Aragonès sí usará el despacho de Puigdemont
El nuevo president de la Generalitat recuperará la sala habitual de trabajo de los líderes del Govern después de que Torra la dejara vacía por deferencia con el líder de JxCat
La dimensión simbólica ha copado mucho protagonismo durante todo el «procés»: tanto es así que hasta la declaración de independencia del 2017 se aprobó en el Parlament de forma «simbólica» –así lo declararon los propios impulsores ante el juez–. Esa dimensión ha llegado a los lugares más recónditos de la política catalana y ha alcanzado el Palau de la Generalitat, sede de la presidencia del Gobierno catalán: allí, durante la pasada legislatura, Quim Torra tomó una decisión inédita y no usó el despacho oficial del president en todo su mandato en un gesto deferente con Carles Puigdemont, anterior líder del Govern, huido de la Justicia en Bélgica y cesado por la aplicación del 155.
En cambio, Aragonès, que aterriza en la Generalitat con la voluntad de pasar página a determinados simbolismos «estériles» y recuperar cierta «normalidad», tiene intención de usar el despacho oficial de president, según han confirmado desde su entorno. Torra usó como lugar de trabajo el salón de la Mare de Déu de Montserrat mientras que habitualmente los presidents usan el antiguo salon de los «Oïdors de Comptes». Ambas estancias están una al lado de la otra y están ubicadas en la Galería Gótica, espacio en el que los presidents han hecho en ocasiones algunas declaraciones solemnes –ahí fue donde Torra, por ejemplo, salió a anunciar que daba por acabada la legislatura en enero de 2020–.
Ahora habrá que ver cómo toman e interpretan en JxCat que Aragonès se instale en el despacho oficial, que, a pesar de ser un gesto insignificante, puede ser leído como una hostilidad y, sobre todo, como una forma de deslegitimar a Puigdemont –considerado en el independentismo desde que fue cesado por el Gobierno de Mariano Rajoy como el president «legítimo»–.
En cualquier caso, este gesto no deja de ser también un símbolo de la nueva fase en la que se adentra la política catalana. A priori, Aragonès trata de abanderar un cambio de rumbo tras años de desgobierno e inestabilidad por la mala relación entre Esquerra y JxCat y busca proyecpor
Torra no utilizó el despacho porque defendía que era para Carles Puigdemont, el president «legítimo»
Aragonès tiene previsto recuperar la «normalidad» y apartarse de los «simbolismos»
tarse como el president de la «Generalitat republicana», renovando y «modernizando» la institución y dotándola de «cambios de fondo y forma». Esta declaración de intenciones ya supone en sí mismo un cambio diametral con el discurso que empuñó en su momento Torra, que miró y gobernó condicionado el pasado, con la intención de restituir al Govern cesado. De hecho, se llegó a especular con que el propio expresident cambió de despacho por orden directa de Puigdemont. En cambio, desde su entorno se argumentó que ese cambio respondía a la deferencia con su predecesor en el cargo y a que también se hicieron obras en la estancia.
Ahora, Aragonès tiene la voluntad de cambio, de huir de simbolismos y gestionar. Más allá de algún llamamiento tímido a «culminar» la independencia, la intención del nuevo president, que tomará posesión del cargo a partir de mañana, pasará ahora por el «buen gobierno» y por ampliar la base electoral del independentismo para acumular fuerzas y cargarse de «razones democráti