La Razón (Cataluña)

Los tiburones nos tienen calados

- Julio Valdeón

A un lado, Europa, club de vals crepuscula­r pero confortabl­e; al otro, África, comida por la miseria, el absolutism­o y la disentería. Con las gónadas machacadas por los yihadistas y millones de jóvenes sin más futuro que esnifar pegamento, enrolarse en una milicia, practicar en el medievo que propone el radicalism­o islámico o morirse de asco con los ojitos bendecidos de moscas. Como acabo de leer, lo raro no es que lleguen hasta nosotros, sino que no lo hagan más a menudo. Pero cuidado: los hombres que bracean son algo más que kamikazes. Los ha enviado Marruecos como soldados de una maniobra bien engrasada. Cuesta encontrar precedente­s de un país dispuesto a sacrificar a los suyos con semejante impudicia. Todo vale contra España, que no ha celebrado la decisión de la Casa Blanca, cuando Trump santificó la anexión del Sáhara Occidental. Rabat usa a los pobres como fichas en el casino. Con la esperanza de ganar puntos y la seguridad que confiere saber que tiene a Washington de su parte. Joe Biden, que tanto mira a España con carita de embeleso, según la ministra heredera, sigue sin telefonear a Pedro Sánchez. De paso le ha encasqueta­do un informe sobre derechos humanos del Departamen­to de Estado que pone en solfa la actuación de Moncloa respecto a la libertad de expresión. Tampoco piensa revertir las líneas maestras trumpianas respecto al Sáhara. En cuanto a Sánchez, anda tan ensimismad­o con los prodigios de 2050

que rehuye el presente. Frente a semejante carajal la prosa coachde

Iván Redondo borbotea como el blandiblú en la marmita de un ridículo que no hay quinoa conceptual que arregle. Fernando Grande-Marlaska sostiene que Ceuta y Melilla son tan españolas como Madrid o Barcelona. Un gobierno grogui, con unos socios que apoyan la ruptura del Estado, promete defender la integridad territoria­l con el empeño ya demostrado en Cataluña. Su mensaje suena tan tranquiliz­ador como una conferenci­a de autoayuda en la cubierta del Titanic. No descarten que del lado marroquí todo sea chantaje, buscando parné como Turquía. Desde 2017 a España se le ha puesto jeta de primo. Los tiburones, que lo saben, hacen cola para estrujarno­s.

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