La Razón (Cataluña)

Líder planetario

- José Antonio Vera

Gran encuentro en la cumbre el que ha mantenido nuestro gran timonel con el hombre más poderoso del mundo, con el permiso de Bill Gates y de la Banca Rothschild. Biden en persona se prestó a andar unos segundos con Pedro Sánchez por los pasillos de la cumbre de la NATO, tiempo más que sobrado para abordar en profundida­d los problemas de nuestras relaciones bilaterale­s, y por supuesto el conflicto del Sahara, el avance del comunismo en Venezuela y, cómo no, la implantaci­ón en España de la nueva normalidad post-pandémica, de acuerdo con las directrice­s del Foro Económico Mundial. La diplomacia española ha vendido este paseíllo como un éxito que pone de manifiesto la «excelente relación» que hay entre España y Estados Unidos, cuestionad­a por la derecha y la ultra-ultra-ultraderec­ha, habida cuenta de que en cinco meses el presidente gringo no ha tenido a bien llamar por teléfono a Sánchez ni mandarle un simple mensaje por Telegram.

Cosas de la vida. Biden está el hombre muy ocupado con los chinos y los rusos, y ahora hasta con el Simón yanqui, Anthony Fauci, enemigo acérrimo de Trump, caído en desgracia con la Administra­ción demócrata tras filtrarse sus e-mails revelando que el virus chino fue creado y expandido desde el laboratori­o de Wuham, y que las mascarilla­s en el exterior no sirven para nada, pese a lo cual recomendó su uso.

No han explicado los orates monclovita­s si en este gran encuentro Biden y Sánchez hablaron del tal Fauci, aunque se cree que la locuacidad de nuestro guía no da para tanto en veintinuev­e segundos. Por lo que muestran las imágenes, vemos como el líder planetario español persigue al megapresid­ente americano y que sólo habla Sánchez. Biden apenas le mira. Biden tampoco es que sea un tipo muy expresivo, sino algo acartonado, de manera que no sabemos si al hombre le parecía bien o no la perorata de nuestro jefe. Y a veces, dicen las malas lenguas, incluso ocurre que Biden no es Biden sino uno de sus dobles, algo que suele suceder cuando los dirigentes mundiales tienen ya unos cuantos años encima. Le pasaba a Brejnev y a Chernenko en tiempos de la URSS, y también dicen que Castro tenía un par de dobles, uno para el coche oficial y otro para atender a los pesaos.

Por el tiempo que estuvieron juntos, no creemos que Biden considere a Sánchez un pesao. La diplomacia española habla de «gran éxito» por este «encuentro planetario» (esta vez sí, no como cuando lo dijo Leyre Pajín refiriéndo­se a Zapatero), pese a que Marruecos infravalor­a la reunión llamándola «furtiva». Claro que Rabat tampoco nos lo va a poner fácil. Mohamed VI habla por teléfono con el Biden auténtico cada vez que quiere, y no necesita perseguir a su doble por los pasillos. El presidente de los Estados Unidos de América es un hombre muy ocupado y no tiene tiempo para cualquiera. Ayer, sin ir más lejos, tuvo una agenda complicadí­sima con los máximos dirigentes de naciones tan potentes como Estonia, Letonia y Lituania. Y también Turquía, todo hay que decirlo.

No, pero en serio. ¿Alguien cree de verdad que este encuentro puede siquiera ser calificado de encuentro? Nos hemos entregado tanto a la política pro-polisario, antisemita, cubana y venezolana, que Biden no nos concede más que medio minuto en el pasillo. Más que una reunión fue una persecució­n, un monólogo de nuestro presidente hablándole a un monolito. Antes teníamos la coartada de que por tratarse de Trump, no nos hacían caso. Pero ahora no es Trump sino alguien teóricamen­te cercano a las tesis del socialismo. Menudo exitazo.

Biden tampoco es que sea un tipo muy expresivo, así que no sabemos si le parecía bien o no la perorata de nuestro jefe

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