La Razón (Cataluña)

CUÁNDO SE JODIÓ PERÚ

- POR ROCÍO COLOMER

¿En qué momento se había jodido el Perú? La pregunta con la que arranca «Conversaci­ones en la Catedral» (1969) de Mario Vargas Llosa es una cuestión rabiosamen­te actual e incluso diría profética del momento político que atraviesa el país andino. El pesimista Santiago o Zavalita no encuentra ningún acontecimi­ento que pueda explicar por sí solo ese indigesto deterioro de la cosa pública que cae en el país como una condena. Las disputas políticas, los escándalos de corrupción y el descontent­o social han dejado en Perú un reguero de cuatro presidente­s en los últimos cinco años. Este domingo se celebran las elecciones presidenci­ales con dos candidatos que nunca deberían haber superado la primera vuelta.

«El mal menor»

Los peruanos tienen hoy que elegir entre dos extremos. La izquierda radical de Pedro Castillo frente a la derecha populista de

Keiko Fujimori. «El mal menor», dijo el premio Nobel de Literatura. Pedro Castillo, un maestro de escuela rural, dio la sorpresa al ganar el 11 de abril con apenas un 19% de los votos. Era prácticame­nte un desconocid­o.

En 2017 lideró una huelga sectorial de 80 días para exigir mejoras salariales para los docentes públicos, que finalmente logró con los apoyos de los herederos del grupo terrorista Sendero Luminoso y de diputados conservado­res de la bancada de Keiko Fujimori. En estas elecciones se presentó como cabeza de cartel de un pequeño partido de extrema izquierda, Perú Libre. No parecía que tuviera opciones. Es el único partido de la izquierda peruana que defiende al régimen de

Nicolás Maduro, a pesar de ser un modelo socialista fracasado. Durante la campaña ha prometido cambios radicales «no parches, ni reformas». Ya saben, quien avisa no es traidor. Este sindicalis­ta es partidario de recuperar el control estatal de los recursos energético­s y mineros,

LA CORRUPCIÓN Y EL MALESTAR SOCIAL HA EMPUJADO A LOS PERUANOS A ELEGIR ENTRE DOS EXTREMOS, PERO LO PEOR PUEDE ESTAR TODAVÍA POR LLEGAR

además de convocar una Asamblea Constituye­nte para redactar una nueva Constituci­ón, porque considera que el orden actual favorece demasiado a la economía de mercado. Su habilidad pedagógica (ha sido maestro durante 24 años en Puña, su aldea natal) le ha permitido conectar con una parte del electorado cansado del «establishm­ent» limeño y destacar en los debates televisivo­s con respuestas claras y concisas. En lo social y religioso se presenta como un cristiano y un conservado­r moral. Es contrario al aborto y defiende la reinstaura­ción de la pena de muerte (dónde queda su cristianis­mo, me pregunto). Muchos ven en el dogmatismo y la carga ideológica de Pedro Castillo una amenaza sobre la continuida­d del modelo de Estado.

A pesar de todos los vicios, en los últimos 30 años Perú ha experiment­ado un vigoroso crecimient­o económico que ha permitido reducir los altos niveles de pobreza. Eso ha sido posible gracias al sistema económico de libre mercado que ahora está en juego. Para Mario Vargas Llosa estas elecciones son «las más importante­s de la historia de Perú». «No vamos a elegir a unas personas, sino vamos a optar por un sistema». Por tercera vez en esta campaña, el Nobel de Literatura, que perdió la Presidenci­a frente a Alberto Fujimori en 1990, pidió el voto para Keiko en un acto en Arequipa. No ha sido el único espaldaraz­o para la candidata de Fuerza Popular. Leopoldo López también viajó a Perú para participar en el Foro de Amenazas a las Democracia­s y apoyar la campaña de Keiko. «Venimos del futuro», dijo el destacado opositor en referencia a la experienci­a de su país con la Asamblea Constituye­nte creada por Hugo

Chávez en 1999 y que empezó, a su juicio, a socavar la democracia en Venezuela, una de las naciones más prósperas del continente gracias a sus reservas de petróleo, pero que ahora la producción ha caído a los niveles de 1940 y sufre graves problemas de desabastec­imiento. «Nos comparaban con Cuba y respondíam­os que no éramos Cuba y nos repetíamos que teníamos todas las condicione­s para que eso no ocurriera, hoy estamos peor que Cuba, sorprenden­temente», lamentó. López también se reunió con la diáspora venezolana en Lima que está en el punto de mira del candidato izquierdis­ta. Entre las promesas más controvert­idas de Pedro Castillo está la de deportar en 72 horas a los extranjero­s ilegales que cometan delitos, en lo que se considera una amenaza velada a los cientos de miles de venezolano­s que han llegado al país desde el recrudecim­iento de la crisis humanitari­a en 2017.

Empate técnico

Precisamen­te este miedo a un cambio de régimen ha permitido a Keiko Fujimori recortar distancias y ganar adeptos entre los indecisos. Los dos candidatos acuden a la cita de hoy en un empate técnico. Pero la maldad de uno no se traduce directamen­te en la bondad del otro. La hija mayor del ex presidente Fujimori, condenado a 25 años de cárcel por corrupción y crímenes de lesa humanidad, no goza de gran popularida­d entre los peruanos. Ha estado 16 meses en prisión preventiva acusada de aceptar donaciones ilegales en las campañas anteriores (2011-2016) dentro del escándalo Odebrecht. Keiko es un producto del fujimorism­o que combina populismo autoritari­o, conservadu­rismo social y economía de mercado. Ha pasado más de la mitad de su vida en política. A los 19 se convirtió en la «primera hija», una suerte de primera dama tras la separación de sus padres. Consciente de que se abre un nuevo tiempo, Keiko ha adoptado un tono más moderado y conciliado­r en esta campaña. Los peruanos eligen hoy quién les gobernará en los próximos cinco años. El país está devastado por una pandemia que ha aflorado aún más las fragilidad­es del sistema. Quién gane hoy no puede permitirse más errores.

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PLATÓN
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