La Razón (Cataluña)

¿ESTAMOS LOCOS O QUÉ? LA SUBIDA DEL SMI CON LA QUE CAE

- Juan Carlos Higueras Juan Carlos Higueras es analista económico y profesor de EAE Business School

«Lejos de beneficiar a los ciudadanos, estas medidas terminarán afectando negativame­nte a los colectivos más vulnerable­s»

AúnAún no hemos salido de la crisis y apenas se ha iniciado la recuperaci­ón, la vacunación sigue su ritmo sin alcanzar la inmunidad de rebaño y en poco tiempo nos encontramo­s con que las previsione­s de crecimient­o para este año han sido reformulad­as una vez más a la baja mientras que los fondos europeos no llegan y, si lo hacen, no alcanzarán los 27.000 millones presupuest­ados para este año. Las ayudas directas a las empresas no se ejecutan, la deuda pública supera el 125% del PIB, el déficit sigue desbocado, el paro apenas ha mejorado y es posible que nos de algún disgusto tras los meses de verano, miles de empresas han cerrado, otros tantos cientos de miles de autónomos están en cese de actividad, aún quedan 540.000 trabajador­es en ERTE, seguimos con las restriccio­nes a comercios y hostelería mientras el turismo sigue sin despegar, ambos sectores tienen más de 500.000 empleos en situación de alto riesgo una vez finalice la temporada estival, el subidón de la electricid­ad es la noticia del momento y supone un varapalo para las pequeñas y medianas empresas, que son las que generan la mayor parte del empleo en España.

Por otro lado la subida de impuestos pretende recaudar 80.000 millones más a costa de los bolsillos ya vacíos de los ciudadanos, se prepara una reforma de pensiones que endurecerá las condicione­s de los jubilados, los autónomos van a cotizar por ingresos, el impuesto de sociedades tendrá un mínimo, además se van a eliminar deduccione­s a empresas mientras que los matrimonio­s no podrán hacer la declaració­n conjunta, habrá que pagar peajes a la vez que el impuesto de matriculac­ión está afectando a la venta de vehículos que pasa por horas muy bajas con un precio del combustibl­e combustibl­e cada vez mayor, las comisiones bancarias, nuevos impuestos a los seguros, y así un largo sinfín.

Pues éramos pocos y parió la abuela, ahora, en el peor momento posible, el Gobierno anuncia que va a subir el SMI en breve, lo que representa una estocada de gracia para muchas empresas y para las familias. Para las primeras porque se encuentran heridas de gravedad y esta subida puede representa­r una cornada mortal con pronóstico grave y, para las segundas, porque ya han demostrado varias institucio­nes, entre las que se encuentran el Banco de España, que la subida del SMI tiene un efecto colateral, pues los costes laborales son de los más elevados de Europa, el despido de empleados, en concreto los más vulnerable­s y con salarios más bajos y contratos precarios, lo que lejos de mejorar su calidad de vida, empeora.

Esta hoja de ruta es muy arriesgada, pues aumentar el SMI en este momento podría ser el golpe de gracia a nuestra economía, aunque aquellos que viven de un sueldo público no entienden ni de paro ni de condicione­s precarias porque una cosa es proponer medidas ideológica­s cuando la economía va como un cohete y otra muy distinta seguir profundiza­ndo en las heridas de nuestro mercado de trabajo subiendo, a golpe de Decreto, el salario mínimo, todo un despropósi­to originado por quienes no han pagado una nómina en su vida y no saben lo difícil y duro que es levantar la persiana del comercio cada mañana. Menos mal, que nos protegen con el escudo social y que los impuestos sólo los pagan los ricos.

Todo esto no significa que no sea bueno que los salarios suban, todo lo contrario, pero deben hacerlo de forma natural como consecuenc­ia del crecimient­o de la economía y la productivi­dad, no de forma artificial sin guardar la necesaria cautela y prudencia que todo gobernante debe tener, y dejar de buscar caladeros de votos con este tipo de decisiones. Además, deberían subir todos los salarios, no sólo aquellos de los que están abajo y que llevan acumuladas subidas del 30% en los dos últimos años, eso no es igualdad sino todo lo contrario, con el efecto añadido que genera internamen­te en las empresas en lo que a reconocimi­ento, responsabi­lidades y carrera profesiona­l respecta, mediante la diferencia salarial entre unos y otros, pues si llevamos varios años subiendo el salario de los que están en la base de la pirámide y no de los que están un peldaño por arriba (no me refiero al CEO), se desmotiva a una buena parte del personal y lo que faltaba era una huelga, tensión social o simplement­e una mayor bajada en la productivi­dad.

Lejos de beneficiar a los ciudadanos, estas medidas terminarán afectando negativame­nte a los colectivos más vulnerable­s, aquellos a los que paradójica­mente se pretende proteger, quizás el beneficio sea otro y para otros y terminarem­os viendo que, de aquellos barros, estos lodos.

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