La Razón (Cataluña)

Máxima de Holanda

cumple 50 años en su peor momento

- Mirentxu Arroqui-Bruselas

Una biografía no autorizada la presenta como una mujer, producto de la sociedad clasista, que solo ansiaba «casarse bien»

Hoy la reina Máxima de los Países Bajos cumple 50 años siendo uno de los miembros más queridos y admirados de la Casa Real holandesa, aunque con un descenso de su popularida­d. El último sondeo del mes de abril muestra una caída notable de la aprobación de los holandeses hacía la argentina que ha pasado de un 83% a un 68%.

Coincidien­do con su cumpleaños, varias biografías no autorizada­s hacen repaso de la vida de la actual Reina y dan una imagen de ella algo menos idílica de la acostumbra­da. El mejicano Rodolfo Vera Calderón y la argentina Paula Galloni presentan en su libro: «Máxima. La construcci­ón de una reina» a una mujer aleccionad­a desde niña por su padre para «casarse bien». Según los autores la actual soberana es una mujer con grandes habilidade­s sociales: natural, simpática y divertida, un auténtica encantador­a de serpientes que ha utilizado estas dotes para conseguir todo aquello que siempre se ha propuesto.

Más que una mujer interesada o una trepadora social, Máxima es producto de su familia y sus circunstan­cias. «En América Latina las sociedades son muy clasistas. Para ascender o avanzar económica o socialment­e tienes que aprender a relacionar­te. En estas sociedades tristement­e no hay una igualdad de oportunida­des para todo el mundo», explica Vera Calderón para quien el padre de Máxima tenía «esa escuela» cuando se casa con «una mujer de dinero, con tierras. A través de ella entra en el círculo de los terratenie­ntes que en Argentina son familias poderosas. Aunque él nunca fue un terratenie­nte, lo fueron acercando al poder político y se convirtió en secretario de Agricultur­a de un dictador».

Debido a este ascenso progresivo de sus padres en la escala social, Máxima Zorreguiet­a siempre formó parte de círculos exclusivos, aunque su familia era de clase media, no rica. En cierta forma la actual reina siempre fue una desclasada, con una gran habilidad para adaptarse a diferentes ambientes. Zorreguiet­a estudió en la escuela de Northlands, una de las más elitistas del país.

Tras estudiar Economía en Argentina y tener sus primeros empleos en entidades financiera­s, Máxima partió rumbo a Nueva York sin tener trabajo. Nada más llegar, su amistad con Raúl Sánchez Elía, emparentad­o con los Botín, hizo que se codeara con otros jóvenes latinoamer­icanos de familias ricas. Fue una vieja compañera del colegio a la que se reencontró en Manhattan la que organizó un cita de dobles de parejas, con un viaje a la Feria de Sevilla en la que las dos jóvenes argentinas tendrían de acompañant­es a Guillermo de Holanda y Federico de Dinamarca.

Nada más conocerla, el joven príncipe se enamoró locamente de Máxima y semanas después fue a visitarla a Nueva York. A pesar de la obsesión de Máxima por «casarse bien», nadie niega que la relación entre los actuales soberanos haya sido un amor auténtico. Tras desvelarse el idilio y tras comprobar que la relación iba el serio, la actual reina pidió un traslado a Bruselas para seguir trabajando en la banca. En realidad, en la capital comunitari­a comenzó su preparació­n como futura reina de la Casa Orange: estudió holandés durante 8 horas el día y consiguió dominarlo en seis meses, lo que conquistó a los holandeses.

«Llegó a dónde quiso llegar»

«Fue muy perseveran­te, es una mujer muy resiliente. Máxima con sus luces y sus sombras es una ganadora, es una mujer que llegó a dónde quiso llegar, superó con creces las expectativ­as de sus padres», explica el autor de libro. Como princesa y después reina, Máxima ha sabido construirs­e a sí misma a base de naturalida­d y sonrisas. En ningúnmome­nto se le ve incómoda o envarada por ser el centro de atención y ha sabido reinterpre­tar el boato de la monarquía con sus atuendos coloridos y quizás algo extravagan­tes.

A pesar de esto, la reina ha cometido importante­s errores como asesora de su marido. Aunque no se ha criado en palacio, no siempre parece entender el pulso de la calle. Antes de su polémico viaje a Grecia en plena pandemia, sus planes iniciales de comprar una segunda residencia en Mozambique (África) acabaron siendo abortados ante la oposición del país por los altos costes de la vivienda y desplazami­entos. También ocasionó polvareda la multimillo­naria remodelaci­ón de su residencia habitual. Pero hasta ahora, su sonrisa había conseguido eclipsar cualquier patinazo.

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EFE La reina Máxima Zorreguiet­a, feliz y resplandec­iente en su cincuenta cumpleaños

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