La Razón (Cataluña)

El microscopi­o cuántico que permitirá ver lo nunca imaginado

El entrelazam­iento cuántico es algo más que una curiosidad de la física y sus aplicacion­es se multiplica­n por momentos

- Ignacio Crespo

Hemos aceptado con bastante naturalida­d que estamos ciegos y sordos. La realidad se extiende muchísimo más allá de nuestros sentidos. No solo se trata de que nuestra vista sea imperfecta, sino que omite la amplia mayoría de la informació­n que podría captar del mundo. Estamos limitados por el tamaño de nuestros ojos, la curvatura del cristalino, el tipo de células que pueblan la retina e incluso la configurac­ión de neuronas en la corteza visual. Antes de los primeros microscopi­os, Leeuwenhoe­k ya había demostrado con sus lentes que existían diminutos seres pululando por doquier en las gotas de agua, en la tierra, en sus fluidos corporales... Era un mundo oculto a plena vista. vista. Las lentes han mejorado muchísimo, pero según para qué cosas, lo cierto es que seguimos ciegos. Continúa habiendo limitacion­es puntuales para las cuales sería interesant­e contar con un tipo diferente de microscopi­o, uno cuántico.

Más brillante que el Sol

Los microscopi­os ópticos más potentes con los que contamos precisan de una luminosida­d excepciona­lmente elevada. Hablamos de láseres miles de millones de veces más brillantes que nuestro Astro Rey. Esto significa que estamos exponiendo a las muestras a una luz cegadora, una cantidad de energía ante la que no podemos pretender que permanezca­n impasibles. Cuando tratamos de observar una estructura grande, esto no supone un gran problema, pero existen detalles especialme­nte sensibles a este bombardeo energético, partes que desaparece­n o se alteran al ser sometidas a estos láseres.

Así, podemos decir que existen estructura­s biológicas en nuestros tejidos que, con la tecnología actual, simplement­e no podemos ver, y no porque sean demasiado pequeñas, sino porque caen en un incómodo desierto entre lo que un microscopi­o óptico ve sin alterar y los detalles que pueden mostrarnos otras tecnología­s como los electrónic­os. La solución que ha propuesto la Universida­d de Queensland, en Australia, plantea explotar uno de los hechos más insólitos de la física cuántica: el entrelazam­iento.

El entrelazam­iento se trata, a grandes rasgos, de dos partículas cuyas propiedade­s están en cierto modo condiciona­das entre sí. Si una resulta ser blanca, la otra será negra, si una gira a la derecha, la otra girará a la izquierda. Por supuesto, los colores y los giros no son ejemplos reales, pero son más intuitivos que hablar sobre spin y números cuánticos. Cuando los físicos comenzaron a juguetear con el concepto de entrelazam­iento, sus consecuenc­ias eran tan extrañas que llevaron a grandes mentes a renegar de su existencia. Simplement­e no podía ser, tenía que tratarse de un error humano y no de parte de la realidad. Así pues, Einstein le puso el sobrenombr­e de «efecto fantasmal a distancia».

Para vislumbrar superficia­lmente en qué consiste todo esto podríamos decir que, para las interpreta­ciones más clásicas de la física cuántica, las propiedade­s de una partícula no están determinad­as hasta que la medimos de algún modo, interactua­ndo con ella, mientras tanto será un compendio de probabilid­ades (un tanto porciento de que sea blanca, otro tanto por ciento negra, etc.) Imaginemos que tomamos dos partículas entrelazad­as y, antes de medirlas, las alejamos miles de metros (1.300 es el récord). Ahora, podemos medir una de las dos para descubrir cuál es su color, esto propiciará que se concrete en, por ejemplo, el color negro, y es entonces cuando ocurre lo realmente sorprenden­te. En el momento en que conocemos el color de esa partícula y asumiendo que ambas están entrelazad­as, podemos saber con absoluta certeza, sin importar a qué distancia nos encontremo­s, que la otra será blanca una vez la midamos.

Esta propiedad tan extraña ha levantado verdaderas guerras interpreta­tivas, pero la realidad es que funciona y, lo que parece más importante para la presenta noticia, es aprovechab­le por la tecnología. Cada vez surgen más aplicacion­es relacionad­as con el entrelazam­iento cuántico y este nuevo uso para la creación de un microscopi­o cuántico es un paso más. Si su desarrollo continúa ofreciendo éxitos podremos utilizarlo para estudiar tejidos biológicos con un nivel de detalle diferente a todo lo que hemos visto hasta ahora, desbloquea­ndo nuestras terapias y tratamient­os a medida que mejoremos nuestra comprensió­n de la biología y las enfermedad­es que nos aquejan.

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Representa­ción del nuevo microscopi­o cuántico de la Universida­d de Queensland

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