La Razón (Cataluña)

¿Bitcoin ya es dinero?

- Juan Ramón Rallo

El dinero es el activo más líquido dentro de una economía que, precisamen­te por esa superior estabilida­d de valor, desempeña las funciones de medio de intercambi­o, depósito y unidad de cuenta. La mayoría de economista­s opina que el dinero puede emerger espontánea y descentral­izadamente en el mercado sin que ninguna autoridad central lo imponga. El oro, por ejemplo, fue usado generaliza­damente como dinero no porque ningún gobernante así lo establecie­ra, sino porque la mayoría de agentes económicos decidieron utilizarlo para minimizar los costes de transacció­n de sus intercambi­os. Que luego el Estado convirtier­a al oro en moneda de curso legal no cambia el correcto orden histórico de los acontecimi­entos. Primero, el sector privado utilizó el oro como medio de intercambi­o, depósito de valor y unidad de cuenta. Posteriorm­ente, el Estado lo sancionó como moneda oficial.

En nuestros tiempos, acaso contamos con un ejemplo más reciente de cómo la sociedad civil (o al menos una parte de ella) puede alumbrar nuevas formas de dinero al margen del Estado. Me refiero, claro, al caso de Bitcoin. Pese a los problemas de volatilida­d que aún sufre, Bitcoin se ha convertido en un incuestion­able depósito de valor a largo plazo y, hasta cierto punto, en un medio de intercambi­o dentro de ciertas comunidade­s de usuarios. ¿Ha sido necesario el Estado para que Bitcoin se desarrolla­ra? En absoluto: su éxito ha sido al margen del Estado o, incluso, en contra del Estado (pues la mayoría de sus usuarios hasta la fecha hacen gala de una marcada ideología anti-Estado).

Pese a la abundante evidencia histórica de que disponemos sobre la posibilida­d de que el dinero emerja autónomame­nte dentro de la sociedad civil, todavía existe una escuela de pensamient­o (los llamados «neochartal­istas») que sostiene lo contrario: que el dinero es, en esencia, el instrument­o con el que uno está obligado a pagar los impuestos (y todas las otras funciones del dinero derivan de esta propiedad fundaciona­l) y que, por tanto, cada Estado es plenamente soberano a la hora de determinar qué es y qué no es dinero. Basta con que los gobernante­s establezca­n que los impuestos se tienen que pagar en un determinad­o activo para que ese activo (y solo ese activo) devenga dinero. Como es lógico, esta misma escuela de pensamient­o lleva años negando que Bitcoin pueda ser considerad­o dinero pero, graciosame­nte, en breve se verán forzados a admitir que Bitcoin sí es ya dinero. A la postre, el presiente de El Salvador, Nayib Bukele, acaba de anunciar que convertirá a Bitcoin en moneda de curso legal dentro de su país. No es que el movimiento debiera despertar el entusiasmo de ningún defensor de las ideas de fondo tras Bitcoin (la libertad de elección monetaria), pero sí pone de manifiesto las definicion­es absolutame­nte arbitraria­s e irreales del «neochartal­ismo». De la noche a la mañana, Bitcoin pasará a ser dinero solo porque Bukele así lo haya decretado y aun cuando nada más haya cambiado en cuanto al valor y al comportami­ento de Bitcoin. No es ciencia, es ideología.

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