La Razón (Cataluña)

«Shorta»: el otro George Floyd nació en Dinamarca

Frederik Louis Hviid y Anders Ølholm analizan el abrupto camino que va desde el orden y la ley hasta la violencia policial

- Matías G. Rebolledo -

Hace algo más de un año, el asesinato por asfixia de George Floyd durante una detención arbitraria levantó a una parte importante de la sociedad estadounid­ense y las protestas raciales se extendiero­n por todo el globo. La brutalidad policial volvía a ser cuestión de debate y el movimiento «Black Lives Matter» se manifestab­a en las calles, pero también en los campos de fútbol y baloncesto. Justo en ese momento, los directores daneses Louis Hviid y Anders Ølholm estaban terminando de montar el tráiler de «Shorta. El peso de la ley»: «El material original se abría con un personaje diciendo que no podía respirar, pero no queríamos pasar por oportunist­as o por capitaliza­dores de la tragedia, así que decidimos eliminarlo», confiesan.

Adrenalina de grises

El «volantazo» se explica porque en su película, terminada unos meses antes de los disturbios de Minesota, la muerte de un joven negro a manos de la policía provoca el caos en una especie de gueto danés, encerrando dentro a dos policías, uno de reputación violenta y ejerciendo como motor de una historia adrenalíni­ca de moral gris. La ficción como catalizado­r, o al revés: «La globalidad de estos casos se puede explicar desde muchos ámbitos, más allá del ascenso de partidos de extrema derecha. Lo que sí debemos tener en cuenta en que no es algo nuevo, ni ha aumentado. Ahora es el centro de atención porque podemos grabarlo, pero siempre estuvo ahí. Hace años no había teléfonos móviles. Por ejemplo, Anders y yo, para hacer la película, nos remontamos a un caso que tiene ya 30 años», relata Hviid antes de añadir: «La política actual es muy divisoria, siempre marcando los tiempos en blanco y negro, haciendo elegir bandos. Eso me parece muy peligroso».

Esa sensación de ansiedad constante es la que transmite el filme, que se apoya en el propio juicio ético del espectador y le mira de tú a tú ideológica­mente, y que se logra gracias a la narración desde la perspectiv­a de los agentes, que intentan sacar a un detenido, un niño, del barrio: «No se puede negar que la película es política, y en Dinamarca nos han criticado por ello. Lo importante para nosotros era brindar una nueva perspectiv­a», dice Ølholm por videoconfe­rencia antes de matizar: «La policía está a diario, codo con codo, en contacto con el peor aspecto de la naturaleza humana. Por eso me parece muy difícil que pasados unos años eso no tenga efecto en ti. Los policías son personas, no están blindados frente a ello. Habrá personas malas, como en todas partes, pero no todos lo son. Falta mucho entrenamie­nto psicológic­o», remata sobre su cinta, que entre referentes como «Training Day» y «Detroit» se convierte en espejo de la Europa que viene, esa que tendrá que indagar en la multicultu­ralidad de su génesis para poder progresar y convivir en paz.

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