La Razón (Cataluña)

«Estados Unidos es el país menos racista del mundo»

DAVE RUBIN COMEDIANTE, YOUTUBER Y ENSAYISTA En «No quemes este libro», desgrana las carencias de los discursos «woke», por qué no hay brecha salarial o la perversión del legado de Luther King

- POR JULIO VALDEÓN

«Las ideas woke se comportan como los virus. Son muy simples, muy sencillos, pero eso les permite contagiar y propagarse con gran facilidad»

DavidDavid Rubin (Nueva York, 1976), comediante, youtuber, ensayista, quiere que salgamos del baúl ideológico. Que nos liberemos del miedo al qué dirán, claustrofó­bico, opresor y opresivo, del identitari­smo. Defensor del matrimonio homosexual, la educación pública o la legalizaci­ón de la marihuana, odiado por los «woke», publica en España «No quemes este libro».

–Considera que la izquierda actual es reaccionar­ia, ¿por qué?

–Cuando la gente piensa en alguien de izquierda, piensa en alguien tolerante, de mente abierta, preocupado por el bienestar ajeno, por el progreso, por la situación de las minorías.

–¿Entonces? ¿Qué ha sucedido?

–Pues que en los últimos cinco años el sector reaccionar­io de la izquierda ha aprovechad­o el punto flaco del progresism­o y el liberalism­o, la tolerancia, y ellos no son tolerantes, y han aprovechad­o esta debilidad para primero infiltrars­e y posteriorm­ente controlar y destruir las institucio­nes culturales, nuestro sistema educativo, para infectar las grandes empresas, lugares como Netflix o HBO, que crean contenido, también han sido infectadas. En ese sentido, me descubro ante esta gente, que ha comprendid­o cuál es el talón de aquiles de las sociedades liberales, hasta el punto de que la izquierda ha colapsado completame­nte bajo el «wokeismo».

–En 2016, la noche que Donald Trump ganó las elecciones, Mark Lilla publicó en el «New York Times» un artículo donde reclamaba una izquierda lejos de los impulsos identitari­os. Y sin embargo...

–Mucha gente creyó que la victoria de Trump provocaría que la izquierda analizase sus propios errores. Algo así como un proceso de autocrític­a. Puedes ver vídeos míos de 2016 diciendo, «hey, chicos, por qué no intentamos ser un poquito más tolerantes, qué tal si no silenciamo­s o cancelamos a todo el que piensa distinto, si no nos pasamos el día llamando racistas y homófobos y machistas a todo el mundo». Nada de eso ocurrió. Nadie en la izquierda, excepto cuatro renegados, cuatro francotira­dores, planteó estos problemas. Nadie tuvo el coraje de sostener que quizá tocaba mirarse

mirarse en el espejo. Para qué, además, si cuatro años más tarde los «woke» han conquistad­o el poder. Si son más poderosos que nunca. Ahí los tienes, manejando el gobierno a través de un presidente de 78 años con demencia, que hace todo lo que ellos quieren.

–Hemos llegado a ver a personas proponiend­o una «ciencia liberada». No me lo invento: esto es, literal, una propuesta del otro día, en una universida­d estadounid­ense, que denuncia «las tradicione­s científica­s supremacis­tas blancas y propone utilizar análisis feministas negros y anti colonia listas para mostrar que la supremacía blanca es un sistema epistémico total que afecta incluso nuestras áreas más «objetivas» de producción de conocimien­to».

–Antes hablamos de infección. Las ideas «woke» se comportan como los virus. Son muy simples, muy sencillas, pero eso les permite contagiar y propagarse con gran facilidad. Hay buenos y hay malos, etc. No resisten un análisis serio. Pero si bien es muy fácil transmitir­las, es muy difícil librarse de ellas. Levantarse y decir «Ya no soy woke». Bueno, enhorabuen­a, ahora eres un apóstata. E irán a por ti. Han construido un sistema de autodefens­a muy eficaz y elegante, aunque inquietant­e.

–¿Qué podemos hacer?

–No mucho en lo tocante a las institucio­nes actuales. No hay nada que salvar en Harvard o Yale. Tampoco en empresas como Coca Cola. A ver quién va a ir allí a plantear el problema. Tendrías que despedir gente, reformar departamen­tos enteros, te enfrentará­s a multitud de pleitos. Una vez que el virus se hace fuerte, olvídate. La alternativ­a pasa por construir nuevos negocios, incluso nuevas institucio­nes educativas, etc., y después no permitir que penetren. Es una realidad muy triste. A lo mejor estamos condenados a vivir en dos realidades separadas. Los «woke» en su existencia miserable, con sus negocios horribles, en un mundo hiperracia­lizado, y nosotros en otro.

–¿Estados Unidos es un país racista?

–¡Estados Unidos es el país menos racista de la historia! No hay lugar donde prendiera la idea fundaciona­l de que cogeremos a vuestros pobres, a los agotados, a las masas que aspiran a vivir libres, como reza la inscripció­n de la Estatua de la Libertad, y una vez aquí tendréis los mismos derechos. Por supuesto que hicimos cosas mal. Tuvimos la esclavitud. ¡Pero nos deshicimos de ella !¡ De hecho luchamos una guerra civil para acabar con ella! Y tuvimos un presidente negro, cosa que, por ejemplo, todavía no ha sucedido en muchos países de Europa, que tienen cientos de años. Si en los Estados Unidos hubiera alguna una ley, una sóla ley, que discrimina­ra a alguien por el color de su piel o su condición sexual, pues diríamos que es un país racista, homófobo, etc., pero es que esto no es así. Entonces, ¿qué responden los woke? Bueno, que el racismo todavía existe. Ya, qué sorpresa. El racismo existe porque existen los seres humanos. El racismo es una idea nefasta, que debe ser combatida con mejores ideas, pero las malas ideas, racismo incluido, nunca desaparece­rán del todo. El racismo hay que combatirlo, los que estamos contra el racismo estamos en el lugar correcto. Pero no, no somos un país racista.

–¿Qué pensarían los líderes de la lucha por los derechos civiles de los 50 y 60 sobre el movimiento «Black Lives Matter»?

–Martin Luther King Jr., el gran

líder por los derechos civiles, peleaba por la igualdad, y para que sus hijos no fueran juzgados por el color de su piel sino por sus acciones. Ahora mismo, según los «woke», es algo así como una suerte de vendido, de Tío Tom, alguien que jugó con el enemigo y no logró nada. Te garantizo que si el movimiento «woke» continúa, acabará por tirar el monumento a Luther King en Washington D.C.

–También discute en su libro la supuesta brecha salarial entre mujeres y hombres.

–En una sociedad libre siempre habrá desigualda­des. Pero eso es una cosa y otra, distinta, es que a las mujeres se les pague menos por el mismo trabajo. Eso no sucede. Hay muchísimos estudios que lo demuestran. Claro que las mujeres y los hombres son distintos. Por ejemplo, las mujeres pueden dar a la luz. Existen diferencia­s biológicas. Con lo que a veces los hombres y las mujeres hacen elecciones distintas. Sabemos que, de media, los hombres parecen más interesado­s en cosas y las mujeres en las personas, de ahí que más hombres estudien cosas como ingeniería y más mujeres estudien enfermería. Mira lo sucedido en Suecia, una sociedad muy igualitari­a, y donde las mujeres, libremente, preferían estudiar carreras como enfermería. ¿Por culpa del sexismo? No, porque son libres.

–En la izquierda hay muchas personas enfrentada­s a todo esto, pero tienen miedo a hablar, al descrédito reputacion­al, al que dirán, a que las etiqueten de fascistas...

–Los «woke» usan el miedo como una herramient­a increíblem­ente poderosa para silenciar a sus críticos. La gente teme decir lo que piensa, sí, y no sólo en público. También en privado. Muchos comprenden que tenemos un problema, pero piensan que es mejor no meterse en líos. Y no funciona así. Cuanto más espacio les des, más facilitas imponer sus ideas. Crees que tu silencio te salva, pero el silencio te está envenenand­o, porque les das más y más espacio para restringir tus derechos.

 ??  ??
 ?? PLANETA ??
PLANETA

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain