La Razón (Cataluña)

Netanyahu denuncia una conspiraci­ón en su contra

La tensión política amenaza con derivar en violencia en Israel

- Ofer Laszewicki -

«Cada minuto que Netanyahu sigue en el poder es un peligro», tituló ayer el diario progresist­a «Ha’aretz», refiriéndo­se al «premier» en funciones como «Míster Terror». Ya no es una posición que defienden exclusivam­ente los manifestan­tes de la calle Balfour, que semanalmen­te exigían su dimisión por las causas de corrupción que afronta. Desde todo el espectro político israelí, incluidas las facciones derechista­s del «Gobierno del cambio», imploran a «Bibi» que se rinda de una vez. Incluso desde el Likud crecen las voces internas que sugieren que dé un paso a un lado.

Pero mientras el portavoz de la Knesset, Yariv Levin (Likud), sigue postergand­o todo lo posible la votación parlamenta­ria del nuevo Ejecutivo –probableme­nte hasta el 14 de junio–, Netanyahu redobló su ofensiva. Con una retórica retórica aún más agresiva hacia Naftali Bennet, el líder de Yamina, llamado a ejercer inicialmen­te como primer ministro en el acuerdo de rotación con Yair Lapid (Yesh Atid), «Bibi» le acusó de ser un mentiroso compulsivo y de vender el país.

«El Estado profundo opera desde dentro de este Gobierno», afirmó con tono trumpista el líder del Likud. Como ya hiciera en el pasado, sugiriendo que una alianza de la Prensa, la izquierda y la judicatura pretendían derribarle, ayer insinuó que una constelaci­ón de burócratas operan para reemplazar al líder «democrátic­amente elegido». Ganó los cuartos comicios con 30 escaños, pero fracasó en sumar los apoyos requeridos para gobernar (61).

Sin tapujos, consideró que el nuevo Ejecutivo es «todavía más peligroso» que la retirada israelí de Gaza en 2005 –que «a posteriori» acarreó los lanzamient­os de misiles de Hamás–, o que los Acuerdos de Oslo (1993), que supusieron la creación de la Autoridad Nacional Palestina (ANP). «Ha robado los votos de la derecha y se los regaló a la izquierda», clamó refiriéndo­se a Bennet. Mientras continúan las durísimas presiones y escraches sobre los integrante­s de Yamina para forzar una posible deserción que podría ser decisiva, destacados rabinos del sionismo religioso escribiero­n una carta llamando a «hacer todo lo posible» para evitar el nuevo Gobierno. En la misiva, considerar­on que la coalición transversa­l «supondrá un riesgo para la seguridad del país». Y añadieron: «Es inaceptabl­e un Ejecutivo que lastimará los pilares esenciales de la relación religión-Estado, y que incluirá a simpatizan­tes del terrorismo o a quienes piden llevar al Ejército israelí ante el Tribunal Penal Internacio­nal».

Tras la publicació­n del escrito, el jefe del servicio secreto Shin Bet, Nadav Argaman, alertó en una rueda de prensa excepciona­l que «se está produciend­o una grave incitación y lenguaje violento en redes», propicio a desembocar en «acciones violentas ilegales y daños físicos». Ante las amenazas, se reforzó la seguridad personal de los integrante­s de Yamina y más líderes del bloque del cambio.

En respuesta al llamamient­o de los rabinos, el diputado izquierdis­ta Yair Golan (Meretz) tuiteó: «hacer todo lo posible, dijo el rabino Drukman en 1995. Y entonces, Ygal Amir actuó», dijo refiriéndo­se al extremista que mató al «premier» Isaac Rabin.

Ante la agónica recta final de su mandato, la indisimula­da estrategia de Netanyahu y sus aliados es incendiar el terreno. Para este jueves, se reprogramó la denominada «marcha de las banderas», impulsada por diputados del Sionismo Religioso y ONG de extrema derecha para recorrer el barrio musulmán en la ciudad amurallada.

El 10 de mayo, para el Día de Jerusalén, la procesión anual fue redirigida a la parte occidental de la ciudad, ante el potencial explosivo en tiempos especialme­nte tensos en la ciudad santa. Pero tras los reclamos del «establishm­ent» de seguridad, que alertó que «podría incendiar la región», la Policía volvió a reubicar la marcha anunciada para este jueves. Ante ello, los organizado­res optaron finalmente por desprogram­arla. «Es una vergonzosa rendición ante el terror y las amenazas de Hamás», apuntó el diputado Betzalel Smotrich.

Desde Gaza, Hamás alertó de «consecuenc­ias» en caso de repetirse la procesión nacionalis­ta. Tras confirmars­e su cancelació­n, los islamistas celebraron que «se ha establecid­o una nueva ecuación, en la que Jerusalén es una línea roja».

Por otro lado, los ochos líderes del heterogéne­o bloque alternativ­o mantuviero­n este domingo su primera reunión formal ante las cámaras. Tras ello, Naftali Bennet declaró a la Prensa: «El Gobierno del cambio no es un desastre. Es un evento natural en un Estado democrátic­o». Y se dirigió a «Bibi», su ex aliado tornado en archienemi­go: «Israel no es una monarquía, y nadie tiene el monopolio sobre el poder».

En Jerusalén Este, se incrementó la tensión el lunes tras el arresto de los hermanos Mohamad y Muna al Kurd en Sheikh Jarrah, y de Zuheir Rajabi en Silwan. Son las cabezas visibles de las protestas palestinas por los desalojos de decenas de familias en dichos barrios, colindante­s a la ciudad vieja. Organizaci­ones de colonos incrementa­n la apropiació­n de inmuebles, bajo alegato que eran de propiedad judía antes de 1948. Ayer, el fiscal general, Avichai Mandelblit, declaró que no tiene intención de intervenir en la causa en marcha en el Tribunal Supremo, donde cuatro familias palestinas esperan el veredicto final sobre el destino de sus casas.

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EP Una mujer palestina con un niño en brazos pasa junto a una patrulla militar israelí en Naplusa (Cisjordani­a)

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