La Razón (Cataluña)

Cuando luchar está en el ADN

Nadal remonta a Sinner un primer set que tenía crudo y después le pasa por encima (7-5, 6-3 y 6-0) para llegar a cuartos en París

- Francisco Martínez -

Jannik Sinner va a necesitar un psicólogo para la próxima vez que se enfrente a Rafa Nadal. Siempre le queda esa sensación de sí, puedo competir con él, le hago daño, me genero posibilida­des... Pero después, en el momento de la verdad, fallo. En su tercer partido con el español de nuevo comenzó bien. Bueno, el comienzo, comienzo, no, porque fue un break en contra, pero lo recuperó rápido y se lanzó con sus poderosos tiros a por el balear, hasta verse con su saque y la posibilida­d de llevarse el set, con 5-4. Y ahí tembló. Un par de derechas a la red, al suelo casi, de pura precipitac­ión, un buen punto de Nadal y la cabeza del joven italiano ya no estaba en su sitio. Llegó la ruptura en blanco del zurdo y a partir de ahí, a volar: del 3-5 a favor de Sinner se pasó a 7-5 y 4-0 para Nadal y el triunfo ya estaba encaminado. El partido fue otro: los tiros tímidos y la derecha a media pista que había ofrecido el manacorens­e en el arranque se transforma­ron en un juego de esquina a esquina, con profundida­d, y ahí el italiano ya no es tan preciso. En carrera no le pega tan duro. Sufre. Todavía quedaba alguna situación delicada para Rafa, pero es momento de hacer un paréntesis:

¿De dónde saca Nadal esa capacidad de sacrificio, que es uno de los rasgos que lo define?

«Cuando tú no luchas los partidos para ganarlos, cuando el luchar forma parte de tu ADN, cuando consigues que uno de los rasgos de tu personalid­ad sea el

luchar por definición, no para ganar el partido, creo que se ha ganado la batalla de las batallas», explica Jofre Porta, que fue uno de los entrenador­es del balear cuando era un niño, una persona importante para que el tenista de Manacor acabara jugando con la zurda, pues en un principio golpeaba la pelota a dos manos en ambos lados. Y cuenta una anécdota: «Esto Rafa lo tiene desde muy pequeño y es lo que cuesta muchísimo meter a los chavales. Rafa cuando tenía un partido que no podía ganar, seguía luchándolo. Una vez en Madrid en el campeonato de España infantil [era el año 2000] se rompió un dedo, el fisio le dijo que no estaba roto, lo manipuló y le hacía mucho daño, pero el revés no lo podía pegar a dos manos y lo tenía que cortar todo el rato. Iba ganando partiel dos, llegó a la final, le tocaba Tomeu Salvà que era también nuestro y tenía nivel y le dije: “Rafa, con este revés a Tomeu no le ganarás”. Y él me contestó: “Bueno, será muy difícil”. A veces nuestra obligación es enseñar a los chavales y otras veces ellos te enseñan a ti. Al final, se le compuso un poco el dedo por la noche, pudo agarrar bien la raqueta y terminó ganando [6-4, 5-7 y 6-4]», cuenta Jofre Porta. «Este concepto de lucha es lo que marca la diferencia entre los españoles o los argentinos y el resto, estamos criados en la pelea, en la tierra, en el polvo. En otros lados, si hace viento se van a indoor, si el sol aprieta mucho ponen sombrillas; y nosotros, no», concluye.

Dicho esto, empieza a entenderse al menos un poco mejor la capacidad de sacrificio que tiene ganador de 20 Grand Slams, entre ellos 13 Roland Garros.

Los problemas que vendrían después contra Sinner fueron cuando de ese 4-0 en el segundo set se pasó al 4-3. Dos roturas seguidas del italiano, un tenista de golpes violentos, que quema la bola. Estaba otra vez ahí, pero le tocaba certificar­lo con su servicio. Y tembló de nuevo. Nadal logró la ruptura y Sinner no volvió a ganar un juego más en todo el encuentro. El choque terminó 7-5, 6-3 y 6-0, casi un calco de lo que sucedió el año pasado en el mismo escenario, pero en cuartos, aunque con un juego menos por set para el italiano: 7-6, 6-4 y 6-1. También ahí tuvo su servicio para llevarse el primer set. Y tembló. E igualmente similar a lo que pasó hace un mes en Roma: 7-5 y 6-4, con el italiano por delante en el parcial inicial. Lo dicho, hay una barrera psicológic­a, pero sólo tiene 19 años y delante había una leyenda.

Rafa ya está en los cuartos de final de París y mantiene las buenas sensacione­s. La prueba de Sinner, el primer tenista de nivel al que se enfrentaba, la pasó con nota. Ahora se enfrentará al argentino Diego Schwartzma­n, un viejo conocido, otro de esos tenistas criados en el polvo, en el barro. Se prevé una batalla dura.

También tuvo que recurrir a la paciencia Novak Djokovic en su duelo contra otro italiano descarado como Lorenzo Musetti. Lo que hizo el joven jugador en los dos primeros sets ante el número uno del mundo dejó a más de uno con la boca abierta. No es que se los ganara, es que lo hizo maltratand­o al jugador serbio, dominándol­o. Musetti hacía lo que quería con su revés. Es decir, lo podía tirar fuerte, recto y profundo para hacer un ganador, o raspar la pelota para darle un efecto incontrola­ble que traía a Djokovic por la calle de la amargura. Pero esta vez los demonios no se llevaron por delante a Nole. Estuvo calmado, empezó a jugar más metido en la pista y a sacar mejor y su rival se vino abajo (en el cuarto set, por ejemplo, sólo logró cuatro puntos), incluso no pudo acabar, lesionado: 6-7 (7/9), 6-7 (2/7), 6-1, 6-0 y 4-0 para Djokovic, que ahora se mide a Berrettini.

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EUROPA PRESS Nadal celebra uno de los puntos que ganó ante Sinner en los octavos de Roland Garros

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