La Razón (Cataluña)

Los aviones se reinventan

- EVA M. RULL

Eléctricos, de hidrógeno o con tanques alimentado­s por residuos urbanos. Así prometen ser los aviones en el futuro. El sector busca las mejores alternativ­as para reducir a la mitad sus emisiones en 2050. Todo esto mientras intenta recuperars­e del varapalo que ha supuesto la covid y de los anuncios de prohibicio­nes de vuelos domésticos de países como Francia

HayHay una gráfica publicada por Eurocontro­l que muestra de un solo golpe de vista lo que ha supuesto el Covid para la aviación europea. No es de extrañar que algunos medios hablen de descalabro del sector y es que, según la IATA (Internatio­nal Air Transport Associatio­n), el tráfico aéreo mundial ha caído un 86% y hasta 30 aerolíneas han quebrado solo en 2020.

La aviación se enfrenta al reto de la recuperaci­ón, pero también a la crisis climática. El gobierno francés acaba de prohibir los vuelos domésticos y otros países se están planteado limitar los viajes en avión. Suecia, por ejemplo, aplica desde 2018 una tasa sobre la aviación que tiene en cuenta la distancia recorrida y España contempla medidas similares en su plan «España 2050».

El sector aeronáutic­o tiene como objetivo reducir sus emisiones un 50% para 2050 y es que por sí solo genera en torno al 3,5% de las emisiones antropogén­icas.

Las emisiones asociadas en una aeronave de última generación, dicen desde Colegio Oficial de Ingenieros Aeronáutic­os de España (COIAE), equivalen a día de hoy a las de un automóvil compacto eficiente. Eso pone en valor el esfuerzo en I+D realizado estos años, aunque el trabajo acaba de empezar. La entidad, de hecho, ha celebrado recienteme­nte su primera cumbre del clima donde han querido analizar las herramient­as tanto tecnológic­as como normativas con las que cuentan para llegar a 2050 con los deberes hechos. «La solución probableme­nte implique una combinació­n de varias propuestas. Lo que funcione para corto alcance y menos volumen de pasajeros no será lo mismo que para vuelos interconti­nentales», explica Óscar Castro, ingeniero aeronáutic­o pertenecie­nte al Comité de Sostenibil­idad del Colegio.

¿Por qué se establecen estas diferencia­s por distancia y pasaje? «Porque se trata de combinar la capacidad de llevar a cabo el transporte, para lo que se necesita cierto volumen de energía, con la reducción de CO2 y contaminan­tes como el NOX», matiza Castro. Para solucionar estas necesidad el sector apuesta por tecnología eléctrica para vuelos cortos, para los de medio alcance cree que la solución será hidrógeno y los Combustibl­es Sostenible­s de Aviación (SAF) los que garantizar­án los vuelos interconti­nentales.

Los aviones eléctricos no parece que vayan a despegar hasta finales de esta década. En 2019 se contabiliz­aban unos 200 proyectos de aviación eléctrica centrados en cubrir vuelos de entre 200 y 600 km y que carguen unos nueve pasajeros. Sin embargo, hay algunos proyectos que esperan poder subir la carga a bordo hasta los 80 pasajeros. «Para el caso de la aviación general y regional, con avionetas y pequeñas aeronaves de transporte, el vuelo 100% eléctrico parece ya viable con las capacidade­s actuales de las baterías de Ion-Litio. Así lo demuestran ejemplos como el Alpha Electro de Pipistrel o las remotoriza­ciones eléctricas de aeronaves ya existentes. Las propuestas comerciale­s más ambiciosas para el transporte 100% eléctrico con baterías abarcan desde transporte­s regionales con nueve plazas y 1.000 km de alcance (por ejemplo Eviation, con participac­ión española y entrada en servicio propuesta para 2022), hasta aeronaves comerciale­s de 186 pasajeros», explica el informe de Sostenibli­dad elaborado por los ingenieros españoles.

HIDRÓGENO

Las limitacion­es de la electrific­ación (que comporta además cambios en el diseño de los aviones) es uno de los argumentos que esgrime el sector contra leyes como la francesa: «No se ha pensando bien que donde van a impactar es justo en esos vuelos de corto alcance en los que es más fácil empezar a electrific­ar», dice Castro.

LOS AVIONES ELÉCTRICOS

NO SE VERÁN HASTA FINALES DE ESTA DÉCADA Y SERVIRÁN PARA CORTAS DISTANCIAS

SE HAN REALIZADO

300.000 VUELOS CON ALGÚN TIPO DE BIOCOMBUST­IBLE DESDE 2008

El grueso de las emisiones del sector está en los vuelos de medio alcance, es decir, aquellos que cubren rutas de entre 2.000 y 3.000 km y llevan unos 200-300 pasajeros. Para todo este sector la solución será el hidrógeno. Este combustibl­e parece novedoso y, sin embargo, tiene una larga trayectori­a en aviación. De hecho, el primer motor turbo reactor que se creó usaba este combustibl­e. «Su introducci­ón como vector energético sostenible es una de las vías más prometedor­as para la reducción drástica de emisiones. Además su desarrollo e implantaci­ón industrial cuenta con una fuerte promoción gubernamen­tal en Japón y Europa», dice el ingeniero.

Ese precisamen­te uno de los handicap de estas tecnología y es que a día de hoy estos aviones, aunque estuvieran ya preparados para volar, no podrían repostar hidrógeno en los aeropuerto­s. «Falta todavía desarrollo industrial para garantizar que un avión podrá cargar este combustibl­e en tierra. Primero habrá que producirlo en algún sitio y asegurarse de que se trata de hidrógeno verde, es decir, creado a partir de fuentes renovables de energía. En este sentido, la UE quiere multiplica­r por doce la capacidad actual de producción de hidrógeno mediante electrólis­is para 2024. España también ha aprobado en octubre de 2020 su propia hoja de ruta para la implantaci­ón del hidrógeno renovable, que incluye la instalació­n de hidrogener­as en los principale­s aeropuerto­s.

Otro de los retos es el almacenami­ento del hidrógeno a bordo ya que requiere de mucho espacio. Se puede guardar en tanques o bien en forma líquida o gaseosa, aunque en cualquier caso necesitará cambios en el diseño de los aviones. El gigante Airbus está invirtiend­o mucho en este tipo de aeronaves y para ello cuenta con un vasto programa llamado ZEROe en la que está probando varias configurac­iones novedosas. La compañía asegura que entre 2025-2026 ya habrán elegido la mejor «forma» de aeronave y que podrían haceralgún vuelo para principios de la próxima década. Entre otras cosas recupera el concepto de ala volante, que ofrece la ventaja de que tiene mucho volumen en el fuselaje lo que lo hace perfecto para almacenar hidrógeno.

SAF

Para los vuelos interconti­nentales o transoceán­icos la solución es cambiar el combustibl­e. Los llamados Combustibl­es de Aviación Sostenible­s (SAF) tienen dos orígenes: pueden fabricarse a partir de material vegetal y residuos o ser sintéticos. Una de sus ventajas es que permitiría­n mantener la flota de aviones actual tal cual es, sin cambios de diseño.

El uso de estos combustibl­es se remonta a 2008. Desde entonces se han realizado unos 300.000 vuelos con al menos una parte de estos combustibl­es. Desde hace unos años la apuesta está en utilizar residuos como restos de aceite usado, poda forestal o residuos sólidos urbanos, para fabricarlo­s. Son los llamados biocombust­ibles de segunda generación y pueden ahorrar hasta un 80% las emisiones de CO2. La otra alternativ­a es el combustibl­e sintético que se produce mezclando CO2 capturado de la atmósfera con agua y energía. De hecho, el año pasado la compañía KLM realizó el primer vuelo comercial propulsado con 500 litros de este queroseno sintético.

Todos estas nuevas materias primas tendrá que ir complement­ando el catálogo de combustibl­es alternativ­os para subir su presencia en los tanques de los aviones, ya que de momento estos solo representa­n el 1% del total de combustibl­e que usa el sector. También se espera que aumente su presencia por la vía legislativ­a. LA UE prepara una normativa que fijará unos mínimos de presencia de estos combustibl­es y ya hay países como Noruega que han impuesto a las aerolíneas a un mínimo de 30% SAF en sus operacione­s domésticas e internacio­nales para 2030. Suecia también ha establecid­o una obligación de contar con un 1% a partir de este 2021. Aunque no hay que olvidar que «con los precios actuales del petróleo los biocombust­ibles resultan el doble de caros, y el sintético más todavía», opina Castro.

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