Díaz-Ayuso, presidenta y lideresa del toreo
La plaza de Vistalegre en Carabanchel hoy parecía el escaparate del mejor San Isidro. Tendidos abarrotados en la medida del aforo pandémico, corbatas en las barreras y la presidenta Ayuso, oficiando sin oficiar, como lideresa de la tarde. Nada será igual en Madrid después del 4-M y el carisma rejuvenecido de la presidenta madrileña, hoy vestida de un casual campestre, se ha desparramado por el coso carabanchelero y como las tardes de relumbrón, junto a Ayuso estaba la Infanta Elena y un ramillete de socialités donde se podía encontrar a Juan Pedro Domecq, el bodeguero de Marqués de Murrieta, Vicente Cebrián, también Conde, a
Pepe Hidalgo, conocido como Pepe «Aviones», Adolfo Suárez Illana y otros habituales de los toros de caché. Lo importante era un ambiente muy proclive a lo taurino, es la amabilidad de un público, nuevamente dominado por la juevntud, cada vez más militante del arte de Cúchares y el respeto a toros y toreros. En este raramente llamado palacio, monumento de hormigón y de anómala estructura, se han dado cita los peregrinos del toreo, incluidos muchos ajenos a los madriles y que han celebrado la tarde como cita fundamental. El mano a mano acartelado por el peruano Roca Rey, que sigue considerado por parte de la afición viajera como el actual monarca del toreo, y del muy sevillano Pablo Aguado, con su idea clásica, ha avivado las taquillas y algún fugaz reventa. Luego tres ganaderías diferentes con un comportamiento de los toros bonancible han permitido el triunfo del limeño y el sello y buen gusto con el capote de Aguado. Pero cuando caía la tarde tanto la Infanta Elena comola presidenta salían entre selfis.