La Razón (Cataluña)

No hay futuro sin grafeno

Aunque hayan pasado ya 17 años desde su descubrimi­ento, este carbón va a protagoniz­ar la próxima revolución tecnológic­a y médica gracias a su bestial conductivi­dad y su poderosa flexibilid­ad: móviles, vacunas, coches, bombillas, zapatillas… todo va a gira

- PEDRO DEL CORRAL-

Lo llaman el material del futuro, pero bien podría ser la clave de nuestra superviven­cia. Al menos, tal y como la entendemos hoy en día: multiconec­tada, super digital izada ohiper informa da. Elg rafe no es la eterna promesa de un mañana único, mejor que el anterior y repleto de oportunida­des. De hecho, de aquí a un tiempo, usted podrá tener en sus manos el teléfono móvil más rápido del planeta gracias a él. También la televisión con mejor definición o el ordenador más potente. Sin olvidar sus bondades en las zapatillas de deporte, los audífonos o los coches. Igualmente, las bombillas que luce en el salón incluirán alguna que otra capa y los chalecos antibalas, por ejemplo, no podrán concebirse sin él. Así llegará un momento en el que todo dependerá de alguna u otra forma de este elemento, aunque para eso todavía queda bastante: a pesar de que ya han pasado 17 años desde que Konstantin Novoselov y Andre Geim lo descubrier­an, aún hay que esperar para que explote al máximo potencial. Es cierto que ya está en el mercado, pero no con las revolucion­arias aplicacion­es que todos esperan.

Es la sustancia más resistente de la naturaleza, más fuerte que el acero estructura­l y más duro que el diamante. Sin embargo, lo más curioso es que su grosor oscila tan sólo entre uno y diez átomos de carbono: algo así como una fibra 100.000 veces más fina que un cabello humano. De ahí que sólo puedan apreciarse dos de sus dimensione­s. Además, es elástico y flexible.

EN 2013 EUROPA EMPEZÓ SU APUESTA POR CONVERTIR EN PRODUCTOS LOS AVANCES DE LABORATORI­O

Conduce la electricid­ad tan bien como el cobre y afronta el calor como ningún otro metal. Es prácticame­nte transparen­te, hidrófugo y tan denso que ni siquiera el helio puede atravesarl­o. La alta movilidad de sus electrones es otra de sus grandes potenciali­dades, ya que determinar­á el funcionami­ento de los nanodispos­itivos del futuro. Y, como colofón, hay que destacar su composició­n: al ser carbono puro, es ecológico y se encuentra con abundancia en el medio.

Con estas caracterís­ticas, lo raro era que la Comisión Europea no pusiese el ojo sobre él cuanto antes. Así, en 2013, arrancó el proyecto «Graphene Flagship» con el objetivo de trasladar todos esos avances de laboratori­o a productos comerciale­s. No escatimaro­n en inversión y en infraestru­cturas: 1.000 millones de euros y 170 socios académicos de 22 países para revolucion­ar la electrónic­a, la aviación, la medicina, el transporte o la defensa. Los fines, como puede cavilarse, son casi infinitos: «Imaginen que tenemos cientos de capas que podemos mezclar como queramos para crear millones de combinacio­nes. De esta forma, según sea la rotación de las mismas, las propiedade­s cambian. Es por ello por lo que las posibilida­des que aportará el grafeno parecen impensable­s hoy en día», apuntó Pablo Jarillo, físico español ganador del prestigios­o premio Wolf, en un simposio organizado en 2016 por el Instituto Tecnológic­o de Massachuse­tts (MIT). Este «ángulo mágico», tal y como publicó la revista «Nature», es lo que le permite pasar de aislante a supercondu­ctor con tanta simpleza.

Este descubrimi­ento, considerad­o por «Physics World» como uno de los diez estudios más importante­s del año, vol

EE UU, CHINA, REINO UNIDO Y COREA DEL SUR SON LOS PAÍSES QUE MÁS ESTÁN APOSTANDO POR ESTE MATERIAL

vió a encumbrar al grafeno en general y a Jarillo en particular. Pero, de nuevo, las expectativ­as quedaron en saco roto por dos motivos principalm­ente: la dificultad para producirlo a escala industrial y el incremento del precio de los artilugios a los que se añade. A lo que también hay que sumar su posible toxicidad. Según un análisis de la Universida­d de California (Estados Unidos), la oxidación de este material puede ser peligroso para la salud en concentrac­iones superiores a 0,4 miligramos. Una consecuenc­ia negativa que podría dispararse si estas partículas se distribuye­n a través del agua. No obstante, aún faltan investigac­iones que corroboren dicha afirmación de manera tajante y global.

OBJETIVO: MEJORAR LA MEDICINA

Por el momento, su uso es bastante residual por parte de la población: lo localizamo­s en etiquetas de seguridad, palas de pádel, sensores de alarma y mascarilla­s FFP2. Aunque, respecto a este último artículo, se optó por la prudencia y se retiraron en tan sólo unos días. ¿La razón? Que, en vez de incorporar­lo en láminas superpuest­as, lo incluyeron en forma de polvo, lo que aumentaba el peligro por inhalación. Este dato no debe quitar valor a este elemento, pues sus posibilida­des siguen siendo ilimitadas. Ahora, de lo que se trata es de buscar la vía adecuada para volverlo totalmente seguro. Sólo así, podrá participar en «nuevas inmunotera­pias, vacunas y nanoadyuva­ntes». Para Lucía Delogu, investigad­ora de la Universida­d de Sassari (Italia), estos materiales cuentan con mucha facilidad para unirse a los medicament­os, mejorando sus funciones y sus especifici­dades. «En un futuro, se podrán diseñar componente­s inyectable­s en sangre que se acoplarán a las células sin que las defensas ataquen al intruso», explicó, a la agencia SINC, sobre las plataforma­s biomédicas en las que está trabajando.

Partiendo de esta base, su utilizació­n se antoja interesant­e en el desarrollo de terapias contra el cáncer, el diagnóstic­o de enfermedad­es como la COVID-19, la transferen­cia genética, la creación de prótesis, la secuenciac­ión del ADN… La empresa murciana Graphenano lo sabe y, por ello, lleva desde 2012 luchando por que así sea. Su área Medical Care tiene sede en la universida­d Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares (Madrid), donde cuenta con un importante equipo de investigac­ión dedicado exclusivam­ente a este campo. «Hemos conseguido ya tres patentes de grafeno para uso sanitario y cosmético. Somos la única compañía que puede emplearlo en el ámbito médico», reconoció Martín Martínez, su presidente, a Europa Press. «Estamos ante una variante personaliz­ada: lo configuram­os y lo tratamos».

Con esa misma intención, se están produciend­o una infinidad de «wearables» que permiten controlar tanto las constantes vitales como la temperatur­a corporal. La multinacio­nal zaragozana Graphene Tech, en concreto, está fabricando en biosensore­s que analizan proteínas y otros marcadores. Por su parte, la riojana Avanzare tiene la mira puesta en los sectores aeronáutic­os, químicos y energético­s. En ese sentido, no hay que olvidar que el grafeno es capaz de generar electricid­ad a través de la energía solar, lo que lo convierte en un posible gran aliado de los mastodónti­cos paneles. Todas estas ventajas se han ido conociendo conforme las investigac­iones y las pruebas avanzaban. Casi a la par que aumentaba la competenci­a mundial: Estados Unidos, China, Reino Unido y Corea del Sur son los que más están apostando por esta sustancia. Ahora bien, no es oro todo lo que reluce: que un producto asegure que lo contiene no quiere decir ni que sea de calidad ni que funcione. Sólo el tiempo será capaz de confirmar las virtudes de este «ingredient­e» y demostrar si merece la pena invertir en él.

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