CRUZAR RÍO GRANDE PARA HUIR DE MADURO
CuandoCuando una persona carga una maleta al hombro, coge a su hijo en brazos y cruza un río en busca de un futuro mejor es porque la tierra donde nació y vivió ya sólo le puede dar miseria. Es el mayor fracaso que un país puede cosechar: ver como su gente se va, muchas veces sin nada entre las manos. Venezuela, ese laboratorio donde los izquierdistas acomodados de Europa ensayaron sus teorías sobre el «socialismo del siglo XXI», es hoy una ruina, económica y moral, incapaz de dar una solución a la degradación que vive como nación, sin admitir que el chavismo ha sido un gran fiasco que sólo ha generado una élite de burócratas de la revolución y un caudillaje antidemocrático. Según Acnur, la agencia para los refugiados de la ONU, la salida de venezolanos va en aumento: si en 2015 se habían marchado 695.000 personas, en 2019 la cifra llega a más de 4 millones. La misma organización calcula que para 2021 serán 6,2 millones los venezolanos que hayan emigrado de su país. No sirve de nada recordar que esa cifra supera a los que salieron de Siria, pero por lo menos puede haber una toma de conciencia de la comunidad internacional sobre este drama humano. Los venezolanos ya forman parte de los cientos de miles de hombres, mujeres y niños que recorren Latinoamérica hasta llegar a Río Grande, como en esta imagen, y poner los pies en Estados Unidos. De momento, tienen el recurso de acogerse al Estatuto de Protección Temporal, habilitado por la Administración Biden, lo que permitirá a 320.000 venezolanos sobrevivir gracias a un programa para personas que huyen sin posibilidad de retorno.