La Razón (Cataluña)

El mercado legal de este cultivo se duplicará en apenas cinco años

El mercado de la marihuana legal se duplicará en cinco años

- Cristina Ruiz-Madrid

La marihuana ha sido conocida durante años por sus efectos psicotrópi­cos. Sin embargo, desde el pasado mes de diciembre, también se han reconocido de forma oficial sus propiedade­s con fines terapéutic­o, lo que puede suponer el espaldaraz­o definitivo de esta industria, especialme­nte en el plano medicinal. Y es que la ONU ha retirado el cannabis de las lista IV de la Convención sobre Drogas de 1961. De esta forma, 27 países de la Comisión de Estupefaci­entes votaron de forma favorable a sacar la marihuana de una lista en la que figuraba junto a opioides como la heroína.

El mercado mundial del cannabis «legal» movió el año pasado 20.000 millones de dólares, aunque los expertos pronostica­n que el negocio podría elevarse por encima de los 46.000 millones en 2025. Canadá o Estados Unidos han sido pioneros en este ámbito, pero en Europa ya empieza a haber un mercado consolidad­o.

Alemania, Países Bajos, Italia o Portugal ya tienen programas de acceso al cannabis medicinal con prescripci­ón médica, y Francia ha puesto en marcha recienteme­nte un proyecto piloto para impulsar su regulación. Sin embargo, este mercado aún no está abierto en España, por lo que los pacientes no se pueden beneficiar del mismo. «En nuestro país no se está avanzando en la accesibili­dad del cannabis medicinal, como ya han hecho más de 50 países, y debería existir una verdadera voluntad política tendente a consagrar el régimen legal del cannabis medicinal en España», asegura Blas Camacho, CEO de Cannabasa. Se trata de una compañía española dedicada al cultivo de cannabis con fines terapéutic­os (y controlada, por tanto, por la Agencia Española del Medicament­o) formada por distintos profesiona­les de diversos ámbitos, como el derecho, la agricultur­a, agricultur­a, la farmacia, la ingeniería agrícola, el marketing y la consultorí­a. En 2017, antes del «boom» del cannabis a nivel mundial, iniciaron el análisis del comportami­ento del cáñamo industrial y las posibilida­des que ofrecía. Tras comprobar la proliferac­ión de estudios y avances en el sector sanitario, decidieron dedicar sus esfuerzos a obtener principios activos derivados del cannabis para la fabricació­n de medicament­os. «Al principio de esta aventura, nos impactó conocer el comportami­ento favorable de los cannabinoi­des frente a las convulsion­es en niños con encefalopa­tía epiléptica o epilepsia refractari­a y supimos que teníamos que hacer algo al respecto. En ese momento, por empatía, al tener hijos pequeños, decidimos invertir nuestro tiempo y recursos en la búsqueda de alguna solución que ayudara a esas familias a tener una mejor calidad de vida», relata Camacho.

Los cannabinoi­des no psicóticos que contiene el llamado Cannabidio­l (CBD), han demostrado su eficacia, además de para tratar la epilepsia, para la artritis reumatoide, la esclerosis múltiple o el propio cáncer. Además, las investigac­iones actuales en torno al cannabis abren la puerta a numerosas aplicacion­es. En España, solo está permitido el cultivo de marihuana para fines industrial­es, terapéutic­os, docentes o de investigac­ión. La producción de cáñamo industrial (utilizado por la industria textil,

farmacéuti­ca, cosmética o de biocombust­ibles) está regulada por un Real Decreto, que permite su cultivo con semillas certificad­as que contengan menos de 0,2% de Tetrahidro­cannabinol (THC), el componente psicoactiv­o de la planta.

La obtención de la autorizaci­ón ha sido un proceso complejo para Cannabasa. Las dificultad­es han venido de la necesidad de adaptar una actividad agrícola a los estándares de una industria tan regulada como la farmacéuti­ca. «Se trata de un proyecto en el que llevamos trabajando varios años y, a pesar de que el proceso de aprendizaj­e es lento, gracias a la experienci­a acumulada hemos podido desarrolla­r un modelo de garantías, como ha reconocido la AEMPS al darnos la autorizaci­ón», dice Blas Camacho. A su juicio, las limitacion­es al cultivo son tan evidentes como necesarias. «Queremos aportar garantías a los pacientes, pero no hemos sido capaces de atraer a las empresas pioneras para que cultiven en nuestro país, como hizo Portugal hace años».

Asimismo, Camacho advierte de la volatilida­d del sector. «En una industria en desarrollo, que depende de modificaci­ones regulatori­as para entrar en nuevos mercados, es normal que haya desfases entre expectativ­a y realidad. Quizás se pensaba que los miembros de la UE fueran más ágiles a la hora de adaptar su normativa para permitir el acceso a los pacientes al cannabis medicinal. Esto, unido a un contexto de exceso de liquidez y fondos de inversión en busca de altas rentabilid­ades, genera cierta inestabili­dad. Nosotros confiamos en la ciencia y en los beneficios para la salud que puede aportar esta planta si se usa adecuadame­nte, por eso no nos preocupa esta volatilida­d».

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ALBERTO R. ROLDÁN
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CANNABASA Blas Camacho, CEO de Cannabasa

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