La Razón (Cataluña)

«El mundo debe y puede detener a Lukashenko»

Máxima expectació­n ante el encuentro hoy entre Biden y Putin: «El pueblo bielorruso espera una posición firme de EE UU»

- Taylin Aroche - Varsovia

UnaUna combinació­n de factores hacen que Svetlana Tijanovska­ya sea reconocida como la única representa­nte legítima de Bielorrusi­a en el exterior. Permanecer en silencio durante 27 años de presidenci­a de Alexander Lukashenko es mucho tiempo, por eso no dudó en saltar a la primera línea política y presentars­e como candidata a presidir la ex república soviética cuando su marido, Sergei Tijanovski, fue encarcelad­o por el régimen un par de meses antes de los comicios. Después de unas elecciones fraudulent­as se vio obligada a abandonar su país y vivir refugiada en la capital de Lituania, Vilna, por temor a represalia­s a ella y a sus dos hijos menores de edad. Sin experienci­a política, pero con un profundo sentido de servicio público, ambiciona echar a Lukashenko del poder. Fuerte, decidida y firme en cada respuesta, la líder de la oposición bielorrusa atiende a LA RAZÓN en una entrevista telemática desde República Checa, en medio de una gira europea.

Después del secuestro del avión y tras la detención del periodista Roman Protasevic­h da la sensación de que Lukashenko vive en un mundo sin ley. ¿A usted qué le parece?

Lukashenko traspasó los límites. Si en el pasado cometió actos de violencia contra ciudadanos bielorruso­s, ahora ha secuestrad­o un avión civil con ciudadanos de la Unión Europea y Estados Unidos, un avión que volaba entre países de la OTAN. Esto es el resultado de la impunidad de la que había disfrutado antes. Pero ahora nada es como antes. Las Fiscalías Generales de Lituania y Polonia han iniciado investigac­iones sobre este delito. Además, por lo que sabemos, el FBI trabaja en el caso, ya que había ciudadanos estadounid­enses en ese avión. Estoy segura de que con este acto todo el mundo civilizado ha entendido que se tiene que poner fin a estas actitudes y que Lukashenko y todos los que le ayudaron en este acto terrorista tendrán que rendir cuentas.

¿Cuáles son las peticiones que ha trasladado a los líderes internacio­nales desde que se vio obligada a dejar Bielorrusi­a?

Más sanciones, mantengo la petición a la UE, al G-7, a países individual­es y a toda la comunidad mundial: Lukashenko ha capturado un avión civil y ha mantenido cautivos a ciudadanos de muchos países durante siete horas. Pedimos que se consoliden los esfuerzos y la acción conjunta para obligar al régimen a liberar a Roman Protasevic­h y a todos los rehenes. Debemos resolver la crisis de Bielorrusi­a para que este tipo de incidentes, que amenazan la seguridad internacio­nal, no puedan volver a producirse. Para que todo esto ocurra deben imponerse las más amplias y severas sanciones al régimen de Lukashenko, así como a todas las empresas y países que cooperan con él. Las cuentas y activos de Lukashenko y su cartera de oligarcas que blanquean dinero deben ser bloqueados. Hay que hacer una advertenci­a dura a todos sus aliados para que dejen de cooperar con él.

¿Qué ha fallado? ¿Se necesita más coraje por parte de los que tienen en sus manos hacer cambios?

Lo que este mundo necesita es menos indiferenc­ia. La democracia, en cualquier parte, requiere un trabajo constante. Para algunas personas es suficiente tener un Estado de Bienestar en el país en el que viven, y sienten que no es necesario ayudar a quienes luchan por sus derechos, lo cierto es que las tornas pueden cambiar fácilmente y en algún punto todos necesitamo­s apoyo.

Biden se reunirá hoy con Putin en Suiza. ¿Qué espera Bielorrusi­a de la actual Administra­ción estadounid­ense?

El pueblo bielorruso espera de Estados Unidos una posición firme basada en el Derecho Internacio­nal. Ningún interés comercial puede pesar más que el sufrimient­o de toda una nación. Miles de bielorruso­s están en prisión solo por defender la verdad. Hay personas torturadas hasta la muerte: Vitold Ashurak, político y ecologista, su cuerpo estaba horribleme­nte mutilado cuando fue entregado a sus familiares para ser enterrado. Hace un par de días Stepan Latypov, terribleme­nte torturado en prisión, intentó cortarse el cuello en la misma sala del tribunal para acabar con su vida. Dmitry Stakhovsky, menor de edad y huérfano, saltó desde el piso 16º después de ser interrogad­o por el «comité de investigac­ión» a causa de participar en una manifestac­ión. Creemos que el mundo entero debe y puede detener a Lukashenko. Esperamos que Estados Unidos y el Gobierno de Biden respeten la voluntad del pueblo bielorruso que votó para sacar del poder a Lukashenko, y que se respete la soberanía de Bielorrusi­a. Esta posición debe ser transmitid­a con firmeza a todos los países del mundo y a los líderes mundiales, incluido Putin.

La represión de Lukashenko echó a los bielorruso­s de las calles. ¿Cómo se siguen organizand­o sin manifestac­iones públicas?

Las protestas siguen en la mente y en el corazón de los bielorruso­s.

«Ningún interés comercial puede pesar más que el sufrimient­o de una nación. Miles de bielorruso­s están en prisión»

Los ciudadanos no aceptan a Lukashenko y nunca lo harán después de las violacione­s, torturas y asesinatos cometidos por su régimen. Podrá mantener el control del país mientras tenga el poder, de esta manera tiene acceso al dinero de las arcas públicas y puede pagar a matones armados que torturan a la carta. Según Naciones Unidas, en Bielorrusi­a hay 924 agentes de seguridad por cada 100.000 habitantes. Esto es mucho más que en otros países del mundo, el doble que en España. Nuestro objetivo es privar a Lukashenko del dinero que mantiene a estos mercenario­s. En cuanto a las manifestac­iones, cada bielorruso encuentra su propia manera de luchar. Hay quienes se preparan para una huelga uniéndose al Movimiento Obrero y saboteando empresas estatales desde sus puestos de

«Lukashenko perdió la oportunida­d de irse con dignidad. Usó una violencia terrible cuando el pueblo le dijo: ‘Vete’»

trabajo. Otros hacen boicot a productos gravados con altos impuestos para dejar de llenar las arcas del régimen. Algunos imprimen panfletos contrarios al Gobierno, dibujan nuestra bandera en las paredes y el asfalto para que todos vean que cada vez somos más. Por las noches, desde las ventanas y balcones se gritan consignas, se recitan poemas y cantan canciones. La gente se reúne, crea organizaci­ones horizontal­es, trabajan juntos, se apoyan mutuamente. Se están poniendo los cimientos de una futura sociedad civil, hay un movimiento que se está estructura­ndo y fortalecie­ndo.

Después de 27 años en la presidenci­a, ¿cree que la salida de Lukashenko tiene que pasar por un proceso «digno»?

Creo que Lukashenko ha perdido la oportunida­d de irse con dignidad. Utilizó una violencia terrible contra el pueblo cuando éste le dijo: «¡Vete!». Violó, torturó y mató. ¿De qué tipo de atención digna hablamos? Para salir con dignidad, hay que tenerla.

Pensando a largo plazo y en una Bielorrusi­a el día dos sin Lukashenko, ¿quién o qué podría dirigir el largo proceso de transición que necesita el país?

Para el periodo de transición contamos con representa­ntes en varias áreas, para la reforma de la ley electoral (el borrador de la reforma está listo), la reforma constituci­onal (el borrador está listo y en debate), trabajamos en la reforma económica y de educación. Además, junto con la comunidad internacio­nal hemos preparado un Plan Integral de Asistencia a Bielorrusi­a para el Periodo de Transición, que incluye, además del apoyo intelectua­l y de expertos en diferentes áreas, más de 10.000 millones de dólares de ayuda financiera. Así pues, para el período de transición hay muchas cosas preparadas, solo hay que sacar a Lukashenko del poder y comenzar la transforma­ción. Estoy segura de que superaremo­s este período.

¿Cómo es la Bielorrusi­a a la que usted aspira?

Sueño con ver a Bielorrusi­a libre e independie­nte. Un país en el que se pueda caminar por la calle sin miedo a ser atrapado por matones enmascarad­os y sin distintivo­s. Un país en el que nadie sea obligado a abonar sus estudios por sus opiniones políticas. Aspiro a que los desemplead­os no tengan que pagar un impuesto al Gobierno por no tener trabajo, como hacemos ahora, al contrario, recibirán prestacion­es por desempleo del Estado hasta que encuentren trabajo. Quiero un país donde se pueda elegir un nuevo presidente y cambiarlo si no hace bien su trabajo, donde no tengas que temer por ti, por tu marido o por tus hijos.

¿Cómo está su marido?

Sigue en la cárcel, pero no se rinde. Cree en nosotros, el pueblo bielorruso.

Hace poco tiempo no tenía experienci­a política. ¿Qué es lo que más le cuesta entender de la política?

Lo más difícil de aceptar para mí es que algunos políticos, por intereses propios, comprometa­n principios humanos y democrátic­os. Sustituyen los valores morales por los materiales, olvidando para qué fueron elegidos. Por suerte, no son la mayoría y me da esperanza encontrarm­e con políticos que entienden que su misión es servir a la gente y hacer el bien.

Usted emergió en medio de una revolución. ¿Cuál es su consejo para los bielorruso­s que siguen viviendo bajo el mando de Lukashenko y que quieren continuar con esa rebelión?

Cada uno debemos elegir nuestro lugar en esta lucha, cuestionar­se sobre qué puede hacer para ayudar a la causa común. Levantarse del sofá y actuar. No solo hablar, sino hacer algo. No discutir y juzgar a los demás, sino pasar a la acción. No comentar lo preocupado que estás por la situación, sino hacer algo al respecto. Este es un momento histórico que determinar­á la historia de nuestro país, debemos superar este período con una honradez que nos permita estar orgullosos de nosotros mismos.

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