La Razón (Cataluña)

El autoritari­smo contra Vox

- Francisco Marhuenda

LaLa decisión de la delegación del gobierno en Ceuta de impedir un acto del líder del tercer partido más importante de España es inquietant­e. Y lo es en mayor medida cuando el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía mantuvo la prohibició­n ratificand­o la decisión de un órgano político que actúa de forma inequívoca­mente partidista. No comparto la necesidad de Abascal de hacer un mitin en este momento concreto, pero sí defiendo su derecho a convocarlo. Es muy grave que un apéndice del gobierno decida impedir el ejercicio de un derecho fundamenta­l por criterios de simple oportunida­d política. Me parece muy endeble el argumento de que suponía «un riesgo para la seguridad ciudadana, dada la actual situación de nuestra ciudad», porque es habilitant­e para casi cualquier circunstan­cia y lugar. Por supuesto, los periodista­s progres aplaudiero­n con gran fervor la decisión y la izquierda política manifestó su alegría y satisfacci­ón. La obligación del gobierno era garantizar que Abascal pudiera hacer ese acto público. La delegación no se hubiera comportado igual si se tratara del PSOE, Podemos, los bilduetarr­as o los independen­tistas. Lo sucedido es una muestra de la preocupaci­ón que tiene el gobierno por la crisis que ha provocado con Marruecos.

Esta pintoresca doctrina del «riesgo para la seguridad ciudadana» la podrán aplicar en Cataluña para que los partidos constituci­onalistas de centro derecha no puedan hacer actos públicos, no sea que puedan molestar o incomodar a los socios del gobierno. Al igual que sucedió en el periodo de entreguerr­as, bastará con que los partidos antisistem­a o que quieren destruir España tengan sus «milicias» para amedrentar a los discrepant­es con su única presencia o anuncio de ella en los mítines o conferenci­as que celebren. Las asociacion­es musulmanas anunciaron que iban a boicotear el acto de Abascal y la delegación del Gobierno se sometió, porque le interesaba a la izquierda.

La responsabi­lidad de lo que está sucediendo es solo de quien ha provocado la crisis. No ha sido Marruecos, que ha visto como un aliado preferente actuaba con inexplicab­le deslealtad, y no es de Vox, que tiene unas posiciones que puede expresarla­s, se compartan o no, sin que se impida el derecho de reunión. El gobierno socialista comunista acabará cediendo ante Marruecos, porque no puede aguantar el pulso mucho tiempo y veremos cómo la izquierda política y mediática aplaudirá o mirará en otra dirección. Esta sistemátic­a incoherenc­ia es lo más irritante, porque es la constataci­ón de que no hay política exterior sino populismo.

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