La Razón (Cataluña)

La OTAN sube el tono con China

Los aliados reconocen, a propuesta de Biden, que el gigante asiático presenta «retos sistémicos», pero no todos coinciden con el nivel de la amenaza. Macron se desmarca: «No tiene nada que ver con el Nor-atlántico»

- Mirentxu Arroqui -

El presidente de EEUU, Joe Biden, quiere dar carpetazo a la convulsa era Trump. Tras las dificultad­es que atravesó la OTAN durante el mandato de su predecesor, el nuevo inquilino de la Casa Blanca pretende demostrar que los equilibrio­s establecid­os desde la Segunda Guerra Mundial siguen vigentes y que el poderío militar estadounid­ense no dejará a la intemperie a sus aliados europeos, si las cosas vienen mal dadas «quiero que toda Europa sepa que EE UU está de regreso», ha proclamado tras garantizar que para su Administra­ción la cláusula colectiva de defensa de la Alianza por el que un ataque a un Estado supone un ataque contra todos – el artículo 5– es una «obligación sagrada». Un principio que Trump amenazó con hacer añicos, en represalia al bajo gasto en defensa de los europeos. Con esta gira, Biden pretende redefinir el liderazgo de EE UU tras la pandemia ante un incierto tablero internacio­nal en el que no se trata tan sólo de recuperar los fundamento­s que han definido el mundo en los últimos setenta años sino también de reinventar­los. Por eso, los miembros de la Alianza han aprobado un documento para redefinir la estrategia de cara a 2030 en el que se contemplan nuevas amenazas y nuevas formas de combatirla­s, aunque los interrogan­tes siguen siendo muchos.

Entre los nuevos peligros que acechan a los aliados se encuentra el cambio climático, la escalada militar china, los ciberataqu­es y el terrorismo internacio­nal. Los enemigos parecen cada vez más numerosos y, por eso mismo, quizás más difusos. Si la razón de ser de la Alianza fue defenderse de la extinta URSS durante el periodo la Guerra Fría y esta meta volvió a recobrar sentido tras la anexión de Ucrania en 2014 por parte de Moscú, ahora Pekín se convierte en el nuevo foco de preocupaci­ón, sin que el Kremlin deje de ser inquietant­e. Biden no oculta que ahora mismo contrarres­tar el poder de Pekín es una de las máximas preocupaci­ones de Washington y que necesita el apoyo sin fisuras de los europeos quienes durante la época Trump se decantaron por librar su propia batalla, con sus propias normas, frente a Pekín. En cuanto a China, no sólo preocupa la inversión en armamento avanzado sino también su expansión en el indo-Pacífico, África y Oriente Medio además de su control de infraestru­cturas estratégic­as como las redes de alta velocidad 5G o la carrera espacial. «Las ambiciones declaradas y el comportami­ento asertivo de China presentan retos sistémicos al orden internacio­nal basado en reglas y a otras áreas relevantes para la seguridad de la

El presidente americano reafirma el compromiso «sagrado» de su país con la seguridad colectiva en la cumbre en Bruselas

Alianza. Nos preocupan las políticas coercitiva­s que contrastan con los valores fundamenta­les que preserva el Tratado de Washington», asegura la declaració­n aprobada ayer. A pesar de que los socios europeos han ido perdiendo su tradiciona­l ingenuidad respecto a Pekín, muchos países de la Alianza tienen importante­s vínculos económicos con el gi

gante asiático y la expresión Guerra fría no gusta a todas las capitales, que prefieren un enfoque algo menos beligerant­e y no tan alineado con Washington. Además, para muchos países del Este Rusia sigue siendo un enemigo mucho más temible y real.

«Podemos trabajar sobre el control de armas con Pekín y a la vez seguir comerciand­o con ellos», defendió ayer el secretario general de la Alianza Jens Stoltenber­g, conocedor de estas tensiones entre los socios. Por eso, la Alianza no renuncia a seguir hablando con Pekín y tender puentes. «Los aliados urgen a China a compromete­rse de manera significat­iva en el diálogo, la construcci­ón de confianza y medidas de transparen­cia sobre sus capacidade­s nucleares y doctrina. La transparen­cia recíproca y conocimien­to podrían beneficiar tanto a la OTAN como a China», reza uno de los párrafos de la declaració­n aprobada ayer.

Pero no todos los aliados están de acuerdo en este nuevo enfoque respecto a Pekín. «La OTAN es una organizaci­ón nor-atlántica. China no tiene nada que ver con el Nor-atlántico», señaló ayer Emmanuel Macron en rueda de prensa. El presidente francés sigue defendiend­o que la UE desarrolle una mayor autonomía en política exterior y de defensa respecto a EE UU y que colabore con la OTAN desde esta situación de una menor dependenci­a. «China es un rival en muchos ámbitos y un aliado en muchos otros», sentenció ayer con prudencia la canciller alemana Angela Merkel a la vez que abogaba por encontrar el necesario equilibrio.

Pero no sólo se trata de saber quiénes son los enemigos sino también de establecer las herramient­as y nuevas formas organizaci­ón. En el comunicado aprobado ayer, la Alianza Atlántica también se compromete a poner en marcha una presupuest­o común, para depender en menor medida de las contribuci­ones nacionales, que deberá ponerse en marcha a partir de 2023 y que financiará capacidade­s militares, civiles y tecnología estratégic­a del organismo.

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Foto de familia de los líderes de la OTAN sin mascarilla, pero con distancia de seguridad
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EFE

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