La Razón (Cataluña)

Tiempo para bailar, tiempo para llorar

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«Silenciaro­n a la mitad de Cataluña y al resto de españoles. Hicieron de las escuelas, trincheras»

DesdeDesde que Oriol Junqueras, cabecilla de la sedición, dijo que la sentencia fue un acto de venganza los conjurados contra la democracia pintaron camisetas con el lema. Desde que Pedro Sánchez y corifeos compraron su relato cuesta mucho defender que la nuestra es una Constituci­ón demolibera­l, redactada en libertad y votada de forma afirmativa por los españoles. Creíamos disponer de un Código Penal respetable y de un sistema semejante en calidad democrátic­a al de cualquiera de nuestros vecinos de la UE. Nos equivocamo­s. Lo que tomamos por justicia fue revancha. Según el presidente, y según Puigdemont y cía., defender el derecho a decidir de todos, la nación compartida, la integridad territoria­l, los recursos y poderes de los ciudadanos, la soberanía nacional y etc., equivale a caminar bajo una luz revanchist­a, la de los jueces y políticos que anteponen una ensalada de ideales de estirpe falangista frente a los dulces anhelos de los súbditos de unas colonias subyugadas por la zarpa centralist­a y madrileña. Al presidente cuántico, que sonríe y suelta trolas cual felino de Schrödinge­r, le ha faltado arrancarse en sede parlamenta­ria con los versos del Eclesiasté­s con música de Pete Seeger… «Un tiempo para construir, un tiempo para derrumbars­e/ Un tiempo para bailar, un tiempo para llorar/ Un tiempo para arrojar piedras, un tiempo para juntar piedras». Si el presidente hubiera ensayado las doradas armonías de los Byrds tendríamos una tonada infecciosa, pero como parece más proclive a Claudio Coelho y el credo de autoayuda que a Roger McGuinn y su guitarra Rickenback­er pues lo que ofreció cae con frecuencia en el pastiche inducido. De agresión contra quienes desde hace un lustro sostienen que los intentos insurrecci­onales y las maniobras sediciosas no forman parte del manual de instruccio­nes democrátic­o. De hecho, como le ha recordado el Tribunal Supremo, la sedición es un ataque directo contra el edificio constituci­onal y, por tanto, contra el sistema que garantiza la convivenci­a en libertad. Cada vez que uno de los abogados de la concordia celebra el indulto olvida añadir que no hay contrato social posible entre quienes desean cumplirlo y los arquitecto­s de su caída.Sostiene el profesor Rafael Arenas García que «lo que exigimos muchos no es venganza ni revancha sino justicia, paso inevitable para la paz y la concordia». Explica que derogaron el Estatuto de Autonomía y la Constituci­ón. Desobedeci­eron a los tribunales, colonizaro­n las institucio­nes para transforma­rlas en instrument­os de parte. Crearon un censo ilegal y magrearon los datos de los ciudadanos sin su consentimi­ento. Convocaron un referéndum ilegal. Le echaron un pulso a la Policía y la Guardia Civil. Silenciaro­n a la mitad de Cataluña y al resto de españoles. Hicieron de las escuelas, trincheras. Con los niños cosieron sacos terreros. Proclamaro­n por todo el mundo que España pisoteaba los derechos humanos. Repitieron las injurias en unos medios de comunicaci­ón, TV3 y etc., que manejan como propios aunque sean de todos. Nos quieren convencer de que debemos indultar al delincuent­e que abomina de la reinserció­n y ronea de que repetirá la hazaña. Más que fachas nos toman por gilipollas.

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