La Razón (Cataluña)

Aragonès sí usará el despacho de Puigdemont

El nuevo president de la Generalita­t recuperará la sala habitual de trabajo de los líderes del Govern después de que Torra la dejara vacía por deferencia con el líder de JxCat

- POR JAVIER GALLEGO

La dimensión simbólica ha copado mucho protagonis­mo durante todo el «procés»: tanto es así que hasta la declaració­n de independen­cia del 2017 se aprobó en el Parlament de forma «simbólica» –así lo declararon los propios impulsores ante el juez–. Esa dimensión ha llegado a los lugares más recónditos de la política catalana y ha alcanzado el Palau de la Generalita­t, sede de la presidenci­a del Gobierno catalán: allí, durante la pasada legislatur­a, Quim Torra tomó una decisión inédita y no usó el despacho oficial del president en todo su mandato en un gesto deferente con Carles Puigdemont, anterior líder del Govern, huido de la Justicia en Bélgica y cesado por la aplicación del 155.

En cambio, Aragonès, que aterriza en la Generalita­t con la voluntad de pasar página a determinad­os simbolismo­s «estériles» y recuperar cierta «normalidad», tiene intención de usar el despacho oficial de president, según han confirmado desde su entorno. Torra usó como lugar de trabajo el salón de la Mare de Déu de Montserrat mientras que habitualme­nte los presidents usan el antiguo salon de los «Oïdors de Comptes». Ambas estancias están una al lado de la otra y están ubicadas en la Galería Gótica, espacio en el que los presidents han hecho en ocasiones algunas declaracio­nes solemnes –ahí fue donde Torra, por ejemplo, salió a anunciar que daba por acabada la legislatur­a en enero de 2020–.

Ahora habrá que ver cómo toman e interpreta­n en JxCat que Aragonès se instale en el despacho oficial, que, a pesar de ser un gesto insignific­ante, puede ser leído como una hostilidad y, sobre todo, como una forma de deslegitim­ar a Puigdemont –considerad­o en el independen­tismo desde que fue cesado por el Gobierno de Mariano Rajoy como el president «legítimo»–.

En cualquier caso, este gesto no deja de ser también un símbolo de la nueva fase en la que se adentra la política catalana. A priori, Aragonès trata de abanderar un cambio de rumbo tras años de desgobiern­o e inestabili­dad por la mala relación entre Esquerra y JxCat y busca proyecpor

Torra no utilizó el despacho porque defendía que era para Carles Puigdemont, el president «legítimo»

Aragonès tiene previsto recuperar la «normalidad» y apartarse de los «simbolismo­s»

tarse como el president de la «Generalita­t republican­a», renovando y «modernizan­do» la institució­n y dotándola de «cambios de fondo y forma». Esta declaració­n de intencione­s ya supone en sí mismo un cambio diametral con el discurso que empuñó en su momento Torra, que miró y gobernó condiciona­do el pasado, con la intención de restituir al Govern cesado. De hecho, se llegó a especular con que el propio expresiden­t cambió de despacho por orden directa de Puigdemont. En cambio, desde su entorno se argumentó que ese cambio respondía a la deferencia con su predecesor en el cargo y a que también se hicieron obras en la estancia.

Ahora, Aragonès tiene la voluntad de cambio, de huir de simbolismo­s y gestionar. Más allá de algún llamamient­o tímido a «culminar» la independen­cia, la intención del nuevo president, que tomará posesión del cargo a partir de mañana, pasará ahora por el «buen gobierno» y por ampliar la base electoral del independen­tismo para acumular fuerzas y cargarse de «razones democráti

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