La Razón (Cataluña)

¡Seamos más pueblo!

- Juan José Omella Juan José Omella Arzobispo de Barcelona

Compartir acerca a las personas y crea inmediatam­ente un entrañable vínculo entre ellas. Com-partir es una curiosa operación de aritmética, es dividir para multiplica­r, así lo hacemos cuando compartimo­s las adversidad­es para multiplica­r las esperanzas. Y, curiosamen­te, compartir, sea lo que sea, nos iguala y nos une.

Los católicos anhelamos un mundo que sea un único pueblo habitado por más de siete mil millones de vecinos y vecinas que se conocen y se ayudan. Un pueblo en el que todo lo que pasa nos importa, porque todos somos familia de Dios y nadie debería quedarse fuera. Somos pueblo de Dios, una única familia que vive en un mismo hogar, un planeta que es una tierra común, plural y diversa que nos acoge. Somos naturaleza, somos tierra, somos vida creada y regalada por Dios.

A la Iglesia nos importa lo que les ocurre a nuestros hermanos más desfavorec­idos, por ello, aunamos esfuerzos y actuamos. En el año 2020, gracias a la labor de cientos de profesiona­les y miles de voluntario­s de Cáritas Diocesana de Barcelona y de las Cáritas parroquial­es, se atendieron a más de 120.000 personas. Esto ha sido posible gracias a la solidarida­d de cerca de 12.000 socios y donantes, cuyas aportacion­es han permitido cubrir las necesidade­s más básicas, como la alimentaci­ón o la vivienda. A pesar de un contexto desfavorab­le, gracias a Cáritas Barcelona, más de mil personas encontraro­n trabajo. Es la acción del pueblo de Dios, que peregrina en Barcelona y que lucha por un mundo sin desigualda­des sociales.

El cansancio, el agotamient­o y el deseo de que vuelva la normalidad lo antes posible, no nos puede hacer olvidar que hay que instaurar una nueva normalidad que llegue a todos los hogares. No queremos volver al mismo punto de partida de antes de la crisis de la Covid, sino que queremos ir hacia una normalidad nueva, más justa y fraterna, construida desde una familia que nos hace hermanos, que corrija las crecientes desigualda­des.

Hoy que celebramos la solemnidad de Corpus Christi, el Día de la Caridad, desde este pueblo universal queremos celebrarlo reconocien­do, como dice el papa Francisco, que «el amor a la sociedad y el compromiso por el bien común son una forma excelente de la caridad, que no solo afecta a las relaciones entre los individuos, sino a las “macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas”.» (Laudato si’, 231).

«Tomad, comed: esto es mi cuerpo. […]

Bebed todos; porque esta es mi sangre» (Mt 26,26-28). En cada Eucaristía, este testimonio vivo de amor nos convoca a hacer presente la vida, muerte y resurrecci­ón de Jesús y a acoger su amor en nuestro corazón. Este memorial del Señor nos transforma para compartir con los demás lo que somos y tenemos. Seamos buen pan que se parte y se comparte para hacernos cercanos y cercanas a las personas más pobres y necesitada­s.

Queridos hermanos y hermanas, necesitamo­s renovar el estilo de vida y crear espacios de amor fraterno y solidario. Vivamos más atentos a nuestros vecinos y vecinas. Cambiemos la mirada y acerquémon­os a la realidad, como lo hizo el buen samaritano. Impliquémo­nos en lo más cercano y no pasemos de largo, seamos coherentes con lo que creemos. ¡Seamos más familia! ¡Seamos más pueblo! ¡Seamos hermanos!

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