La Razón (Cataluña)

Isabel Preysler, de reina del baldosín a la «Gatita» cantora

Poco queda ya, como demostró en el programa «Mask Singer», de esa joven de 17 años que viajó a España por imposición paterna para separarle de un amor que pudo arruinarle la vida

- POR PALOMA BARRIENTOS

El lunes pasado Isabel Preysler daba de nuevo la campanada. Aparecía en el programa de Antena 3 «Mask Singer» disfrazada de «Gatita» y cantando en playback «Waterloo» de ABBA. Cuando se desveló su identidad la impresión de muchas de las personas presentes en el plató y de los telespecta­dores fue grande. Verla en una situación totalmente ajena a su perfil habitual y que nunca hubiéramos imaginado confirma su capacidad para reinventar­se. A partir de ahora todo es posible en la agenda de la que fue bautizada como «la reina del baldosín». Durante años fue la encargada de decorar los mejores sueños de los españoles a través de su colaboraci­ón con Porcelanos­a. Era su marca de agua publicitar­ia junto a sus exclusivas en «¡Hola!», que su hija Tamara define como el álbum familiar. Su irrupción hace años en televisión con un espacio hecho a su medida no funcionó. En cambio, sí tuvo éxito su amiga del alma Carmen Martínez-Bordiú con uno de moda. Ahora ha vuelto a recuperar el tiempo televisivo perdido encarnando a esa gatita seductora que se ha paseado por Madrid para dar pistas de su identidad. En realidad, no era Preysler sino un figurante, como ha sucedido con otros «enmascarad­os». Sí lo fue en el plató del programa cuando se desprendió de la cabeza gatuna. ¿Por qué lo ha hecho? La primera y fundamenta­l razón, por el caché. La segunda, por diversión, y la tercera, para reinventar­se a sus 70 años.

Esta vez la noticia sorprenden­te no tenía que ver con el apartado amoroso. Ese aspecto de su vida ha sido lo que ha marcado su trayectori­a vital. Isabel ha terminado su agenda afectiva con un Nobel con el que ha roto (por ahora) su rutina matrimonia­l. Con los tres anteriores se casó y tuvo hijos. En el caso del escritor continúa de novia y, a falta de descendenc­ia, Isabel le regaló por su 80 cumpleaños a Celine, un dogo que comparte la vida en la mansión de Puerta de Hierro con el resto de habitantes y mascotas.

Seguir de novia

Para ella, el cambio de estado civil era habitual hasta que el Nobel apareció en su universo. A día de hoy quiere seguir manteniend­o el estatus de novia como ella misma explicaba en la última presentaci­ón de la colección de Pedro del Hierro a la que acudió. «Me queréis casar y yo estoy encantada de cómo me encuentro. Nunca había vivido la etapa de noviazgo largo porque me casaba enseguida. Con Mario lo estoy viviendo», y explicaba que se pasaba la vida haciendo y deshaciend­o maletas, además de tener que madrugar por las rutinas del escritor.

Una de las costumbres que ha mantenido en los últimos años hasta que llegó la pandemia era reunir los viernes a las amigas en la mansión de Puerta de Hierro para sesiones de cine. Lo habitual era acudir sin pareja, salvo Carmen Martínez-Bordiú, que en varias ocasiones estuvo acompañada por su entonces pareja Luismi Rodríguez. Esas noches de chicas, la dueña mandaba servir palomitas, hamburgues­as y perritos calientes.

La «reina de corazones», que así la bautizó Francisco Umbral, forma parte de la historia social de España. Poco queda ya de esa jovencita que con 17 años puso rumbo a España por imposición paterna para separarla de un amor no recomendab­le que pudo arruinarle la vida. En el centro escolar era María Isabel y en su casa, Chabely. Un nombre que después heredaría su hija mayor cuando Julio Iglesias se enteró de que era el apelativo cariñoso de la infancia de su mujer. Y otra coincidenc­ia. En la biografía «Reina de corazones» (Ediciones

Para ella, el cambio de estado civil era algo habitual hasta que el Premio Nobel apareció en su universo

B), publicada por quien firma este reportaje, Isabel era una adolescent­e con fuertes conviccion­es religiosas y quiso ser misionera. Su hija Tamara también tuvo parecidas inclinacio­nes cuando anunció su vocación y anunció su intención de entrar en un convento. En este sentido, el destino llevó a la madre y a la hija por otros caminos. Ahora, un contrato televisivo las ha vuelto a colocar en la misma cadena de televisión. Tamara es una de las colaborado­ras con más tirón de «El Hormiguero» y «mami» (así la llama siempre) ha sido la revolución de «Mask Singer». De nuevo, Preysler vuelve a reinventar­se.

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GTRES Durante años, Preysler fue apodada «la reina del baldosín» por ser imagen de Porcelanos­a
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Isabel Preysler con la máscara de «Gatita», y una vez descubiert­a su identidad
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