«SALIMOS DE LA CRISIS EN TIEMPO RÉCORD»
LaLa vicepresidenta de Trabajo y Economía Social ha sentenciado en el Congreso de los Diputados que España se ha proclamado campeona del mundo del combate contra el embate del coronavirus: «Salimos de la crisis en tiempo récord». récord». Yolanda Díaz da por superado el escenario depresivo y se jacta en nombre del gobierno de haber alcanzado la meta en un crono a lo Usain Bolt los cien metros lisos. Que la vicepresidenta comunista no tiene abuela, políticamente hablando, es una verdad indubitable. También que está encantada de haberse conocido. En su versión de ese mundo feliz «Huxleyniano», en España el que se queja es porque quiere, es un insaciable, un inconformista o un facha. En Moncloa se expiden certificados de dicha. Pero en realidad, para Yolanda Díaz no existe una lectura política que la permita una salida airosa con la que está cayendo en este país.
Con una media de cinco millones de parados consignados bajo diverso epígrafes cosméticos, 1,2 millones de hogares con todos sus miembros desempleados, un millón de personas más en el umbral de la pobreza, un desplome de la economía sin precedentes desde la Gran Depresión de casi el 11% del PIB, un déficit público del 11% del PIB y una hipoteca de 1,4 billones de deuda pública (226.000 millones más de la que dejó Rajoy), la vicepresidenta habla con solemnidad en la sede de la soberanía nacional sobre que ese cuadro tenebroso y devastador no es para tanto. Se repite de nuevo la seña de identidad este Ejecutivo, que marca una de las razones de su decadencia acelerada, que es la lejanía y la falta de conexión con la vida de la gente, con la calle. Ningún responsable público con un mínimo de decoro moral, mesura emocional y empatía con todos esos millones de españoles que se encuentran al límite de sus fuerzas y de su resistencia, abandonados al infortunio y la desesperación, se atrevería a espetarlos de facto que menos quejas y más celebrar a un gobierno de récord, envidia del planeta. Los sermones de Yolanda Díaz son, en realidad, un ejercicio de fría y calculada crueldad.