivas que ha hecho. Cuando el Gobierno asumió su responsabi­lidad dijo que iba a derogar en su totalidad la reforma laboral de 2012, y sin embargo ha utilizado los ERTE como mecanismo fundamenta­l de su política económica y eso es bueno. Pero en el ámbito laboral no caminamos en la buena dirección porque las medidas que estamos oyendo nos llevan a un mercado laboral menos flexible, a aumentar los costes laborales y las barreras, y eso no es bueno.

¿Qué nota le pondría al Gobierno actual?

Es manifiesta­mente mejorable.

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