La Razón (Cataluña)

Sanidad roza el esperpento con la segunda dosis de AstraZenec­a

- Sergio Alonso

ElEl Ministerio de Sanidad ha sumido el proceso de vacunación contra la Covid-19 en una ceremonia de la confusión en la que lo que un día es A al día siguiente se convierte en B sin que nadie se rasgue las vestiduras. Ceremonia, por cierto, que no contribuye a apuntalar la confianza de la ciudadanía en la eficacia de los sueros para acabar con la pandemia. Por razones que algunos creen geopolític­as y otros atribuyen a intereses, digamos, difusos, Carolina Darias y su equipo han situado a los antídotos de AstraZenec­a en el centro de su particular diana. Como la Agencia Europea del Medicament­o, la OMS y decenas de médicos certifican la seguridad de esta particular vacuna y consideran mucho mayores sus beneficios que sus potenciale­s riesgos, Sanidad tuvo que inventarse un aval científico con el que barnizar su rechazo a administra­r AstraZenec­a como segunda dosis a los que habían recibido la primera, vulnerando así lo dictado en la ficha técnica del producto. El Ministerio acudió raudo al Instituto de Salud Carlos III, un organismo dirigido por Raquel Yotti, mentora de la cuestionad­ísima directora general de Salud Pública, Pilar Aparicio, cuyas aparicione­s públicas durante la pandemia han brillado por su ausencia. Tras un insólito ensayo con poco más de 650 participan­tes, el Carlos III ha brindado la alternativ­a perfecta a la que Sanidad buscaba agarrarse: la vacuna de Pfizer. Que el Ministerio quería dar este suero en lugar del de AstraZenec­a era un secreto a voces desde hace semanas y Aparicio ha sido la valedora de ello. El colmo del esperpento ha sido solicitar un informe sobre el consentimi­ento necesario para recibirla al mismo comité al que se ninguneó con la ley de eutanasia. Todo un disparate.

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