Clavero Arévalo
Tirios y troyanos del centro derecha hacen un pulso para ver a quién le ha sentado mejor la foto de Colón, coctelera ideológica contra los indultos comprometidos por Pedro Sánchez. En plena resaca de dimes y diretes se muere ayer en Sevilla Manuel Clavero Arévalo, padre del «café para todos» e impulsor del «sí» en el referéndum andaluz de 1980, a los 95 años de edad. No se entiende la realidad autonómica sin la cirugía de este catedrático de Derecho-Administrativo que en un momento clave dio un paso al frente y le dimite a Adolfo Suárez cuando se entera de que la UCD no votará a favor de que Andalucía siga la misma vía que Cataluña, País Vasco y Galicia para alcanzar la autonomía. Es decir, por el famoso artículo 151 de la Constitución. Aquel 16 de enero de 1980, Fernando Abril Martorell, Rafael Arias Salgado, Rodolfo Martín Villa y Jaime García Añoveros le dijeron que de eso nada, que había que hacerlo por el largo y tedioso del 143, que había que dar marcha atrás. A Suárez le dijo que se iba, abriéndole una vía de agua de la que no se recuperó y se vino al sur. Al llegar a Sevilla le esperaban en el aeropuerto como el nuevo héroe del andalucismo, aunque su mérito consistió en encajar en la Constitución los anhelos de igualdad que los andaluces exigieron desde el comienzo de la Transición. En nada tenía que ver con la ruptura de la unidad nacional ni con el desprecio a otros territorios, se trataba de contar con los mecanismos necesarios para sacar a Andalucía del atraso social y económico, real no ficticio, que la hacían ser una de las regiones con menor tasa de desarrollo de Europa. Todo esto dentro de la Constitución, todo dentro de España. Sin numeritos, sin espectáculos, sin personalismos, ni medallitas de patriota, con inteligencia y honestidad. Gracias por su ejemplo, Don Manuel.