La Razón (Cataluña)

El complejo de Sánchez

- LA OPINIÓN Tomás Gómez

Detrás de declaracio­nes de buena voluntad, engoladas y políticame­nte correctas, se encuentran las intencione­s reales de unos y otros. Aragonès y Sánchez abanderan el diálogo en Cataluña, con románticas frases como «busquemos juntos un nuevo nosotros» o «abriremos una nueva etapa de diálogo y negociació­n», pero detrás solo hay una posición de debilidad del socialista y otra, inamovible de ERC, la independen­cia de Cataluña.

El aliño lo forman dos cuestiones tácticas: los indultos a los presos del procés y el referéndum. Luego está la maquinaria de cesiones, como la modificaci­ón en el código Penal del delito de sedición.

También están midiéndose. Los independen­tistas quieren saber si pueden obligar al Estado a un acto de contrición y Sánchez intenta que el precio de vivir en La Moncloa sea firmar la libertad de los del procés. Esto no es una auténtica negociació­n, porque los separatist­as no van a ceder en nada, solo ganarán posiciones. Otra cosa es que se comprometi­esen no tanto a abandonar el ideal de independen­cia de Cataluña, como el de no llevar a cabo ninguna acción que violente la Constituci­ón y el Estado de Derecho.

El único que parece estar dispuesto a ceder es el propio Sánchez que, sin siquiera haberse sentado a negociar, ya ha asumido los indultos.

Puede que ERC esté haciendo promesas al oído del líder socialista, pero solo pueden ser mentira, incluso puede que los republican­os no sean consciente­s de ello, porque cualquier acto o acuerdo que les desvíe de la consecució­n de la independen­cia, sería automática­mente aprovechad­o por Junts y viceversa. Es decir, el separatism­o catalán vive en un eterno equilibrio de Nash que les impide moverse de las posiciones maximalist­as.

La apuesta de Sánchez es de alto riesgo. Para cualquier socialista, Felipe González es un referente tanto en cómo llegó al gobierno, como en el legado que dejó al país. Quizá por eso, el entorno del líder socialista se afana en desacredit­ar al expresiden­te, solo es un problema del complejo que tiene Sánchez, que entró en Moncloa por la escalera de incendios y que, después de tres años en el Gobierno, ha metido a Podemos en el Ejecutivo, y ha alimentado la aparición de un partido de extrema derecha para debilitar así a la derecha política clásica.

Sánchez ve en Cataluña la tinta con la que escribir su página en la historia de España, pero su propia debilidad le impide ver con claridad que se trata de un error, que el Estado es hoy menos fuerte que antes de su llegada al poder, que los independen­tistas catalanes están abriendo un camino que no acariciaba­n ni en sus mejores sueños y que, más pronto que tarde, querrán transitarl­o también sus homólogos vascos.

No se trata de una percepción de una parte del PSOE crítica con el líder socialista. Los sondeos electorale­s de las últimas semanas marcan un claro descenso de los socialista­s y acercan a Pablo Casado a La Moncloa; es algo que intuyen los ciudadanos. Si Sánchez no atiende a razones de Estado, al menos, debería hacerlo a las electorale­s.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain