Reaparece Suu Kyi tras el golpe militar en Birmania
Tras casi cuatro meses de arresto domiciliario, la líder depuesta comparece en un tribunal. El régimen planea ilegalizar su partido
Tras casi cuatro meses bajo arresto domiciliario y sin apenas contacto con el exterior, la depuesta líder birmana, Aung San Suu Kyi, compareció en persona ayer por primera vez en una audiencia judicial. La mandataria, que hasta ahora solo había podido reunirse con su equipo legal por videoconferencia, aprovechó la ocasión para desear «buena salud a la gente» e insuflar ánimos a su formación formación política, la Liga Nacional para laDemocracia(NLD),queestábajo el punto de mira de la Comisión Electoral desde que esta anunciara que podría disolverla próximamente. «Nuestro partido surgió de la gente, así que existirá mientras la gente lo apoye», le contó Suu Kyi al cabeza de su equipo legal, Khin Maung Zaw. Sus abogados indicaron que durante estos meses «La Dama» no había tenido acceso a los periódicos y tan solo estaba al tanto parcialmente de lo que estaba sucediendo en el país. Además, se quejó de que tan solo había podido reunirse durante 30 minutos en una oficina del Gobierno con los letrados, a quienes explicó que no conocía su paradero actual después de que hace un tiempo la trasladaran con los ojos tapados de su casa a otra villa. En Birmania, el 1 de febrero los militares perpetraron un golpe de Estado. Desde entonces, la nación ha estado sumida en el caos, las Fuerzas de Seguridad han matado a más de 800 personas, según la Asociación para la Asistencia de Presos Políticos, y otras 4.000 permanecen detenidas. Cada día numerosos ciudadanos de diferentes sectores se suman a un movimiento de desobediencia civil que ha desafiado a los uniformados con marchas, protestas y huelgas por todo el país.
Por su parte, los militares se han dedicado a apagar esos fuegos con el uso de la fuerza y contraatacar para allanar un terreno que les permita perpetuarse en el poder. Al menos esto es lo que se puede interpretar de uno de sus últimos golpes de efecto: el de la comisión electoral nombrada por la Junta, que aseguró el viernes que contempla disolver la LND con el argumento de que su victoria en las elecciones de noviembre fue un fraude, según afirmó un comisionado. Dicha intención resulta cuanto menos sospechosa. Sobre todo después de que los uniformados hayan justificado la asonada por ese supuesto fraude electoral, algo que la anterior Comisión Electoral y los observadores niegan que ocurriera. Entonces, la Junta se fijó el objetivo de celebrar dentro de un año «unas elecciones generales libres y justas», que más tarde se extendió a dos y que ahora muchos ponen en duda. Por un lado, parece que quieran acabar con su principal rival y, por otro, no han dejado de detener a políticos y activistas a sabiendas de que tendrán muy difícil unas futuras elecciones. En el caso de Suu Kyi, quien ayer por su aspecto físico parecía gozar de buena salud, ya son seis las acusaciones que pesan sobre ella. Entre ellas, la posesión de «walkie talkies» importados, el incumplimiento de las restricciones impuestas por la covid-19 o la violación de la Ley de Secretos de Estado, que le puede acarrear hasta 14 años de cárcel. Todos ellos delitos que rechazan sus abogados, quienes consideran que han sido inventados por la Junta para que esta mujer de 75 años desaparezca de la arena política para siempre.
Una suerte similar correrán el presidente del país también detenido, U Win Myint, y el presidente del Consejo de Naipyidó, Myo Aung, que se reunieron también con sus abogados.
Pese a la represión, los manifestantes desafían cada día a la Junta Militar con marchas, huelgas y protestas en todo el país