«EL AMOR ES EL MOTOR DE LA POLÍTICA»
QueQue Podemos cree en el amor, lo ha demostrado desde que todos sus dirigentes saltaban a la tribuna abrazados, inseparables, entrelazados sus brazos. Cuando se separaban, lo hacían para levantar el puño o aplaudirse entre ellos en señal de agradecimiento tautológico por a su vez ser aplaudidos. Era una puesta de escena muy emotiva, aunque ellos se miraban por el rabillo del ojo porque, a pesar de esa camaradería empalagosa –o quizá por ello– nadie se fiaba de nadie. Luego nos hemos enterado que se odiaban. Así fueron cayéndose de la fotografía, uno a uno, hasta simplificarse en la pareja como máxima expresión de la comunión y el poder: Él y Ella. Pablo e Irene. Algunos especialistas, llegaron a decir que Podemos no se podía entender sin la palabra y sin la carne: sin el sexo. Todos los dirigentes habían sido parejas entre ellos, había habido separaciones separaciones y nuevas uniones. Siempre entre camaradas. Una endogamia comunal difícil de administrar. De manera que muchas veces no había disidentes, sino novias despechadas. En eso hay algo de la terrorífica familia Manson abducidos por un alucinado político que caminaba sobre las brasas del amor sin quemarse, que para eso era el líder. Ahora, buscando una reformulación ideológica de su credo basado el comunismo tropical, invendible según los resultados venezolanos, han encontrado en el amor la única fuente de su acción política. Podría cambiarse el nombre por el Partido del Amor, pero ya está cogido. Su fundador se llama Miguel Iglesias –efectivamente, Iglesias–, nacido en Buenos Aires, que se presentó a las pasadas elecciones catalanas sin mucha fortuna. Ione Belarra, que es ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, dijo ayer que ellas reivindican el «amor como motor de la política» y, aunque creíamos que el objetivo de la política era alcanzar el poder; unos, para disfrutar de él; otros, para cambiar el mundo y los más inteligentes por ambos motivos, Podemos cree que es el amor por el amor. Después de todo, el odio es la otra cara del amor.