«NO VAMOS A ACEPTAR EL MÁS MÍNIMO CHANTAJE, CON ESPAÑA NO SE JUEGA»
HayHay un principio que se maneja no sé si con rigor en la física, al menos en la de andar por casa, que apunta que todo espacio vacío tiende de forma natural a ser llenado. En el terreno de las leyes que ordenan nuestro universo, hablamos de un campo tan complejo como remoto para los no versados, en la política, en cambio, se trata de una norma más que refrendada. El presidente Sánchez es un asiduo al vacío. A evaporarse en cuanto su instinto de supervivencia le alerta de que hay que poner pies en polvorosa antes de que el barro salpique o a algún tipejo desagradable le dé por recordar que está al mando del país o sea por blandir lo que es la lealtad y la función de la magistratura. Su capacidad para la estampida se ha tornado legendaria. Es intolerante a las malas noticias que la propaganda no puede edulcorar. Lo ha hecho en la pandemia, la recesión, la depresión, Cataluña y ahora Ceuta
y Marruecos, entre otras. Su cameo de unas horas, helicóptero incluido, el día de la invasión del territorio soberano español por parte del Reino de Marruecos y posterior mutis hasta la fecha ha retratado una manera de ser y estar en la política. Como ha olido el peligro, ese que indica que no tiene nada que ganar en 2021, se ha teletransportado a 2050, que es el país de Nunca Jamás y de la eterna felicidad. Más vacío presidencial que cubrir en tiempos de tribulación y algo de cólera. Ese ingrato papel le ha correspondido a la ministra Robles, que se ha pronunciado con la firmeza debida a la agresión de Rabat. «No vamos a aceptar chantajes, la integridad de España no es negociable ni está en juego y vamos a usar todos medios necesarios para garantizar la integridad territorial y vigilar las fronteras. Con España no se juega». Es el discurso y el tono que cabía esperar. Ha llenado dignamente parte de la oquedad institucional, que no toda, en un gabinete en el que al mismo tiempo responsables como Celaá se refería al «mal rato» pasado en Ceuta o Ábalos rebajaba a anécdota que parte del consejo de ministros exigiera la autodeterminación del Sáhara. Por lo demás, tampoco parece que lo de Marruecos sea historia en 2050.