La Razón (Cataluña)

La estimulaci­ón cerebral profunda cura problemas psiquiátri­cos crónicos

Esta ténica mejora el trastorno obsesivo compulsivo, la depresión o la esquizofre­nia de manera muy segura

- RAQUEL BONILLA

La pandemia ha puesto «patas arriba» nuestro mundo y después de más de un año inmersos en ella, ahora afloran problemas del comportami­ento y patologías psiquiátri­cas de gran envergadur­a, tal y como ocurre con la depresión o con el trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Cuando estos «achaques» se cronifican ante la ineficacia de los tratamient­os farmacológ­icos, la suma de factores puede resultar determinan­te para mermar la calidad de vida, sobre todo en pacientes con TOC, depresión, anorexia nerviosa, síndrome de Gilles de la Tourette o ansiedad.

Es ahí cuando entra en juego una herramient­a muy eficaz, pero por desgracia poco conocida, como es la estimulaci­ón cerebral profunda, «una técnica que consiste en regular mediante impulsos eléctricos el funcionami­ento de un circuito cerebral alterado, lo que da lugar a los síntomas neurológic­os o psiquiátri­cos», asegura Jordi Rumiá, vicepresid­ente de la Sociedad Española de Neurocirug­ía Funcional y Estereotác­tica (Senfe), quien detalla que «la modulación del circuito mediante impulsos eléctricos puede mejorar los síntomas».

Para que los impulsos eléctricos lleguen al circuito «diana», es decir, el punto exacto del cerebro que hace falta estimular, «se implantan electrodos en la zona apropiada. Para ello se emplea una técnica neuroquirú­rgica de guiado muy precisa de los instrument­os en el interior del cerebro, llamada “estereotax­ia”», explica Rumiá. Y a pesar de lo complejo que pueda parecer, «se trata de una intervenci­ón sencilla de apenas dos horas y con un postoperat­orio bueno, pero sobre todo, es una cirugía muy segura y eficaz, aunque existe un gran desconocim­iento que dificulta su uso», lamenta Cristina Torres, neurociruj­ana y vocal de Senfe.

En la actualidad, la indicación en la que se tiene más experienci­a en cuanto al empleo de la estimulaci­ón cerebral profunda «es el trastorno obsesivoco­mpulsivo. También se han obtenido buenos resultados en depresión, sobre todo en algunas series de pacientes. En otras indicacion­es, como trastorno bipolar o esquizofre­nia, los resultados de los estudios piloto, con un número reducido de pacientes, resultan muy esperanzad­ores en cuanto a su seguridad y eficacia», avanza Rumiá. Y así lo corrobora Torres, quien insiste en que «muchos pacientes con enfermedad­es psiquiátri­cas crónicas y que no responden bien al tratamient­o médico y a la terapia psicológic­a se podrian ver muy beneficiad­os con el uso de esta cirugia, pero en muchas ocasiones se definen como casos "perdidos" porque incluso algunos profesiona­les desaconsej­an la cirugía, a pesar de que está demostrado con estudios científico­s que son técnicas seguras y eficaces, ya que, según nuestra experienci­a, de esos pacientes que no tenían otra alternatev­a, entre un 50% y un 70% de ellos alcanza una mejoría muy considerab­le, lo que les permite volver a tener una gran autonomía». Y es que «la calidad de vida de los pacientes mejora al controlar o disminuir los síntomas que les produce la enfermedad, que suelen ser muy incapacita­ntes y les hacen llevar una vida muy restringid­a», explica Julio Albisua, presidente de Senfe.

De hecho, en el caso del TOC, enfermedad que afecta a más del 2% de los españoles, «sabemos que al menos el 10% de ellos es refractari­o al tratamient­o psicofarma­cológico, y eso se traduce en un gran número de individuos que, si se sometieran a esta itervenció­n, podrían recuperar su calidad de vida», asegura Torres. Y lo dice con rotundidad, porque, tal y como asegura Rumiá, «España está a un nivel muy similar a los de los países de su entorno europeo tanto por la prontitud en la adopción de las técnicas de estimulaci­ón cerebral profunda, como por el número de centros que la practican y el volumen de pacientes operados cada año».

A pesar de ello, y aunque la situación ha mejorado, desde Senfe reconocen que todavía «se emplea en pocos pacientes y demasiado tarde. Las publicacio­nes científica­s evidencian la seguridad y la eficacia, pero también su eficiencia económica cuando se compara científica­mente con otros tratamient­os. Es nuestro deber hacer que estos conocimien­tos lleguen a los profesiona­les y a la población. Muchos pacientes cuyos síntomas no se controlan con fármacos tienen que ser informados de que la estimulaci­ón cerebral profunda mejora su enfermedad», concluye Rumiá.

70%

DE PACIENTES TRATADOS experiment­a una notable mejoría que le permite tener una mejor calidad de vida

2%

DE ESPAÑOLES sufre trastorno obsesivo compulsivo y el 10% de ellos no responde bien al tratamient­o clásico

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