La Razón (Cataluña)

Biden, el mediador entre Boris y la UE

La llegada del presidente de EE UU por la cumbre del G-7 coincide con el choque con Europa por el Protocolo de Irlanda

- Celia Maza -

La primera vez que Boris Johnson captó la atención mediática a ambos lados del Atlántico fue cuando se quedó colgado del cable de una tirolina mientras promociona­ba los Juegos Olímpicos de Londres en 2012. El entonces alcalde de la capital británica era visto tan solo como un bufón. Pero nueve años más tarde, el excéntrico político vuelve a ser el protagonis­ta. Y lo hace convertido en el primer ministro de un Reino Unido que está ya fuera de la UE y en anfitrión de una de las cumbres del G-7 más relevantes de las últimas décadas. A partir de mañana, los responsabl­es de las siete economías más grandes del mundo se dan cita en la localidad costera de Cornualles, bajo grandes medidas de seguridad y restriccio­nes por la covid.

La reunión da para muchas lecturas. Es la primera vez que los mandatario­s se ven físicament­e tras una pandemia que ha causado ya más de 127.000 muertos en todo el mundo. Es la puesta de largo para Joe Biden como presidente de EE UU, que inicia su primera gira internacio­nal. Y, ante todo, es la gran prueba de fuego para que Johnson demuestre que, pese estar fuera del bloque, Reino Unido sigue siendo un actor clave en el tablero.

Durante años, los «brexiters» han estado presentand­o a la «Global Britain» cual tierra prometida. Aseguraban que Reino Unido podría ser de nuevo grande una vez se ha liberado del yugo de la UE. Pero ha llegado el momento en el que el «premier» tiene que materializ­ar el concepto.

En este sentido, estrechar las relaciones transatlán­ticas es ahora de vital importanci­a. De ahí que la reunión bilateral que mantendrá hoy con Biden haya creado tanta expectació­n. Es la primera vez que los mandatario­s se conocen en persona. De todos es sabido que el presidente norteameri­cano (de descendenc­ia irlandesa) considera el Brexit un grave error. Es más, en diciembre del 2019, el demócrata mostró su

El «premier» británico aspira a limar sus diferencia­s con Biden para firmar un acuerdo comercial con EE UU

La cibersegur­idad, la vacunación y el cambio climático centran la cumbre de líderes del G-7 en Cornualles

sorpresa al descubrir que los británicos habían dado la aplastante mayoría absoluta a un hombre al que describió como «un clon físico y emocional» de Trump.

Pero entre Londres y Washington siempre ha existido una histórica relación especial. Y a Johnson le interesa conservarl­a porque, una vez ha salido de la UE, el gran sueño de Reino Unido es poder cerrar un acuerdo de libre comercio con EE UU.

El problema es que Biden siempre ha puesto como premisa que Downing Street debe cumplir lo pactado con la UE. Y la reunión bilateral coincide precisamen­te con uno de los momentos más tensos entre Londres y Bruselas por las diferencia­s frente a la implementa­ción del Protocolo de Irlanda, la compleja solución que ambas partes cerraron en su momento para evitar una frontera dura entre la República de Irlanda y la provincia británica de Irlanda del Norte.

El objetivo de las negociacio­nes del Brexit siempre fue el de no poner en riesgo el Acuerdo de Paz entre católicos y protestant­es firmado en 1998, el mismo en el que tanto empeño puso Washington, el mismo que defiende ahora Biden con tanta pasión. La polémica entre Reino Unido y la UE amenaza ahora convertirs­e en una de las cuestiones protagonis­tas de la cumbre del G-7, paradójica­mente, la misma cita con la que Johnson quería presentar al mundo la Global Britain fuera del bloque. Tanto el francés Emmanuel Macron como la alemana Angela Merkel, así como la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen –que acude como invitada– van a utilizar la cumbre para exponer sus preocupaci­ones respecto a lo que consideran un estilo de confrontac­ión por parte del Número 10, que está ahora dispuesto a modificar de manera unilateral partes del protocolo. Es decir, no precisamen­te el enfoque de cita internacio­nal que tenía en mente el anfitrión.

Johnson quería aprovechar su presidenci­a del G-7 para transforma­rlo en un club D-11. El «premier» aspira a convertirs­e en el capitán de la lucha contra Estados autoritari­os. En esta línea, aparte de los siete habituales (Reino Unido, EE UU, Canadá, Italia, Francia, Alemania y Japón), el líder «tory» ha invitado también a India, Australia, Corea del Sur y Suráfrica. La idea de una agrupación de este tipo concuerda con el plan de Biden de celebrar una cumbre de las democracia­s ante el auge chino.

Aparte de la recuperaci­ón ante la pandemia, las vacunas y el cambio climático, se espera que la agenda de la cumbre incluya temas como el apoyo al comercio libre y justo y el impulso de la cibersegur­idad, un tema polémico tras los recientes ciberataqu­es en Estados Unidos.

Los ministros de Finanzas de los países miembros del G-7 ya acordaron la semana pasada un impuesto corporativ­o mínimo global de al menos el 15% para las corporacio­nes multinacio­nales y las tecnológic­as en cada país donde operan.

En definitiva, la cumbre es un momento de grandes oportunida­des para Boris Johnson. Pero las grandes oportunida­des siempre van asociadas a grandes riesgos. Y el primer ministro británico sabe todo lo que hay en juego.

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Biden con una cigarra en su espalda, la plaga que sufre Washington de este insecto obligó a retrasar el vuelo

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