LA CARTA QUE CULPABA A PARDO BAZÁN DE LA MUERTE DE SU PADRE
LaLa Biblioteca Nacional dedica una exposición a Emilia Pardo Bazán, que acuñó una literatura de gran empuje y fuerte sello personal. Pero, también, una mujer valiente que se revolvió contra los prejuicios de su época y se convirtió en un personaje relevante de la vida intelectual española. «Fue una de las escritoras más importantes de su generación en España y en Europa. Su presencia está ahí de una manera extraordinaria y potente. Era muy controvertida, pero tanto entonces como ahora», comenta isabel Burdiel, comisaria de la muestra, que está respaldada por Acción Cultural Española (AC/E), la Comunidad de Madrid y la Xunta de Galicia. Se han reunido cerca de dos centenares de piezas entre libros, manuscritos, fotografías, óleos y dibujos.
Este recorrido está jalonado por todo lo que se conoce de ella, pero también por facetas y esquinas inauditas, ignoradas, dejadas de lado o que están poco difundidas. La muestra, donde apenas existen referencias a la relación que mantuvo con Pérez-Galdós, aporta además algunos documentos inéditos. Uno de ellos, que se conserva en el Museo Lázaro Galdiano, es ilustrativo de lo moderna y conflictiva que era la vida de Pardo Bazán y, al mismo tiempo, muy adecuado porque refleja con perfecta idoneidad los tabús que prevalecían en su época y los recelos que despertó su independencia.
Es una misiva firmada por Fray Manuel Castellano, confesor y amigo de la familia, a Pardo Bazán, en el año 1890. Está redactada con motivo del fallecimiento del progenitor de la novelista, José Pardo Bazán, y son unas líneas duras, con un poso amargo y censurador: «¿Será temerario suponer que la inesperada muerte de su buen Padre es el medio de terror y espanto con que Dios la llama nuevamente ya que usted no hizo caso alguno (…) de los consejos que le dio su confesor (…)? Fue un castigo que Dios quiso ejecutar en el padre, en la hija o en ambos dos».
Para la comisaria está claro cuál es el trasfondo que subyace en esta epístola tan dura. «Está escrita con motivo de la muerte de su padre, al que ella quería muchísimo y que le dio tantas oportunidades. En la carta, que le manda su confesor, la culpa de ser responsable de su fallecimiento por el tipo de vida que lleva en Madrid, por haberse separado del marido. Es una carta brutal, de un chantaje emocional absoluto. Le dice que no llegó a tiempo para ver morir a su padre porque es un castigo de Dios y que su murió llamándola; le dice que vuelva con su marido y le reprocha la vida que lleva en la capital... es, claramente, un chantaje», comenta Isabel Burdiel.
En este documento se pueden leer frases como «yo quisiera ver en usted un poquito de interés para reflexionar sobre el poco edificante espectáculo que está dando, tanto más escandaloso cuanto más conocida es usted. Mucho la admiran por su erudición; algunos la compadecen por su desgracia conyugal y por algunos de sus escritos pocos morales; muy pocos la aman, pues el corazón humano naturalmente rechaza ciertas cosas, así como la sociedad tiene también justas exigen