La Razón (Cataluña)

El juego de la soberanía

- Ryan D. Griffiths Ryan D. Griffiths

¿Por qué algunos movimiento­s secesionis­tas tienen éxito mientras que otros fracasan?

Ésta es una pregunta importante, una que he analizado en mi reciente libro: «Secession and the Sovereignt­y Game: Strategy and Tactics for Aspiring Nations (Cornell University Press)». Lograr la independen­cia es bastante difícil y la mayoría de los movimiento­s secesionis­tas fracasan. En términos generales, hay dos cosas que debe hacer un movimiento secesionis­ta. Primero, tiene que movilizar una parte sustancial de su población de base, típicament­e una clara mayoría. Como saben tanto los catalanes como los escoceses, esto es un desafío porque la elección de la independen­cia implica un poco de incertidum­bre, conflicto y, a veces, violencia. Es más fácil movilizar a una población cuando el gobierno nacional se porta mal, pero los gobiernos tienen una serie de herramient­as a su disposició­n para frustrar a los secesionis­tas. En segundo lugar, para lograr un estado soberano reconocido, un movimiento secesionis­ta tendrá que coaccionar y/o convencer a su gobierno y a la comunidad internacio­nal para que los reconozcan. El conjunto de estados soberanos se comporta más o menos como un club al que los secesionis­tas pretenden unirse, y ese club tiene incentivos para negar las ambiciones secesionis­tas. Esto es lo que yo llamo «el Juego de la Soberanía». Para ganarlo, los secesionis­tas eligen entre un menú de tácticas que incluyen competenci­a electoral, resistenci­a civil no violenta, insurgenci­a y argumentos normativos relacionad­os con los derechos humanos, el derecho a elegir la independen­cia, entre otros. Estas tácticas están diseñadas para lograr que el gobierno nacional y la comunidad internacio­nal negocien.

En 2021, ¿cuántos movimiento­s secesionis­tas existen en el mundo?

En mi libro, en 2017 identifiqu­é 60 movimiento­s secesionis­tas en todo el mundo. Pero la respuesta depende de cómo se defina. Mi definición es la de una nación autoidenti­ficada por encima de un tamaño mínimo que busca formalment­e la independen­cia. Esa concepción excluye los movimiento­s autonómico­s que pueden buscar una mayor autonomía dentro de un país, pero no la plena independen­cia. Tenga en cuenta que estas cifras cambian cada año a medida que surgen nuevos movimiento­s y otros abandonan sus demandas.

¿Cuáles debemos seguir de cerca? ¿Qué movimiento secesionis­ta cree que se convertirá en un país independen­tista en un futuro próximo?

He argumentad­o por un tiempo que Bougainvil­le (actualment­e parte de Papúa Nueva Guinea) probableme­nte se convierta en el próximo estado soberano. El lado independen­tista ganó abrumadora­mente un referéndum a finales de 2019, uno que se había prometido durante casi 20 años. Por el momento, ambos gobiernos están negociando los términos de su división. Hay muchos otros movimiento­s para observar. Creo que tanto Escocia como Irlanda del Norte son posibilida­des dadas las secuelas del Brexit. Somaliland­ia ha sido una región activa en busca de la independen­cia desde la década de 1990, cuando Somalia colapsó como estado. Aunque la Unión Africana suele mostrarse reacia a aprobar la secesión en la región, el sólido historial de gobernanza de facto de Somaliland­ia está elevando gradualmen­te su perfil internacio­nal. Y con el desarrollo de la guerra civil en Etiopía, Somaliland­ia se verá aún más firme a los ojos de la comunidad internacio­nal.

¿Es un referéndum una buena forma de resolver estos problemas?

Sostengo en mi libro que los referendos son una buena forma de resolver estos problemas. Sin duda, son imperfecto­s, pero son, en cierto sentido, la forma menos mala de resolver un problema que de otro modo sería difícil. Recomiendo que se les anime, incluso que se democratic­e tanto como sea posible, pero que el listón de salida sea bastante alto. Dado el gran costo de la salida, no creo que se deba permitir que las naciones aspirantes celebren referendos frecuentes en los que solo necesitan obtener una mayoría simple. Pero, bajo condicione­s específica­s, deberían permitirse los referendos.

En Quebec ya han organizado dos referendos, ¿el sentimient­o independen­tista es ahora menos popular?

No estoy en condicione­s de comentar sobre el clima actual del movimiento en Quebec. Ciertament­e es activo, y el lado independen­tista se ha institucio­nalizado, pero me es difícil decir si el movimiento hará otra apuesta por la independen­cia como lo hizo en 1995.

Aunque lo perdió en 2015, Escocia busca un nuevo referéndum debido a las consecuenc­ias del Brexit. ¿Permitirá el «premier» Boris Johnson convocar uno nuevo? ¿Tendrá éxito esta vez?

Será difícil para Johnson negar otro referéndum a los escoceses, ya que la negación continua puede alimentar el movimiento. Por tanto, sospecho que vendrá otro referéndum, aunque no puedo decir cuándo. Sobre la segunda pregunta, no sé si ganará el SNP. El referéndum de 2014 ocurrió antes del Brexit y eso alteró los pros y los contras de la independen­cia. Pero Reino Unido tiene mucho que ofrecer y existe una fuerte afinidad cultural allí. Un liderazgo británico calificado podría muy bien ganar la discusión.

«No creo que se deban permitir referendos en los que solo se necesita obtener una mayoría simple»

es experto en movimiento secesionis­tas. Profesor en el Departamen­to de Ciencias Políticas de la Universida­d de Syracuse. Preguntas de E. S. Sieteigles­ias

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