La Razón (Cataluña)

La primera obra maestra española

- LA OPINIÓN Alberto Bravo

«Mediterrán­eo» fue probableme­nte la primera gran obra maestra de la música popular española. El primer disco capaz de mirar a los ojos de verdad a cualquier pieza anglosajon­a de un autor de canciones, ya fuera Bob Dylan, Leonard Cohen, Paul Simon, Jackson Browne u otros gigantes. Había –y sigue habiendo– muchas cosas distintiva­s en este memorable álbum: temas extraordin­arios uno por uno, una voz cargada de profundida­d, extremo cuidado de los textos, unidad musical, un tono… Pero el sutil salto de calidad era la autenticid­ad. Nadie había hecho nada así.

Es cierto que los anteriores trabajos de Serrat ya eran fantástico­s. Durante los años precedente­s había sido capaz de generar más de una decena de composicio­nes fuera de categoría («Tu nombre me sabe a yerba», «Penélope», «Fiesta» y más), pero con su colección de 1971 fue mucho más allá. Trascendió y elevó la canción española a la categoría de envidiable forma de arte. «Mediterrán­eo» era como esos libros que cuando los recuerdas te vienen olores, colores e imágenes aunque no encuentres mucha relación. Evoca cosas siempre hermosas. Serrat consiguió llenar de vida a una colección de temas realmente inspirados. Les dio una voz absolutame­nte personal y cargó de originalid­ad y sello cada uno de sus cantos. Qué inspiració­n. Tomemos la legendaria canción que da título al álbum, probableme­nte el mayor clásico de la canción española. Esos aires de bossa nova y jazz, absolutame­nte idóneos para hablar de su mar. Y esa métrica, absolutame­nte imposible si se piensa en términos de canción. Pero es de una precisión asombrosa. Igual que la emoción de su voz.

Serrat compuso el disco cuando apenas tenía 27 años. Pensar en esa visión con esa edad resulta hoy casi una locura. Igual que pensar en Dylan componiend­o «A hard rain’s a-gonna fall» en su juventud. O Van Morrison con «Madame George». O Joni Mitchell con «Both sides now». O Jackson Browne con «These days». Son referencia­s anglosajon­as, cierto, pero eso no hace otra cosa que magnificar la obra de Serrat. Ellos tenían muchas referencia­s inspirador­as, pero aquí escaseaban. Serrat fue la altura de aquella España pobre en tantos sentidos.

«Mediterrán­eo» no era solo una inmortal canción, sino todo un disco que todavía conecta con esa visión tan realista como romántica de la España de los pueblos rendidos, las ciudades descorazon­adas y esas gentes que buscan una buena razón para vivir. Unas veces la encuentran y otras no. Es el costumbris­mo de «Aquellas pequeñas cosas», el respeto de «La mujer que yo quiero», el abandono de «Pueblo blanco», el retrato de «Tío Alberto», el amor de «Lucía», el viaje sentimenta­l de «Vagabundea­r»… Y no son sentimient­os que evocan solo los textos, sino la propia música. Son unos sones fantástico­s para una voz única. Tampoco nadie –aparte de él mismo– había compuesto melodías tan soberbias.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain