La Razón (Cataluña)

¿Será seguro respirar en la oficina?

Un grupo de investigad­ores pide a la OMS una revolución laboral para mejorar la ventilació­n de los edificios y monitoriza­r el aire en zonas con muchos trabajador­es

- Jorge Alcalde Jorge Alcalde es director de “Esquire”

Volver a trabajar después de la pandemia. Ese es uno de los nuevos retos a los que pronto la sociedad deberá enfrentars­e. La vuelta a las oficinas llenas, a los horarios extendidos y al uso masivo de medios de transporte supone una oportunida­d para cambiar algunas viejas costumbres, desterrar algunos vicios adquiridos y mejorar también muchas de las prácticas laborales que nos han acompañado a lo largo de los últimos años.

Pero ya no podremos olvidar nunca que hemos convivido con un virus que ha sido capaz de poner patas arriba a nuestra civilizaci­ón. La vuelta al trabajo se hará siempre con la huella que la experienci­a pandémica ha dejado entre nosotros.

Esa es la tesis qué hay detrás de la propuesta que acaban de publicar en la revista Science de investigad­ores internacio­nales en un comunicado en el que exigen a la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) un cambio de paradigma en los criterios sanitarios relacionad­os con la seguridad laboral. En concreto, reclaman nuevas normas de cumplimien­to internacio­nal relacionad­as con la calidad del aire dentro de las oficinas y centros de trabajo, y nuevas guías de control de patógenos, virus y otros microorgan­ismos transmisib­les por el aire.

Si el siglo XIX contó con su revolución en el ordenamien­to de las ciudades que condujo a una mejora del tratamient­o de las aguas residuales y de los servicios sanitarios domésticos, fundamenta­l para el desarrollo de una sociedad moderna, el siglo XXI, dicen los autores del comunicado, deberá también contar con una nueva revolución aunque en este caso dedicada a la salud en el entorno laboral para protegerno­s de nuevas futuras pandemias.

Ausencia de patógenos

«Necesitamo­s establecer nuevos criterios que aseguren que el aire en nuestros edificios es suficiente­mente limpio y ausente de patógenos para contribuir al control de nuevas plagas», ha declarado uno de los autores principale­s del comunicado, el profesor Morawska. En opinión de estos expertos el mantenimie­nto de los estándares de vendecenas

A nivel internacio­nal existe una gran disparidad de criterios sobre qué se considera un centro de trabajo saludable

Los autores coinciden en que la transmisió­n de enfermedad­es por aerosoles sea considerad­a un factor de riesgo laboral

de los edificios debería incluir una mejora en las corrientes de aire, un aumento de los mecanismos de filtración, la incorporac­ión de nuevas tecnología­s de desinfecci­ón y la obligación de monitoriza­r la calidad del aire en espacios públicos en los que se reúna un determinad­o número de personas.

Internacio­nalmente, existe una gran disparidad de criterios a la hora de establecer qué se considera un centro de trabajo sano. Durante décadas diferentes gobiernos han prolongado gran cantidad de legislacio­nes e invertido buena parte de sus presupuest­os en materias como seguridad alimentari­a, aguas sanitarias, agua potable o desarrollo de espacios sostenible­s. Sin embargo, el estudio y la mejora de las condicione­s del aire en los centros de trabajo han sido comúnmente olvidados en las estrategia­s de Sanidad de la inmensa mayoría de los países industrial­izados. La llegada de la pandemia de Covid-19 ha puesto de manifiesto la importanci­a de tener también en cuenta esta situación a la hora de establecer llas normativas básicas de sanidad. Ese es el motivo por el que este grupo de científico­s internacio­nales hace un llamamient­o para cambiar de manera radical los paradigmas de prevención de enfermedad­es respirator­ias y pone su foco fundamenta­lmente en los centros de trabajo.

Los científico­s son consciente­s de la dificultad de detener las futuras pandemias que puedan llegar transmitid­as por aerosoles. En primer lugar, porque estas fuentes de infección son verdaderam­ente complejas y su presencia, muy difícil de trazar. En segundo lugar, porque la mayoría de los edificios en los que vivimos y trabajamos han sido construido­s sin tener en cuenta esta posible amenaza.

Buena parte de los sistemas de construcci­ón modernos le han prestado muy poca atención a la transmisió­n de enfermedad­es por aerosoles. Tradiciona­lmente, las principale­s preocupaci­ones de los arquitecto­s e ingenieros han sido el confort térmico, el control de los olores, la accesibili­dad de los edificios, la ergonomía de los puestos de trabajo, y otros muchos aspectos que han convertido nuestras oficinas en lugares más agradables, pero han olvidado de manera quizás inadvertid­a la calidad del aire.

Patógenos que se esparcen

No cabe duda hoy, sin embargo, de que las infeccione­s respirator­ias están causadas por patógenos que emitimos los seres humanos y que se esparcen en pequeñas partículas o aerosoles a muchos metros de distancia de nuestro puesto de trabajo y que esa realidad indiscutib­le debería condiciona­r también el modo en el que se diseñan precisamen­te esos centros laborales.

Es por eso por lo que los científico­s proponen todo un catálogo de la ventilació­n del futuro: una suerte de guía de trabajo que debería formar parte de todas las legislacio­nes de seguridad laboral de la nueva generación de edificació­n.

Entre las exigencias que se proponen se encuentran, por ejemplo. la monitoriza­ción de las cantidades relativas de dióxido de carbono en el aire, la especifica­ción de ratios mínimos de ventilació­n en función del aforo de los edificios, la obligatori­edad de cumplir unos rangos mínimos de acceso de aire del exterior a los locales cerrados, y el impulso al desarrollo de nuevas tecnología­s que permitan flexibiliz­ar las máquinas de ventilació­n en función de los aforos y las necesidade­s laborales.

¿Pero qué medidas concretas proponen los autores de este informe publicado en la revista Science? Para empezar sugieren que el riesgo de transmisió­n de enfermedad­es respirator­ias por aerosoles sea tenido en cuenta como un posible factor de riesgo laboral en el futuro y aparezca de ese modo en las legislacio­nes de trabajo. Se sugiere que la Organizaci­ón Mundial de la salud debería emitir una lista de posibles patógenos transmitid­os por medio de aerosoles que se incluyese en las especifica­ciones de cualquier nuevo edificio a constilaci­ón truir. Además, se solicita que exista un estándar internacio­nal de medidas de seguridad que contemple las normas de ventilació­n dentro de una oficina y que obligue al mismo tiempo a las empresas a disponer de sistemas de monitoriza­ción de la calidad del aire con el mismo énfasis con el que hoy se obliga por ejemplo a las empresas constructo­ras a disponer de diferentes sistemas de seguridad para sus empleados.

El informe no desarrolla una memoria económica del coste que podría suponer globalment­e la puesta en marcha de estas medidas de protección frente a los patógenos, aunque evidencia que el coste de nuevas pandemias que tuvieran su origen en la acumulació­n de individuos en los centros de trabajo una vez superadas todas las limitacion­es del actual estado pandémico excedería con creces cualquier inversión necesaria.

Solo como ejemplo, el daño mensual producido por la pandemia de Covid-19 se ha estimado, según los análisis más conservado­res, en un billón de dólares. Además, estas medidas propuestas podrían servir también para limitar la expansión de otras enfermedad­es como, por ejemplo, la gripe. Solo en Estados Unidos la gripe supone unas pérdidas de cerca de 11.000 millones de dólares al año. Si se le añaden otras enfermedad­es de transmisió­n aérea el coste anual en ese país puede llegar a los 40.000 millones de dólares.

En definitiva, la vuelta a la normalidad será una gran noticia pero nos obligará a seguir teniendo en cuenta durante mucho tiempo la experienci­a adquirida durante esta pandemia de Covid-19. No estamos a tiempo de producir un cambio en el diseño y desarrollo de los todos los edificios y centros de trabajo ya existentes, pero sí de plantear normativas para todos los de nueva construcci­ón. La nueva reforma laboral no será solo una cuestión de políticas salariales, sino que incorporar­á, o al menos debería hacerlo, un set de medidas específica­mente diseñadas para evitar en lo posible una nueva pandemia cuyo origen puede estar precisamen­te en la ansiada vuelta al trabajo.

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ALBERTO R. ROLDÁN Pilar Rivera es una de los miles de españoles que teletrabaj­an durante la pandemia
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