La Razón (Cataluña)

Carta a un español pasmado

- Julio Valdeón

«Qué tal si sales a la calle este domingo, 13 de junio, por egoísmo»

QueridoQue­rido amigo, Confías en el discurso de la reconcilia­ción y en el ibuprofeno. Te da igual que las élites políticas de Cataluña comandaron un ataque contra el Estado de Derecho y violaron el derecho a decidir de los españoles, consagrand­o la asimetría como principio rector de la vida política. Tú, erre que erre. Te vistes de blanco. Enarbolas una pancarta con viscoso logotipo, ¿parlem? En caso de duda, consideras que vivimos en un franquismo reciclado. Ni se crea ni se destruye. Si acaso repta por el alambrado de las institucio­nes. Pero atiende. Ya que no por usar la política como herramient­a que interviene por razones morales frente a la arbitrarie­dad, el despotismo y la barbarie, qué tal si sales a la calle este domingo, 13 de junio, por egoísmo. Para evitar que Pedro Sánchez, teóricamen­te del lado del constituci­onalismo, pacte su pervivenci­a política a cambio de malvender tu patrimonio. Dado que te importan una higa las clases populares de Cataluña, eternament­e ignoradas, usadas como carne de obra barata de los cincuenta en adelante, ya que no por solidarida­d hacia esos millones de españoles que nunca contaron, qué tal si al menos luchas por ti y los tuyos, por su futuro y su renta per cápita. El secesionis­mo ansía levantar una nueva frontera donde no la había. Cuando hablamos de los derechos de los no nacidos parece que sólo recordamos el derecho a un planeta con osos polares. Qué tal el derecho a no heredar una ciudadanía amputada. Llegará el día en que tus hijos, por muchas claudicaci­ones que hicieras, serán más pobres y estarán más desvalidos. Te preguntará­n qué hiciste entonces, cuando un millón de xenófobos, a cambio de compartir pasaporte contigo otros cinco minutos, lograron que aceptases el robo de su patrimonio, de una riqueza que les pertenecía por derecho, a ellos y a sus herederos. Niños del mundo que cuando España caiga no tendrán dónde buscarla porque la abandonó su padre. La traicionas­te, sí, zángano de colmena, inútil, cacaseno, temeroso del qué dirán los vecinos y de la foto en Colón mientras la madre España, allí donde vivieron juntos los distintos, se muere a chorros con el vientre a cuestas.

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