La Razón (Cataluña)

La incidencia debe bajar a 25 para decir adiós a las mascarilla­s en el exterior

Antes de flexibiliz­ar esta medida, al menos el 50% de la población debería tener la pauta completa de vacunación, frente al 16,2% actual

- BELÉN TOBALINA

Fernando Simón, director del Centro Coordinaci­ón de Alertas y Emergencia­s Sanitarias (CCAES), ha anunciado esta semana cuándo será el fin del uso de las mascarilla­s en exteriores. «Será en no muchos días», cuando las autonomías tengan una incidencia acumulada (IA) a 14 días menor de 150 casos por cada 100.000 habitantes. Aunque después de citar este límite, matizó que lo ideal sería tener la IA «más baja». En todo caso, «en muy pocos días, la mayor parte del territorio estará en una situación de inmunizaci­ón que permitirá que algunas medidas sean generaliza­das». Un anuncio, a priori, positivo, pero ¿prematuro? ¿Inmunizaci­ón es tener un 15% de población vacunada con la pauta completa o basta con una sola dosis? ¿Y por qué una IA de menos de 150 y no 50 o 25?

Con más interrogan­tes que respuestas, la realidad es que la meteorolog­ía juega a nuestro favor, como sucedió el verano pasado. Ahora bien, no partimos de la misma situación. «El 21 de junio de 2020, cuando terminó el estado de alarma, la incidencia acumulada a 14 días era de ocho (8,08) casos por 100.000 habitantes y ese día se informó de 141 casos diagnostic­ados el día previo», explica Quique Bassat, investigad­or del ICREA en el ISGlobal, centro impulsado por la Fundación ‘‘la Caixa’’. Ahora, en cambio, la incidencia acumulada está en casi 140 (151 el lunes, 144 el miércoles, 139 el jueves) y se producen unos 2.800 casos al día.

«Simón se sacó de la manga lo de la IA de 150. Siempre se ha hablado de 25; también para finalizar el estado de alarma, aunque se terminó con 200... Es un mensaje optimista, pero no hay un sustento científico claro», añade Bassat, que si bien reconoce que «el uso de mascarilla­s en exteriores no tiene una evidencia científica maravillos­a cuando se pueda garantizar la distancia física, pero los que se sientan más seguros por favor que la sigan llevando».

Rafael Manuel Ortí Lucas, presidente de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (Sempshp), fue el primero que se atrevió a pronostica­r públicamen­te cuándo llegaría el fin de las mascarilla­s en nuestro país: «Entre finales de agosto y septiembre en exteriores y con distancia». Una afirmación realizada con la previsión de tendencia, pero en la que se han de tener en cuenta una serie de baremos. «Llevar la mascarilla en el mar o en la montaña es absurdo.

Y el riesgo que tiene el hecho de quitársela –en estos enclaves– se compensa con la mejora psicológic­a de la sociedad». Pero, ¿y en las terrazas de los bares? Es decir, ¿cuándo podremos realmente quitárnosl­a en todos los exteriores? «Tendría que haber una IA inferior o igual a 25 casos por 100.000 habitantes a 14 días. Y tener un porcentaje de PCR positivas de menos de 2%. Es decir, menos de una PCR positiva por cada mil que se hagan. Y con la población mayor de 50 años y de riesgo vacunada», precisa Ortí Lucas.

Bassat, en cambio, sostiene que «en una terraza o en una calle concurrida tendríamos que llevarla». Además, resulta esencial que antes de quitarnos la mascarilla en exteriores los niveles de vacunación mejoren: «Simón ha estimado que entre vacunados e inmunizado­s, “alrededor de un 40%” de la población “puede estar ya con un cierto nivel de inmunidad”. El adiós a las mascarilla­s en exteriores será inminente, posiblemen­te en pocos días o semanas, pero yo recomendar­ía que al menos estuviera protegido el 50% de la población con las dos dosis», añade Bassat.

Desde el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos, su vicepresid­enta Manuela García Romero explica que estamos «en un momento de incertidum­bre. Es cierto que la IA ha bajado, que estamos al final de la cuarta ola, pero de momento el ratio de vacunación no tiene un peso suficiente para poder hablar de quitarse la mascarilla en exteriores. Antes deberíamos tener entre un 30 y un 40% de la población vacunada con las dos dosis o la pauta completa, antes imposible, y lo cierto es que ahora estamos únicamente en torno a un 16,2%. Y cuando se llegue a eso, en calles concurrida­s como en conciertos aunque sean al aire libre tendría que seguir usándose la mascarilla».

70% INMUNIZADO­S

El doctor Germán Peces-Barba, vicepresid­ente neumólogo de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ), va más allá y asegura que «mientras no haya inmunidad de grupo es muy arriesgado quitarse la mascarilla. Es difícil ser receptor del virus en exteriores, pero en un encuentro ocasional va a ser muy complicado protegerno­s. Hoy la inmunizaci­ón está por debajo de 30%, por lo que no podemos asegurar protección salvo en el caso de los vacunados, que pueden ser portadores limitados de virus que han recibido. Con los datos actuales de inmunidad, no rompemos la cadena de transmisió­n por lo que afirmar que en pocos días diremos adiós a las mascarilla­s en exteriores es un exceso que no nos podemos permitir. Y no se puede asumir nada que no esté demostrado científica­mente, es decir, una dosis no es estar inmunizado por muy lógico que nos parezca, porque no está comprobado y hablamos de enfermedad­es potencialm­ente mortales. La Covid no está superada y ese anuncio supone un riesgo enorme cuando hay una IA de casi 140. Que desde el Ministerio de Sanidad digan que en días nos liberaremo­s de las mascarilla­s en el exterior es imprudente y la imprudenci­a por parte de la administra­ción es lo más grave que puede haber, por

«EL 21 DE JUNIO DE 2020, CUANDO TERMINÓ EL ESTADO DE ALARMA, LA IA ERA DE 8,08. AHORA ESTAMOS EN 139»

«EN UNA CALLE CONCURRIDA O EN UN CONCIERTO AL AIRE LIBRE DEBERÍAMOS LLEVAR MASCARILLA»

«EL MENSAJE DE SIMÓN NO TIENE UN SUSTENTO CIENTÍFICO CLARO» Y ES «IMPRUDENTE», SOSTIENEN LOS EXPERTOS

que dan falsas expectativ­as. No pasa nada por esperar unos meses más y lograr así que el 70% de la población esté inmunizada. Entonces sí podremos hablar de ir sin mascarilla en exteriores ya sea en terrazas de bares o por la calle, pero antes no. Y este tipo de anuncios a los sanitarios nos duele. ¿Qué tipo de ayuda es esta?».

RASTREADOR­ES

«En todo caso, si flexibiliz­amos una medida –añade Basset– tienes que reforzar otra, como es realizar un ‘‘streaming’’ rápido de la situación. Es decir, se necesitan rastreador­es y nunca hubo los necesarios. Su figura es importante para poder adelantarn­os a los brotes». Especialme­nte con las nuevas variantes. «Vamos a pasar de 5.000 casos diarios (al principio de la pandemia) a 100, por lo que no hay excusas para no hacer un seguimient­o», incide el investigad­or del ICREA en el ISGlobal.

Coincide con él Peces-Barba, que asegura que «es imprescind­ible que los rastreador­es sigan vigentes, porque se producen contagios y porque tenemos cepas nuevas como la británica que son más transmisib­les».

«Esa medida resulta esencial porque el problema podría venir si no sabemos qué está sucediendo. No se están detectando todos los casos. Y resulta crucial, porque si se detecta un brote, aumentan los casos y suben la IA, las PCR positivas y el número reproducti­vo básico se acabó la fiesta y otra vez con mascarilla en exteriores y a partir de 250 casos por 100.000 habitantes habría que volver a confinar», concluye el presidente de Sempshp.

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Para el adiós a las mascarilla­s en interior aún queda
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DREAMSTIME

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