¿Indultos? Sí, pero no así
Indultar a los políticos y activistas condenados eliminaría un concreto y contundente elemento de conflicto, haciendo más fácil la reconciliación y la convivencia entre ciudadanos y entre administraciones, restableciendo la convivencia y la reconciliación, contribuyendo a cerrar una etapa que se ha caracterizado por el alto nivel de confrontación y eliminaría el relato de persecución, que los separatistas propagan.
Desde la más absoluta firmeza en la defensa del marco constitucional el indulto no debería ser una connivencia ideológica con los condenados ni compartir siquiera mínimamente los fines o los medios que les movieron a actuar en la forma descrita por la Sentencia que los condena. El indulto es la vía más eficaz y rápida para que los políticos y activistas presos dejen de estarlo, puesto que su permanencia en prisión genera un clima de elevada emotividad que impide la normalización de la vida política.
Para muchos catalanes que hemos luchado contra el separatismo, el indulto debería ser un mensaje de victoria, al constatar el fracaso de la vía unilateral. El indulto como medida de gracia de un estado que no permite desafíos a la ley. No es cierto que esta medida sea en favor exclusivo de los condenados. Todo lo contrario. España debe ser capaz de generar un relato de reconciliación como norma de nuestros gobernantes. Sin embargo, la insistencia supremacista de los políticos encarcelados con el mantra del «tornarem a fer» y su falta de empatía y de arrepentimiento, el conflicto interno del PSOE, y especialmente la torpe explicación de Sánchez hablando de «revancha y venganza», hace muy difícil que exista un consensosuficiente para respaldar los indultos. Pero, se equivocaría el PP si hiciese un «casus belli» de la confrontación con Catalunya. Sin Catalunya, el PP no será nunca alternativa de gobierno.
¿Indultos?, Sánchez tal vez a cierta en el fondo, pero se equivoca en la forma. Así no.