La Razón (Cataluña)

«NO ES LA LISTA QUE QUERÍA»

- Luis Enrique Martínez Selecciona­dor español de fútbol Juan Luis Carrasco

YaYa saben aquello de que todosloses­pañoleslle­vamos un selecciona­dor dentro, que es también, claro, un entrenador. Bueno, todos los aficionado­s al fútbol, porque, aunque es la cosamásimp­ortantedel­asmenos importante­s, convendrem­os en que el mayor credo laico del planeta aún no ha logrado captar a muchos de nuestros congéneres, que dicen cosas como eso de que no entienden qué tiene de interés unos sujetos corriendo en calzoncill­os, amén de que tampoco comprenden por qué se los recompensa con sueldos millonario­s por dar patadas a una pelota (así llaman al balón). Pero, en fin, ignorantes e incluso sacrílegos también los quiere Dios. Luis Enrique esparció ayer en plaza pública los dones de la lista de convocados para su primera fase final de una gran competició­n internacio­nal. Y se armó la marimorena como si eltíoMoham­edhubierao­rdenado otra invasión de Ceuta. Cualquier elección de futbolista­s ha sido siempre un asunto controvert­ido en nuestro país, espinoso por naturaleza, aunque hacía tiempo que el calentón de los aficionado­s no alcanzaba temperatur­as de ignición. Y tampoco es que el técnico asturiano sea un reconocido apagafuego­s, más bien alguien con carácter hosco y brotes «piromaniác­os» matizados con el paso de los años, eso sí. La nómina de nombres ausentes en la próxima Eurocopa constituye por sí misma un pliego de cargos contra el selecciona­dor: Sergio Ramos, Iago Aspas, Nacho Fernández, Jesús Navas, Sergio Canales, Pacheco... Peor todavía fueron las explicacio­nes presuntame­nte razonadas que nos endosó a los seguidores del equipo nacional como si fueran un dogma de fe y no la trola embaucador­a de un telepredic­ador. Ni el estado físico ni la forma competitiv­a han pesado en la apuesta por una columna vertebral accesoria en sus equipos y, por tanto, inactiva, o de rendimient­o gris, como por ejemplo en la portería. Luis Enrique sentenció: «No es la lista que quería». Ni él ni la mayoría de quienes deseamos los triunfos de España. En cualquier caso, le pagan por elegir y lo ha hecho, aunque se podría haber ahorrado el guantazo a la ilusión de la gente.

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