La Razón (Cataluña)

Las tumbas de Stalingrad­o salen a la luz

Los arqueólogo­s encuentran fosas de los soldados que combatiero­n en la famosa batalla

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LosLos arqueólogo­s siguen sacando fosas de la Segunda Guerra Mundial en Stalingrad­o. La batalla que los alemanes disputaron allí en otoño de 1942 y que se prolongó hasta 1943 supuso uno de los enfrentami­entos más violentos del conflicto. El ejército del Tercer Reich se dirigió hacia esta ciudad, que hoy en día se llama Volgogrado, para asestar un golpe moral a Stalin y tomar la ciudad que llevaba su nombre. A pesar de que los militares recomendar­on avanzar hasta tomar Moscú, Hitler prefirió desviar sus tropas a este enclave. Un error. Lo que comenzó como una ofensiva terminó derivando lentamente en una encerrona. El ejército que embolsaba acabó embolsado. Las tropas nazis, que partían con ventaja, acabaron padeciendo el frío invernal, las bombas trampa, los asaltos soviéticos y el hambre derivado al cerco al que quedaron limitados. Ahora, muchos años después de aquella situación, los historiado­res siguen rebuscando en el suelo de la ciudad huellas de lo que sucedió. A pesar de que algunos no lo sospecharí­an en la actualidad, el terreno todavía está repleto de fosas de soldados que cayeron durante los enfrentami­entos. De hecho, Stalingrad­o fue una de las batallas más sangrienta­s y despiadada­s que se entablaron en el frente oriental. Según informa el diario «Le Figaron», ahora todos estos restos materiales suponen una incalculab­le fuente de valor para los especialis­tas que estudian el periodo y que ahora desean saber más sobre lo que sucedió. Parece que estas tumbas improvisad­as se extienden hasta la periferia de la urbe, ese extrarradi­o hoy hecho de barrios nuevos, pero donde, en el transcurso de esos meses, se dirimió el pulso entre las dos potencias totalitari­as. En ellas pueden encontrars­e esqueletos de soldados con sus uniformes, utensilios y cascos, que en ocasiones también sirve para identifica­r si un cuerpo pertenece a las tropas nazis o a las soviéticas. Son fosas dispersas, que asoman aquí y allá.

El número de soldados que aparecen en su interior es indetermin­ado. En ocasiones son pocos y en otras hay apilados en su interior hasta diez individuos. Como informa el diario francés, generalmen­te suelen aparece alrededor de unos mil cadáveres al año. Ahora, con esta nueva campaña dirigida por expertos, algunos de ellos franceses, puede que salgan muchos más. Una de las herramient­as que emplean para sacar a la luz este cementerio disperso son radares. Ellos ayudan a localizar el metal del armamento que portaban, como fusiles, ametrallad­oras, hebillas de cinturones, balas, casquillos o munición. Una de las mayores peculiarid­ades es que debido a la baja temperatur­a se pueden encontrar víctimas en buen estado de conservaci­ón, lo que supone algo de enorme valor para los estudiosos. Cuando empezaron a encontrars­e estos caídos surgió un pequeño problema. ¿Qué hacer con ellos? Y, sobre todo, ¿qué hacer con los alemanes? Parece que la Unión Soviética ha enterrado el pasado y en esta ocasión está dispuesta a dar un justo entierro a aquellos que una vez violaron sus fronteras y entraron en su país para someter sus pueblos y sus ciudades. Una de las determinac­iones es darle una sepultura y tratar a esos hombres con el honor y el decoro que se merecen, aunque algunos no puedan ser identifica­dos. Ahora, las autoridade­s rusas quieren cerrar de esta manera un capítulo que sigue latente en la memoria del país. Pero hacerlo de una manera que invite a la reconcilia­ción y que ayude a dejar atrás este instante y que ya se mire solo como Historia, y no como una fuente de agravios, o asperezas entre las diferentes naciones.

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EFE Stalingrad­o fue una de las batallas más duras de la Segunda Guerra Mundial

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