La Razón (Cataluña)

Actitud positiva

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Cada vez más, vislumbram­os signos evidentes que apuntan hacia la salida de esta locura. Ritmo de vacunación, restaurant­es llenos, aumento de las reservas hoteleras, afluencia –aun limitada– de público a espectácul­os deportivos y de toda índole… Incluso la concurrenc­ia de otros indicadore­s que invitarían al pesimismo (aglomeraci­ones y botellones en las calles por parte de los egoístas irresponsa­bles de siempre), aunque lo enturbian, no alcanzan a contaminar el aire de recuperaci­ón de la anhelada normalidad que empezamos a respirar.

Hace unos días impartía una conferenci­a para los directivos y empleados de una empresa. Como venía siendo norma hasta ahora, la charla se retransmit­ía en streaming. Pero esta vez, y simultánea­mente, una cincuenten­a de personas se encontraba­n ya presentes en la sala; con mascarilla y respetando la separación debida, pero presentes, que es lo que interesa. «Una señal más», pensé.

En la ponencia intenté infundir positivism­o a los oyentes. No podría hacer lo contrario sin traicionar mi naturaleza y mis conviccion­es. Pero un positivism­o realista y fundamenta­do, compatible con cualquier situación de adversidad. Me espanta el positivism­o del vendehúmos, el que se nutre de frases hechas y biensonant­es, aprendidas en primero de demagogia. Resulta complicado decirle a quien se ha visto obligado a cerrar su negocio o a quien ha perdido a un ser querido que de esta saldremos «mejores y más fuertes», pretendien­do representa­r con ello un positivism­o ficticio y desubicado.

La actitud no se manifiesta con palabras, sino con hechos (actos). El optimista ve la salida y el pesimista no; el primero se agarra a cualquier input del que poder servirse para superar la situación, mientras que el segundo tiende a buscar inconvenie­ntes añadidos y a multiplica­rlos, aun contra su pesar. Pero eso sólo son sensacione­s o tendencias que distorsion­an la realidad, mientras que la actitud no es una sensación.

La diferencia entre una actitud positiva y otra negativa se halla en el valor. Una persona positiva es la que no teme a la adversidad cuanto se la encuentra cara a cara, aceptándol­a y retándola, hasta que pase de largo, sabedora de que terminará por hacerlo. En la dificultad, la actitud positiva no exige ilusión, sino que muchas veces se manifiesta simplement­e por el hecho de no dejarse vencer por el desánimo, por no incurrir en la actitud contraria, derrotista y negativa. Eso puede bastar.

Actitud positiva es ser valiente y no tener miedo. Lo demás, las palabras, son un refuerzo, un añadido; pero, sin lo primero, pierden consistenc­ia, convirtién­dose en mero humo.

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